Pablo Motos, otra vez
Esta vez le ha tocado a la cantante Anastacia: menos desprop¨®sitos verbales, pero la aparente inevitabilidad del roce
Mientras iban pasando los minutos en El Hormiguero de este pasado jueves, al que hab¨ªa ido a divertirse la cantante Anastacia, se colaban inconscientemente varios recuerdos. El se?or, amigo de tu abuelo, al que hace mucho que no ves y al que no le importa palparte donde le pilla m¨¢s a mano para decirte cu¨¢nto has crecido; ese simp¨¢tico hombre que te habla muy de cerca en cualquier bar para no tener que alzar la voz; o el tipo amable que te deja salir primero de un vag¨®n abarrotado y que, por supuesto de forma totalmente inevitable, acaba frot¨¢ndose contra tu pierna.
Una mezcla de todo eso es exactamente lo que desprend¨ªan los movimientos de Pablo Motos desde el momento en el que Anastacia apareci¨®. Y produce cierto hast¨ªo. No es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que el presentador tiene un comportamiento inapropiado, por usar un adjetivo suave. A estas alturas, sus repetitivas actitudes machistas levantan comentarios con suspiros de cansancio: "?Qu¨¦ ha hecho ahora?", "?otra vez la ha liado?", o "?a qu¨¦ incauta le ha tocado?".
Le toc¨® a Anastacia (Chicago, 1968): nuevo disco (Evolution), 24 a?os de carrera musical, decenas de premios internacionales, una lucha de m¨¢s de una d¨¦cada contra un c¨¢ncer de mama que le diagnosticaron en 2003, m¨¢s de 20 millones de producciones vendidas y 17,5 millones de reproducciones solo de su Left Outside Alone en Spotify. Pero da igual. En ese programa, la parte f¨ªsica de algunas invitadas turba por completo el raciocinio y la l¨®gica de su conductor. De repente, pasa de preguntarle por su actitud frente al c¨¢ncer a retirarle el pelo, sobarle las manos, acariciar su cintura y besarla en el cuello.?
Un extra?o baile que llega a dar la misma grima que verg¨¹enza ajena, aunque a veces, esa inevitabilidad por el roce sea incluso visiblemente inconsciente. Aunque eso no exime ni rebaja la incomodidad que supone que te toquen si no quieres que te toquen; si adem¨¢s est¨¢s frente a una c¨¢mara de televisi¨®n, en directo, la situaci¨®n se complica. No es lo mismo darle un manotazo a alguien en la barra de un bar que a un presentador frente a un par de millones de espectadores ¡ªno solo ni?os y adolescentes que aprenden, sino adultos que ven reforzados, por imitaci¨®n, esos mismos comportamientos¡ª.
Desde abril, cuando se sentaron frente a Trancas y Barrancas Las chicas del cable, no ha habido ning¨²n especial revuelo en torno al comportamiento del presentador. Aunque ha moderado sus dislates durante estos meses y el pasado jueves no hubo demasiada baba verbal a la cantante (s¨ª tuvo lo suyo la cartela para definirla, "rubia con voz de negra"), seis meses era mucho aguantar. Los hay que no se cansan de tropezar. A veces, imagino en ese plat¨® a una carabina de saya y toquilla negra que espanta a Pablo Motos a fuerza de zascandiles en los dedos y bufido de abuela, que las manos van al pan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.