Invierno en Europa: emergencia humanitaria
El director del documental Invierno en Europa, que se estrena este s¨¢bado 18 de noviembre en Madrid, relata la desolaci¨®n que reina entre los refugiados de la frontera serbia
Me gustar¨ªa hablar en presente, aunque rod¨¦ hace ochos meses, porque lo que ocurri¨® all¨ª, en este preciso instante, est¨¢ volviendo a ocurrir. Es una emergencia humanitaria. No hay en Serbia suficiente ayuda como para poder garantizar la supervivencia de personas. Decido viajar a Belgrado a finales de enero de 2017 porque me asalta una intuici¨®n que no me deja dormir. El relato de los refugiados se est¨¢ apagando. La imagen del refugiado que llega a trav¨¦s de las pantallas de televisi¨®n y los art¨ªculos de prensa est¨¢ perdiendo un sentido real. La verg¨¹enza que todos sentimos como ciudadanos europeos, de no estar a la altura en el mayor conflicto humanitario desde la Segunda Guerra Mundial, se est¨¢ diluyendo.
La primera vez que Jos¨¦ Mart¨ªn Rosete, director de fotograf¨ªa, Ram¨®n Rico, sonidista, y yo plantamos la c¨¢mara en el suelo no tenemos la seguridad de ser capaces de poder grabar este documental. Hace un fr¨ªo atroz en Belgrado. Acabamos de llegar a la vieja estaci¨®n abandonada donde se encuentra el asentamiento, y el paisaje es apocal¨ªptico. No parece real. A los tres nos viene inmediatamente a la cabeza esa imagen tan retratada de los campos de concentraci¨®n nazis.
Al doblar la primera esquina de la estaci¨®n y adentrarnos en una especie de aparcamiento para los trabajadores y viajeros, descubrimos una cola de unos ochocientos hombres con edades entre los 15 y los 40 a?os, esperando en fila a que unos voluntarios sin recursos les den un paquete con una bolsa de patatas fritas, algo de fruta, y unas chocolatinas. Eso es todo lo que van a comer ese d¨ªa. Se tapan con mantas grises y todos visten con ropas negras y zapatos llenos de barro. Miran al infinito. Apenas hablan entre ellos. A su alrededor hay cuatro barracones abandonados llenos de monta?as de basura, charcos de agua y barro, y un humo negro que lo impregna todo.
Desde el primer momento intuyo que ese humo negro va a ser el primer plano del documental. Es terror¨ªfico, nauseabundo, irrespirable y denso
Desde el primer momento intuyo que ese humo negro va a ser el primer plano del documental. Es terror¨ªfico, nauseabundo, irrespirable y denso. Lo ocupa todo. Proviene de las maderas que la gente quema para calentarse, y estas pertenecen a la antigua v¨ªa de tren de la estaci¨®n abandonada. Los tablones est¨¢n barnizados con un material t¨®xico que, al quemarse, produce un humo negro parecido al que sale de un neum¨¢tico cuando lo prendes. No sabr¨ªa c¨®mo explicar hasta qu¨¦ punto el olor de ese humo se le queda a uno clavado en la memoria. No te lo puedes quitar de encima. No hay manera de huir de ¨¦l.
Dentro de los barracones, el infierno toma la forma de un terror¨ªfico horno donde la humareda no te deja ver m¨¢s all¨¢ de un metro. El fuego de las hogueras que se acumulan a lo largo de la gigantesca estancia parece que flota dentro en esa neblina. Solo se siente la presencia de las personas alrededor por las toses. Decenas de toses, esputos y lamentos nos rodean sin poder nosotros saber muy bien de d¨®nde vienen. Solo cuando nos sentamos junto a una de esas hogueras empezamos a entender lo que est¨¢ ocurriendo.
Da igual las veces que lo hayamos podido ver en un informativo, o una foto en prensa. Lo que ocurre alrededor de esas hogueras es el drama hist¨®rico de la Europa del siglo XXI. Las personas y la supervivencia instalada en sus ojos, y el instinto, la fuerza, el valor... Y la rabia. Son maestros, funcionarios, ingenieros, estudiantes o, simplemente, ni?os. Su mirada es buena, honesta e inteligente. Y generosa. Todos ellos nos invitan a compartir lo poco que tienen, aunque saben que nosotros tenemos donde volver despu¨¦s de la visita y hospedarnos como europeos.
Al final del d¨ªa, cuando se va la luz, un grupo de adolescentes nos invita a entrar en donde viven, un viejo contenedor de hierro en el que, con colchones ro¨ªdos y mantas, se resguardan del fr¨ªo. Ninguno de ellos habla ingl¨¦s, y nosotros tampoco hablamos past¨²n, as¨ª que la conversaci¨®n termina pronto, aunque los chavales abren una botella de refresco y nos dan un vaso a cada uno. No nos preguntan si queremos o no. Su familia les ha ense?ado que cuando alguien entra en su casa tienen que compartir. No me gustar¨ªa entrar en lecciones comunes o t¨®picos, pero la mirada de estos j¨®venes que nos sonr¨ªen para que nos animemos y nos dan lo que tienen me revienta por dentro y me hace sentir que pertenezco a un mundo y a un sistema que es ya escoria moral. Es ego¨ªsta en su manera de entender las relaciones humanas y la competencia.
Es muy dif¨ªcil asimilar lo que ocurre all¨ª. Cuando volvemos al hotel la primera noche no queremos hablar. Es evidente que los tres estamos adquiriendo el compromiso de que esta pel¨ªcula sea m¨¢s que una pel¨ªcula. Cuando repaso el material grabado empiezo a entender la fuerza que tiene la fotograf¨ªa de Jose y creo que la ¨²nica posibilidad de transmitir lo que siento es mantener los silencios, quedarme en las miradas y dejar que respiren los testimonios. Traducir en im¨¢genes una atm¨®sfera. Pero ser¨ªa absurdo olvidar la fuerza de la palabra. El testimonio de Said deber¨ªa ser o¨ªdo y repetirse una y otra vez para entender qu¨¦ representa en acciones el comportamiento de la Uni¨®n Europa con la cuesti¨®n migratoria. Con sus palabras, las palabras de Said, un joven estudiante de 18 a?os, me gustar¨ªa terminar este texto.
¡°Llegu¨¦ hasta la frontera y cort¨¦ la valla. Despu¨¦s de atravesarla me captur¨® la polic¨ªa al otro lado. Nos soltaron los perros , pero no nos llegaron a morder. Cada vez que el perro se me echaba encima le tiraba una manta a la cabeza. Despu¨¦s se llevaron los perros y me quitaron el abrigo. Me quitaron los zapatos, los guantes, y todo lo que ten¨ªa. Llevaban porras en la mano. Nos golpearon con ellas y luego nos registraron. Me robaron el m¨®vil, el dinero y lo que llevaba en el bolsillo. Despu¨¦s la polic¨ªa nos cogi¨® y nos trajo de nuevo. Caminamos hasta la valla y de nuevo usaron a los perros para asustarnos y ponernos en fila. Estaba nevando, nos hab¨ªan cogido los zapatos y todo y nos hicieron sentarnos en la nieve. Nos hicieron sentarnos en el barro y la nieve descalzos. Nos tuvieron all¨ª como una hora, hora y media. Despu¨¦s nos deportaron".
Y de nuevo es invierno en Europa.
Estreno de Invierno en Europa
Invierno en Europa es el primer documental de Polo Men¨¢rguez. Ha recibido una menci¨®n especial en la pasada SEMINCI y es candidato a Mejor Documental a los Premios Goya. Este s¨¢bado 18 de noviembre llega a Cineteca con un tema que sigue golpeando las puertas de Europa: la migraci¨®n, en este caso de afganos esperando en Serbia, en condiciones infrahumanas, que se abran las fronteras.
Preestreno con D¨ªas De Cine:
- S¨¢bado 18/11 | 16:00 | Cineteca/Matadero| Plaza de Legazpi, 8.
Estreno en Sala La Morada:
- Lunes 27/11 y viernes 1 /12 |20:00 |Calle de la Palma, 11.
- Martes 28, mi¨¦rcoles 29 y jueves 30/11 | 18:30| Calle de la Palma, 11.
Polo Men¨¢rguez es director del documental Invierno en Europa. Estudi¨® Comunicaci¨®n Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. Ha trabajado en equipos de realizaci¨®n de varios programas de televisi¨®n como Masterchef y actualmente en Deportes Cuatro. Paralelamente ha rodado como director y guionista los filmes La Culona,? Eric Likes Chicken, Son Los Padres, Dos Amigos y Si Tuvieran Ojos, todos galardonados con diversos premios.
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