Culto al cargo
En el Pac¨ªfico agitan ca?as. Aqu¨ª varas de alcaldes. Pero es la misma b¨²squeda de un poder fantasioso
Cuando los habitantes de las islas de Melanesia ¡ªo de otros territorios remotos¡ª entraron en contacto con la civilizaci¨®n occidental, desarrollaron una curiosa creencia. Imaginaron que sus ancestros hab¨ªan gozado de las ropas, armas y artilugios prodigiosos de los blancos. Y los esp¨ªritus de los antecesores volver¨ªan para devolv¨¦rselos a sus leg¨ªtimos herederos si ¨¦stos eran capaces de llevar a cabo sacrificios extremos. Ilusionadas por esta fe, muchas comunidades quemaron sus cosechas, mataron sus reses y se entregaron a ritos variopintos, como desfilar con ca?as a modo de los fusiles de los soldados.
El autocastigo ceremonial de un pueblo para retornar a un supuesto para¨ªso pret¨¦rito es conocido como el ¡°culto del cargamento¡±. Porque estaba inducido por las riquezas que cargaban los barcos occidentales. Los antrop¨®logos explican esta inmolaci¨®n aparentemente descabellada como una forma que tienen los pueblos de gestionar un repentino sentimiento de inferioridad.
El concepto de culto del cargamento ha sido rescatado por algunos analistas para entender la victoria de Trump y del Brexit. Pero la podemos aplicar tambi¨¦n al auge del independentismo catal¨¢n. En los tres casos, han surgido predicadores oportunistas que han sabido capitalizar una sensaci¨®n de decadencia relativa en sus sociedades. Han vendido exitosamente la idea de que su tribu est¨¢ perdiendo en comparaci¨®n con otras: la Am¨¦rica blanca frente a China y los inmigrantes, la imperial Breta?a frente a Europa, o Catalu?a frente a Madrid.
Las tres religiones del cargamento exigen a sus ciudadanos que sacrifiquen su bienestar econ¨®mico a corto plazo. Los seguidores del culto en EE?UU, Reino Unido y Catalu?a son conscientes de que levantar muros y romper lazos comerciales con China, M¨¦xico o la UE perjudica su prosperidad a d¨ªa de hoy. Pero vale la pena. A cambio, los l¨ªderes del movimiento les han prometido que su pueblo, objetivamente superior a los dem¨¢s, recuperar¨¢ la grandeza que le ha sido injustamente arrebatada.
En el Pac¨ªfico agitan ca?as. Aqu¨ª varas de alcaldes. Pero es la misma b¨²squeda de un poder fantasioso. @VictorLapuente
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