El c¨¢ncer, en primera persona
Una periodista de EL PA?S relata su convivencia con una enfermedad que ha pasado de innombrable a, en algunos casos, cr¨®nica. Pacientes, m¨¦dicos y la autora cuentan, desde un hospital pionero en Espa?a, qu¨¦ significa tener c¨¢ncer hoy.
SI TUVIERAS C?NCER, ?preferir¨ªas saberlo?¡±. En el colegio d¨¢bamos por sentado que esa palabra innombrable era una sentencia de muerte. El doctor Francisco Lobo Samper recuerda esa ¨¦poca junto al fundador de la oncolog¨ªa m¨¦dica en Espa?a, Jes¨²s Vicente. Corr¨ªa 1979. ¡°Fuimos el primer pa¨ªs de Europa que dej¨® de tratar el c¨¢ncer ?como parte de la medicina interna¡±. El doctor Vicente atrajo a Lobo a la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz de Madrid. Treinta y ocho a?os despu¨¦s, es jefe del servicio.
En aquella consulta pionera, los familiares hac¨ªan lo mismo que las ni?as del colegio: aspavientos tras los enfermos para que no les revelaran la gravedad de su dolencia. Hoy es casi impensable que un enfermo no conozca su diagn¨®stico. Aunque en el mundo se detectan anualmente m¨¢s de 14 millones de casos y son muchos los onc¨®logos que hablan de plaga, no todas las met¨¢stasis equivalen a una calle sin salida. Es el tipo de tumor y el estadio en el que se encuentre ¡ªla extensi¨®n¡ª lo que define las expectativas de vida. El c¨¢ncer son muchas enfermedades distintas. Algunas pueden curarse en etapas avanzadas. Otras no. Lobo ha visto multiplicarse esa esperanza desde que termin¨® Medicina ¡°con una idea de los tumores muy poco diferente a la que pod¨ªa tener un hombre de la calle¡±. ¡°Nos form¨¢bamos con revistas. No hab¨ªa ni libros¡±.
La primera vez que un m¨¦dico ¡ªel cirujano Mariano D¨ªaz Miguel¡ª me habl¨® de un carcinoma in situ, que en algunos pa¨ªses se considera prec¨¢ncer, no consegu¨ª responder. Solo o¨ªa la palabra c¨¢ncer. No sab¨ªa nada de tipos ni de plazos, pero lo supe todo del terror. Ten¨ªa 47 a?os. Hab¨ªa acudido a una revisi¨®n rutinaria y no pod¨ªa dejar de llorar. Tras una cirug¨ªa con conservaci¨®n de casi todo el seno y radioterapia, en cuatro meses lo dej¨¦ atr¨¢s. La segunda vez que me diagnosticaron c¨¢ncer no he necesitado o¨ªrselo al cirujano. Su cara delataba que la biopsia no hab¨ªa salido bien. Estaba infiltrado. Adem¨¢s de cirug¨ªa y radio, iba a necesitar quimioterapia. No llor¨¦. No es que en tres a?os me haya vuelto valiente, es que he aprendido algo sobre esta epidemia que, en muchos casos, se ha convertido en una enfermedad cr¨®nica con la que urge saber convivir.
Cada a?o se detectan en el mundo 14 millones de casos. Muchos onc¨®logos hablan de ¡°plaga¡±.
D¨ªaz Miguel dijo que hab¨ªa tenido suerte: ¡°Desde hace una d¨¦cada, para tu tipo de c¨¢ncer agresivo (oncog¨¦n HER2) existe un anticuerpo (trastuzumab) que funciona como el antibi¨®tico para las bacterias¡±. Que lo que te va a alargar la vida exista desde hace menos de una d¨¦cada te pone la piel de gallina. Tambi¨¦n te llena de gratitud.
El camino de promesas y peligros que conduce hacia una cura del c¨¢ncer est¨¢ sembrado de muertos. Y no son solo pacientes. En 1896, un a?o despu¨¦s de que Wilhelm R?ntgen descubriera en Wurzburgo los rayos?X, Emil Grubbe comenz¨® a usarlos contra el c¨¢ncer en Chicago. Ten¨ªa 21 a?os. Se pagaba los estudios trabajando en una f¨¢brica de tubos de vac¨ªo para rayos X. Razon¨® que si a los obreros se les ca¨ªa la piel, esa muerte celular funcionar¨ªa en los tumores. ¡°Para cuando ten¨ªa 60 a?os, le hab¨ªan amputado uno por uno los dedos de las manos¡±, escribe el onc¨®logo Siddhartha Mukherjee en El emperador de todos los males (Debate), la biograf¨ªa del c¨¢ncer que gan¨® el Premio Pulitzer en 2011. Lo que los pioneros de la oncolog¨ªa radioter¨¢pica dejaron claro fue que los remedios contra el c¨¢ncer pod¨ªan sanar o matar. Con frecuencia, las dos cosas a la vez. Combinar veneno y cura define tambi¨¦n la naturaleza de la quimioterapia, descubierta por azar en 1943 cuando la Luftwaffe bombarde¨® un carguero de Estados Unidos que llevaba bombas experimentales de gas mostaza en el puerto de Bari. La explosi¨®n dej¨® sin gl¨®bulos blancos a los marineros y encendi¨® la luz sobre c¨®mo atacar los gl¨®bulos malignos. Cu¨¢nto arriesgar para curar es lo que m¨¦dicos y cient¨ªficos llevan siglos debatiendo.
El oncog¨¦n HER2 de mi tumor no est¨¢ solo en la carrera de la investigaci¨®n. Desde hace poco, un tipo de leucemia, que hace 20 a?os era una sentencia de muerte, se trata con pastillas. El imatinib la ha domado. Conocer el nombre y apellido de los oncogenes permite que los tratamientos sean m¨¢s precisos, menos t¨®xicos, multiplica la esperanza de vida y evidencia la complejidad de esta escurridiza enfermedad que se sirve del propio sistema inmunitario para propagarse. El mismo proceso por el que nuestro cuerpo repara lesiones se pervierte en beneficio de las c¨¦lulas cancerosas, que lo explotan para su reproducci¨®n. Por eso cuesta tanto curarlo.
Que el c¨¢ncer sea una enfermedad de los genes ¡ªuna alteraci¨®n en el ADN celular¡ª no quiere decir que sea hereditario. Menos de un 10% lo es. En esos casos, urge aumentar las revisiones, optar por cirug¨ªa preventiva y avisar a los descendientes. Le sucedi¨® a la actriz Angelina Jolie y eligi¨® una mastectom¨ªa doble. Del resto, un 80% tiene que ver con condicionantes ambientales: la dieta, el tabaco, las infecciones o la exposici¨®n a t¨®xicos. Por eso cada vez m¨¢s m¨¦dicos y pacientes se preguntan qu¨¦ pueden hacer para evitarlo.
El padre de la patolog¨ªa moderna, Rudolf Virchow, comprob¨® en el siglo XIX que uno de cada seis casos proven¨ªa de una inflamaci¨®n cr¨®nica. Tambi¨¦n el psiquiatra franc¨¦s David Servan-Schreiber estableci¨® esa relaci¨®n cuando, con 33 a?os, descubri¨® su propio tumor cerebral mientras investigaba en la Universidad de Pittsburgh. Dedujo que, como los principales c¨¢nceres que afligen a Occidente ¡ªmama, pr¨®stata o colon¡ª se dan hasta 70 veces m¨¢s aqu¨ª que en Asia, deb¨ªa existir una relaci¨®n entre c¨¢ncer y estilo de vida. Y reuni¨® ensayos cient¨ªficos que demuestran que sin inflamaci¨®n, los vasos sangu¨ªneos no alimentan a los tumores. Por eso su dieta desaconseja lo que la fomenta ¡ªel az¨²car o los alimentos procesados¡ª y aconseja setas o avellanas, que la reducen. ¡°El tumor canceroso no puede crecer si no consigue desviar sangre para su propio uso¡±.
El bioqu¨ªmico Richard B¨¦liveau, que dirige en Montreal uno de los mayores laboratorios especializados en biolog¨ªa del c¨¢ncer y ha trabajado con las principales empresas farmac¨¦uticas, apoya esta tesis. ¡°Si me pidieran que dise?ara una dieta que favoreciese al m¨¢ximo el desarrollo del c¨¢ncer, no podr¨ªa encontrar una mejor que nuestra alimentaci¨®n actual¡±, ha asegurado. En cambio, manuales cl¨¢sicos de medicina como el Cecil-Loeb no dedican un solo p¨¢rrafo a la relaci¨®n entre nutrici¨®n y c¨¢ncer. Tal vez por eso, los libros de Servan-Schreiber ¡ªque terminar¨ªa muriendo en 2011 de un segundo tumor (dato que no aparece en las reedi?ciones)¡ª, son hoy best sellers mundiales que muchos enfermos nos pasamos de mano en mano. John Mendelsohn, presidente del famoso Anderson Cancer Center de Houston, el mayor en investigaci¨®n y tratamiento, describi¨® uno de ellos, Antic¨¢ncer, una nueva forma de vida (Espasa), como ¡°los conocimientos necesarios para la prevenci¨®n del c¨¢ncer basados en la evidencia¡±. Servan explica en ¨¦l c¨®mo el paciente puede contribuir a su curaci¨®n completando el tratamiento m¨¦dico tradicional. El a?o en que apareci¨®, 2007, el World Cancer Research Fund inform¨® sobre la prevenci¨®n del 40% de los c¨¢nceres mediante sencillas modificaciones en la nutrici¨®n, la actividad f¨ªsica o el cuidado medioambiental. Si a?adimos la relajaci¨®n, tendremos una descripci¨®n de la medicina integrativa, un puente entre disciplinas que suscita dudas y pasiones entre pacientes y onc¨®logos.
Nunca sabr¨¦ si lo que me cura es la quimio, la ¡®radio¡¯ o la operaci¨®n. Se usa toda la artiller¨ªa.
Schopenhauer resumi¨® que toda verdad atraviesa tres fases: el rid¨ªculo, el ataque y, finalmente, la aceptaci¨®n. Desde que el egipcio Imhotep describiera en 2625 antes de Cristo una masa abultada para la que no hab¨ªa cura, o Hip¨®crates bautizara Karkinos al tumor rodeado de vasos sangu¨ªneos que le recordaba a un cangrejo, los tratamientos contra el c¨¢ncer se han ensayado, corregido y reinventado. Con la quimio, la supervivencia en c¨¢nceres de mama en estadios avanzados ha aumentado entre 17 y 30 a?os, pero Mukherjee recuerda que la comunidad m¨¦dica consider¨® intrusos a los quimioterapeutas en los a?os cincuenta. Por eso, este onc¨®logo de la Universidad de Columbia habla de redefinir la victoria: alargar la vida, no eliminar la muerte.
Dos semanas despu¨¦s de informarme, el doctor D¨ªaz Miguel sale sonriente del quir¨®fano. Le explica a mi marido que el ganglio centinela, el primero de la axila, est¨¢ limpio. Es una buena se?al para juzgar si el c¨¢ncer se ha extendido o no. Pero los onc¨®logos no dan nada por hecho. Lobo cuenta que con la primera se?al hay que usar toda la artiller¨ªa. Nunca sabr¨¦ si lo que me cura es la quimio, la radio o la operaci¨®n. Ni siquiera si la quimio, con todos sus devastadores efectos -el agotamiento o la p¨¦rdida de u?as y pesta?as, la cara gen¨¦rica, ese rostro borrado tan caracter¨ªstico como inevitable- ha sido necesaria. Pero el c¨¢ncer sirve para desactivar prejuicios. Averiguamos que los plazos de espera oncol¨®gicos son los mismos para los pacientes de la Seguridad Social que para los de las mutuas privadas. Con este segundo tratamiento, abandonar¨¦ la del Colegio de Periodistas por los continuos tr¨¢mites y los extras mensuales (m¨¢s de 400 euros). Habla bien de un hospital que funcione con menos burocracia en el sistema p¨²blico que en el privado. Esa duda acompa?a siempre al paciente novato. ?Hay hospitales mejores?
¡°Un tratamiento es un tren que solo pasa una vez¡±, subraya el doctor Lobo. ¡°El pron¨®stico depende del primer m¨¦dico que lo ve. Es como el despegue y el aterrizaje de un avi¨®n: no puede haber errores¡±. La mayor evoluci¨®n que ¨¦l ha vivido es la p¨¦rdida de protagonismo del onc¨®logo, hoy un elemento m¨¢s dentro de un grupo que debe funcionar ¡°con precisi¨®n de orquesta sinf¨®nica pero sin jerarqu¨ªa: para seg¨²n qu¨¦ piezas, el primer viol¨ªn puede ser vital¡±. La clave est¨¢ en la colaboraci¨®n. Para eso existen comit¨¦s interhospitalarios de tumores. ¡°Un paciente no deber¨ªa preguntarse si el hospital es grande o peque?o, sino c¨®mo funciona su comit¨¦ de tumores¡±, resume. Semanalmente se valoran hasta los casos m¨¢s simples. Cuando describe las sesiones a las 7.30 y el constante env¨ªo de muestras a centros especializados del mundo, uno vislumbra una suerte de diplomacia paralela que colabora en lugar de competir para que la gente se cure.
El tumor de Yolanda Aznal vol¨® a Estados Unidos para ser analizado. Tiene 40 a?os y entra en el hospital de d¨ªa cargando polos Calippo ¡°para evitar las llagas en la boca¡±. La acompa?a su t¨ªa, que, con frecuencia, se emociona al vernos hablar. Un d¨ªa dice que me recuerda del preoperatorio: ¡°Yo era la que no paraba de llorar¡±. En la sala donde se dan los ciclos de quimio, la gente entra sigilosa. Muchos pacientes duermen vencidos por los calmantes. Conectada a un gotero de carboplatino con etop¨®sido, Danae Castej¨®n recibe el ¨²ltimo ciclo de su cuarto tratamiento. Le dieron meses de vida cuando ten¨ªa 27 a?os. No encontraban de d¨®nde arrancaba una met¨¢stasis que le hab¨ªa sembrado de tumores los ovarios. ¡°Al final estaba en la ves¨ªcula¡±. Hoy, tres a?os despu¨¦s, y con las u?as pintadas de verde, agradece no haber conocido ese diagn¨®stico tan dr¨¢stico que adem¨¢s result¨® fallido.
El doctor Lobo habla de ¡°verdad soportable¡±. ¡°Somos claros, pero no puedes cerrar todas las puertas. Aunque no exista posibilidad de curaci¨®n, explicamos lo que se puede hacer¡±. Lo que el enfermo puede hacer result¨® ser mucho en el caso de Danae. Descubrir sus tumores le cost¨® varias visitas a una m¨¦dica de cabecera que los confundi¨® con gases hasta que un TAC revel¨® el rosario de ¡°bichitos¡±, como tantos pacientes los llaman. Cuenta que su ginec¨®logo sali¨® llorando del quir¨®fano: ¡°No pod¨ªan tocar el h¨ªgado porque un tumor rozaba el nervio. Tres semanas despu¨¦s el h¨ªgado estaba limpio¡±. ?Qu¨¦ hab¨ªa ocurrido?
Ella cree que una dieta con alimentos antiinflamatorios ayud¨® a la quimioterapia. Su hermana dio con el libro de la doctora Odile Fern¨¢ndez, Mis recetas antic¨¢ncer (Urano), y sum¨® verduras y c¨²rcuma al tratamiento tradicional. ¡°Me cost¨® dejar el az¨²car¡±, recuerda. Se seca las l¨¢grimas como quien se espanta una mosca, pero narra su historia con energ¨ªa: ¡°La doctora me repite que para ella soy importante. Y yo la creo, soy un caso raro y eso interesa a todo el mundo¡±.
La enfermedad consume anualmente en Espa?a en torno a 5. 000 millones de euros.
Cada vez m¨¢s especialistas consideran que el enfermo puede y debe ayudar a su curaci¨®n. Fern¨¢ndez, m¨¦dico de familia, sostiene que el c¨¢ncer est¨¢ ¡°fomentado por el aumento del sedentarismo, el estr¨¦s y los pesticidas¡± ¡ªla Uni¨®n Europea es el principal productor de pesticidas del mundo, el 72% para consumo propio. La atrazina, que como el DDT termin¨® prohibi¨¦ndose, cambiaba el sexo de los peces a los r¨ªos a los que llegaba¡ª. Y cree que uno de cada tres casos ¡°es prevenible con la alimentaci¨®n¡±. Ella misma escribi¨® su libro tras superar un c¨¢ncer de ovarios con met¨¢stasis en estadio IV, el m¨¢s grave. ¡°Lo habitual es morir en cinco a?os o pasar por varias quimios¡±, explica por tel¨¦fono. Una quimioterapia no solo destroza las c¨¦lulas malignas, tambi¨¦n destruye las sanas. Por eso cada cuerpo puede soportar un m¨¢ximo dependiendo del estado de sus defensas. Fern¨¢ndez lleva siete a?os sin c¨¢ncer, convencida, como Danae, de que su enfermedad ha evolucionado mejor gracias a la medicina integrativa: ¡°Alimentarse bien es cuidarse tres veces al d¨ªa¡±.
¡°Los casos sorprendentes tambi¨¦n se dan en gente que no hace dietas¡±, advierte la doctora Escarlata L¨®pez, jefa del servicio de oncolog¨ªa radioter¨¢pica en la Fundaci¨®n Jim¨¦nez D¨ªaz. Reconoce que la cultura m¨¦dica acepta mejor las soluciones farmac¨¦uticas que el poder curativo del ejercicio o la dieta. ¡°Estamos ante un campo abonado para charlatanes y oportunistas, y por eso los m¨¦dicos debemos atender ese frente demandado por pacientes y dejado de lado por la medicina tradicional¡±, insiste. El paciente oncol¨®gico ans¨ªa contribuir a su cura, pero el doctor Lobo advierte de uno de los grandes peligros del tratamiento del c¨¢ncer, la automedicaci¨®n: ¡°El 86% de los pacientes se automedican a escondidas. Creen que las vitaminas refuerzan sus defensas, pero cuando se est¨¢ controlando el crecimiento celular, las vitaminas pueden falsear resultados¡±.
Yolanda a veces se hace coletas y es dif¨ªcil darse cuenta de que lleva peluca. Danae la compr¨® por correo ¡ªcuestan entre 300 y 1.800 euros¡ª. Yo pens¨¦ que hab¨ªa llegado el momento de probar una melena lisa, como la de Cleopatra, pero hay que tener la mano adiestrada para retirarse continuamente el pelo de la cara. Los turbantes me emparentaban con la jequesa de Qatar, por eso al final utilic¨¦ pa?uelos. Sent¨ªa que disfrazar las huellas del c¨¢ncer era contribuir a su oscurecimiento. Bastante ten¨ªa con sufrirlo como para tener que esconderlo. Tal vez me obsesion¨¦. Pero puede que el c¨¢ncer sea m¨¢s llevadero cuanto menos tenga uno que cambiar.
Tener una antigua relaci¨®n con esta enfermedad est¨¢ detr¨¢s de muchos de los que circulan por la planta de oncolog¨ªa. Alexander Ortiz, un barman peruano, super¨® un linfoma de Hodgkin y ahora informa sobre cursos, conferencias y seminarios en la Asociaci¨®n Espa?ola contra el C¨¢ncer (AECC). Para el doctor Lobo, curar a su madre fue una de las satisfacciones de su vida. ¡°La mayor es sanar a un joven con mal pron¨®stico y que, pasados los a?os, llegue un d¨ªa a la consulta con sus hijos¡±. Tambi¨¦n la doctora Escarlata L¨®pez diagnostic¨® a su madre: ¡°Se resist¨ªa diciendo que eran nervios¡±. En el departamento de oncolog¨ªa radioter¨¢pica, Amaia Ilundain eligi¨® esta especialidad ¡°porque llegas a casa sin dudar sobre lo que es y lo que no es importante¡±. Lobo advierte a sus alumnos de que para ser onc¨®logo es preciso tener una vida personal muy estable. Su hija lo es en el hospital Severo Ochoa. ?C¨®mo le transmiti¨® la vocaci¨®n? ¡°Le dije que eligiera cualquier especialidad menos esta¡±.
Lobo recuerda que el m¨ªtico manual Cecil-Loeb pregunta: ?qu¨¦ espera el paciente de su m¨¦dico? ¡°Lo primero que pens¨¦ fue: que lo sane. Pero resulta que no. Muchos pacientes no esperan que los cures, esperan que los escuches¡±. En su libro Talking and Writing, el arquitecto Norman Foster relata que no quiso tumbarse en el sill¨®n reclinable y pidi¨® silla y mesa para trabajar durante sus ciclos de quimio. ¡°Son los enfermos los que est¨¢n empujando hoy muchos de los cambios¡±, explica Odile Fern¨¢ndez. ¡°En medicina, a veces peque?as cosas ¡ªlavarse las manos o acariciar a los beb¨¦s en la UVI¡ª han tenido grandes resultados¡±, recuerda la doctora L¨®pez. El cuidado del cuerpo como medicina preventiva podr¨ªa abaratar las curas de una enfermedad que consume anualmente en Espa?a unos 5.000 millones de euros, un 12% del presupuesto sanitario. Aunque es dif¨ªcil determinar el coste medio de un tratamiento, solo el imatinib ¡ªcomercializado aqu¨ª como Glivec¡ª, para la leucemia, cuesta 30.000 euros por paciente y a?o. Cuando expira la patente, los gen¨¦ricos se venden por un 10% de ese importe.
Que pacientes con linfoma de Hodgkin tengan una esperanza de vida del 80% en Europa y del 35% en EE?UU no revela d¨®nde est¨¢ m¨¢s avanzada la medicina. Explica qui¨¦n puede pagarla. Sistemas sanitarios como el estadounidense tienen en cuenta las posibilidades de cura a la hora de aprobar un tratamiento. ?Se abaratar¨¢n alguna vez? Hoy son las empresas farmac¨¦uticas las que pagan la costos¨ªsima investigaci¨®n. Y quieren rentabilizarla.
Cuando uno es onc¨®logo, ¡°llega a casa sin dudar sobre lo que es y no es importante¡±.
¡°Ya hay estudios que hablan de la reducci¨®n de costes que producir¨ªa la implantaci¨®n de la medicina integrativa en la sanidad p¨²blica¡±, dice Odile Fern¨¢ndez. Uno queda agotado tras un ciclo de quimio, pero, oh, milagro, mejora si en lugar de tumbarse hace ejercicio. Lo que rompe el sedentarismo, activa el cuerpo y la mente. La doctora L¨®pez defiende sumar al tratamiento tradicional la relajaci¨®n, ¡°que reduce la ansiedad y hace que uno necesite menos f¨¢rmacos¡±. Cuando la prob¨¦ me pareci¨® una p¨¦rdida de tiempo. Una persona inteligente hubiera entendido con eso cu¨¢nto la necesitaba. Busqu¨¦ v¨ªdeos en Google, pero solo prob¨¦ los que duran 10 minutos. Hasta que mi marido me cogi¨® del brazo cuando corr¨ªa para cruzar con el sem¨¢foro en naranja. ¡°Creo que lo que entienden por relajaci¨®n no es exactamente esto¡±.
Carmen Gabarre no lleva ni peluca ni pa?uelo. Hace ganchillo y tras conocer al tr¨ªo de cr¨®nicos del colon, Manuel, Gregorio y Leandro ¡ªque nunca se tumba y recorre la sala empujando su gotero para saludar a otros enfermos¡ª, exclama: ¡°Qu¨¦ ambientazo, los del martes est¨¢n siempre llorando, voy a pedir que me cambien de d¨ªa¡±. La quimio le est¨¢ reduciendo el tumor antes de la operaci¨®n. Los de pecho tienen mejor pron¨®stico dependiendo de a qu¨¦ reaccionan. En otras partes del cuerpo, los tumores siguen siendo enigmas parecidos al que Hip¨®crates bautiz¨® como cangrejo. Seg¨²n la OMS, al a?o mueren de c¨¢ncer m¨¢s de ocho millones de personas. ¡°Cada vez hay m¨¢s y cada vez se salvan m¨¢s¡±, resume Encarni, la enfermera que espera a que Chen, una paciente china, le pase el m¨®vil para comunicarse con ella a trav¨¦s de un int¨¦rprete al otro lado de la l¨ªnea.
Durante tres meses, vengo aqu¨ª todos los mi¨¦rcoles. Y luego cada tres semanas para recibir anticuerpos. A pesar de que muchos pacientes prestamos atenci¨®n a la dieta, en el hospital de d¨ªa nos dan s¨¢ndwiches y flanes industriales. ¡°La gente se lo come mejor¡±, justifica una enfermera. ¡°Yo lo cojo para d¨¢rselo a los pobres¡±, dice una paciente mirando mi ensalada. Lina Garc¨ªa ¡ª?que acude a revisi¨®n tras superar un c¨¢ncer de mama metast¨¢sico¡ª cree que durante la quimio sacas fuerzas de flaqueza, como si estuvieras en una carrera de obst¨¢culos. ¡°El problema llega luego, cuando te falla la memoria¡±. ¡°A los aut¨®nomos parece que os sienta mejor la quimio. Tienes un aspecto estupendo¡±, dice mi dentista, que no me cobra la visita. Lina opina que tener buen aspecto acaba perjudic¨¢ndonos. ¡°No s¨¦ si esperan vernos llorar por las esquinas, pero si te pintas y sonr¨ªes, la gente deja de ver nuestros peque?os dramas¡±. Ella le pidi¨® al cirujano que le quitara ambos pechos. ¡°Estoy separada. Tengo un hijo peque?o y mis padres viven en Albacete. Ten¨ªa que acabar con el problema¡±. Uno aprende a conformarse. Pero tambi¨¦n a no perder el tiempo. ¡°Lo que no me aporta, lo aparto¡±, resume. El c¨¢ncer deja las cosas claras.
El doctor D¨ªaz Miguel te opera el pecho como si fuera el suyo. De confiar en un m¨¦dico arranca la cadena de especialistas en cuyas manos pones tu futuro. Los m¨ªos ni te abrazan ni dan mucha importancia a tus paranoias, pero entiendes a la primera lo que puedes o no debes hacer. Lobo vive pendiente de los an¨¢lisis de sangre que te hacen a primera hora para comprobar si tienes defensas para soportar la quimioterapia. El d¨ªa que termino me hacen dos tatuajes en el pecho para que una f¨ªsica calcule el ¨¢rea donde me van a radiar.
En el pasillo que conduce al acelerador que te radia hay una fotograf¨ªa de una catarata retroiluminada, como de restaurante chino, que busca relajar al paciente. La tom¨® una enfermera durante su luna de miel. La radio no se ve. Pero puede tener consecuencias al cabo del tiempo, como un hipotiroidismo en pacientes de c¨¢ncer de mama. Constato que los aceleradores son cada vez m¨¢s precisos: hace cuatro a?os, mi c¨¢ncer primario recibi¨® 30 sesiones. Para tratar el tumor infiltrado, ha bastado con 16.
A pesar de esos avances y de que el c¨¢ncer sea hoy una enfermedad mayoritariamente cr¨®nica, mi onc¨®logo no es optimista: ¡°No todos se curan, los tratamientos de ves¨ªcula o p¨¢ncreas apenas han evolucionado¡±. Admite que los logros de la inmunoterapia eran inimaginables. Los tumores avanzados desarrollan frenos para que el sistema inmunitario no los destruya. Hoy se sabe c¨®mo contrarrestar esos frenos. Los quitas y el sistema inmunitario ataca el tumor. El problema es el de siempre: la cantidad de mal que se puede soportar para conseguir el bien: ¡°Al quitarlos, el sistema inmunitario provoca da?os en el organismo¡±, explica Lobo. Por eso cree que la clave est¨¢ en el diagn¨®stico precoz y en la prevenci¨®n: ¡°El c¨¢ncer primario de h¨ªgado tiene relaci¨®n con la hepatitis B. Simplemente vacunar a la gente puede prevenir su desarrollo¡±.
Como les suced¨ªa a las familias de Tolst¨®i, las c¨¦lulas normales son id¨¦nticamente normales, pero cada maligna elige su propio camino para serlo. Por eso no puede haber un modelo simplista en la prevenci¨®n. ¡°Son los c¨¢nceres que m¨¢s aumentan, pr¨®stata y mama, los que reciben m¨¢s atenci¨®n de la industria farmac¨¦utica¡±, explica L¨®pez, recordando que son hormonodependientes: ¡°Eso los relaciona con lo que comemos¡±.
El c¨¢ncer tiene un problema m¨¦dico y otro social. Hay pacientes que requieren cuidados las 24 horas en familias que no pueden dejar el trabajo. Tambi¨¦n hay enfermos apartados del trato con el p¨²blico porque ¡°una mujer sin cejas no puede vender cosm¨¦ticos¡±. Esta dolencia destroza algunas familias y crea otras. Entre los enfermos se da una intimidad instant¨¢nea, una especie de hermandad impensable entre desconocidos. Es una etapa dif¨ªcil y l¨²cida a partes iguales, por eso una amiga habla ¡°del club de los privilegiados¡±. Atraviesas un estado en el que no dejas de aprender, una experiencia extrema en la que te juegas la vida mientras te enfrentas a lo que eres. El c¨¢ncer te obliga a afrontar qu¨¦ comes y bebes, a analizar qu¨¦ priorizas y a repensar a qu¨¦ quieres dedicar tu tiempo. Ahora me urge demostrar m¨¢s los afectos. Uno siente urgencia por diferenciar entre lo irrelevante y lo fundamental. Y su vida se reordena. Por eso el c¨¢ncer transforma a la gente. El onc¨®logo Siddhartha Mukherjee est¨¢ convencido de que si el aterrador juego de tratamiento, resistencia, recurrencia y m¨¢s tratamiento puede extenderse m¨¢s y m¨¢s, tambi¨¦n el c¨¢ncer se transformar¨¢. Y dejar¨¢ de aterrorizarnos.
Tras la ¨²ltima quimio, me despido del doctor Lobo. Extiendo la mano y se acerca para darme dos besos. ¡°No te despidas¡±, dice. ¡°La relaci¨®n entre paciente y onc¨®logo es para toda la vida¡±.
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