SESC Bertioga: el turismo social es posible
Centro vacacional de calidad para el cliente y para el trabajador en Brasil
Recientemente estuve en Sao Paulo impartiendo un curso sobre turismo y trabajo organizado por el Servicio Social del Comercio (SESC) dentro de un ciclo sobre la ¨¦tica en el turismo. Las organizadoras insistieron en que deb¨ªa tomar un tiempo para visitar el Centro Vacacional que el mismo SESC tiene a orillas del mar en Bertioga, a unas dos horas en autom¨®vil de Sao Paulo.
Acostumbrado a propuestas alternativas de diverso tipo, confieso que acept¨¦ la invitaci¨®n, m¨¢s por agradecer su atenci¨®n que porque aquella iniciativa me interesara en especial. Pero nada m¨¢s llegar, me di cuenta de que aquello no era como me hab¨ªa imaginado. Las dimensiones y la belleza del lugar superaron mis expectativas. El resto de la visita fue de sorpresa en sorpresa.
A medida que transcurr¨ªa el d¨ªa, me fui convenciendo de que es posible organizar el turismo de otro modo tambi¨¦n a gran escala. Habitualmente las experiencias alternativas con las que me he encontrado dif¨ªcilmente superan el tama?o de una comunidad, una cooperativa o una red de establecimientos particulares. El SESC Bertioga era enorme, pero no solo eso.
En el viaje a Bertioga, mis acompa?antes me contaron que el SESC hab¨ªa sido fundado en 1946 por el empresariado del comercio, los servicios y el turismo. Se trata de un proyecto cultural y educativo dirigido fundamentalmente a los trabajadores y trabajadoras de estas actividades, aunque abierto a un p¨²blico amplio y accesible para personas de escasos recursos.
Me contaron tambi¨¦n que en sus ¨®rganos directivos cuentan con representantes del sector empresarial a trav¨¦s de Fecomercio, miembros del Ministerio del Trabajo y de las organizaciones sindicales. Su financiaci¨®n es producto de las contribuciones obligatorias del empresariado de estos sectores, que aporta un 1,5% sobre el conjunto de los salarios pagados en sus respectivas empresas.
El principal foco de atenci¨®n del SESC es la cultura en sus distintas manifestaciones. En el Estado de Sao Paulo dispone de una red de m¨¢s de treinta centros culturales ¨Cque d¨ªas despu¨¦s tambi¨¦n me interes¨¦ en visitar¨C, donde se organizan todo tipo de actividades art¨ªsticas, deportivas, socioeducativas¡ e incluso ofrecen servicios odontol¨®gicos a muy bajo costo. Adem¨¢s, cuenta con un canal de televisi¨®n, un portal de Internet, una editorial, un sello de DVD y CD, y un centro de investigaci¨®n y formaci¨®n.
Un centro vacacional para trabajadores
El Centro Vacacional del SESC Bertioga, ubicado en el Estado de Sao Paulo, fue inaugurado en 1948, en un momento en que el Estado brasile?o pon¨ªa en marcha sus pol¨ªticas de turismo social. Se concibi¨® como un lugar dedicado al descanso, el ocio y el desarrollo cultural de los trabajadores brasile?os vinculados al comercio, los servicios y el turismo. Se instal¨® en una zona costera dedicada fundamentalmente a la pesca de ballenas para la extracci¨®n de aceite, usado en aquella ¨¦poca para la iluminaci¨®n de las calles.
Ninguna de las trabajadoras hac¨ªa horas extras, porque la cantidad de trabajo? es asumible durante su jornada.
Con el tiempo el municipio ha ido transform¨¢ndose y alrededor del Centro Vacacional se ha producido un destacable proceso de urbanizaci¨®n, en parte para dar acogida a los mismos trabajadores y sus respectivas familias. Adem¨¢s, por su proximidad a Sao Paulo y las caracter¨ªsticas de la zona, han florecido numerosos proyectos tur¨ªstico-residenciales que han ido ocupando todo el litoral del municipio.
Actualmente el SESC Bertioga tiene una extensi¨®n de 439.000 m2, m¨¢s toda el ¨¢rea de playa que hay frente a sus instalaciones, que es totalmente p¨²blica y de libre acceso. Su capacidad de alojamiento es de mil personas, que pueden instalarse en 12 ¨¢reas de apartamentos y 50 casas, m¨¢s cuatrocientos visitantes que pueden utilizar sus instalaciones. El Centro tiene una intensa programaci¨®n cultural y art¨ªstica, con espect¨¢culos de primera l¨ªnea actualmente en Brasil.
Adem¨¢s, se organizan actividades deportivas y recreativas de todo tipo. Dispone de m¨¢s de una treintena de espacios dedicados a distintos p¨²blicos e intereses. Y se organizan actividades regulares para ni?os y ni?as, o para la sanaci¨®n y el cuidado del cuerpo. Cuenta tambi¨¦n con un ¨¢rea de reserva natural y un centro de interpretaci¨®n de la naturaleza.
La gran mayor¨ªa de los clientes alojados en el SESC Bertioga son trabajadores o jubilados del turismo, el comercio y los servicios, que acceden a trav¨¦s de un sistema de sorteo. Para los trabajadores de estos sectores el coste es de 85 reales por d¨ªa (unos 22 euros), que incluye el alojamiento, tres comidas (sin bebidas alcoh¨®licas) y toda la programaci¨®n sociocultural, y 241 reales (unos 62 euros) para quienes no son trabajadores del sector.
En un 80% la clientela del centro no llega a los 5 salarios m¨ªnimos, seg¨²n me explica con orgullo Henrique Barcelos Ferreira, su gerente adjunto. Y cuando le pregunto qu¨¦ es lo que m¨¢s le satisface de su trabajo no duda en responder que poder brindar un servicio de tanta calidad, tanto en sus instalaciones como en la programaci¨®n de actividades, a gente trabajadora.
Condiciones de trabajo
En la mejor tradici¨®n del turismo social impulsado durante d¨¦cadas en Am¨¦rica Latina, en la gesti¨®n del SESC Bertioga no solo existe una preocupaci¨®n por hacer accesibles unas instalaciones tur¨ªsticas de calidad a los trabajadores del sector, sino que tambi¨¦n hay una apuesta por garantizar unas condiciones laborales dignas para quienes trabajan en ¨¦l. As¨ª, en la Declaraci¨®n de Montreal aprobada en 1996 por la Organizaci¨®n Internacional del Turismo Social (OITS), a la que est¨¢ afiliada el SESC a trav¨¦s de su regional para Las Am¨¦ricas, se estableci¨® que el sector tur¨ªstico deb¨ªa garantizar tambi¨¦n los derechos fundamentales de los trabajadores del turismo (art. 6). En el SESC Bertioga se ha buscado por m¨²ltiples v¨ªas c¨®mo traducir este objetivo en una realidad cotidiana.
Las responsables del SESC Sao Paulo, como sab¨ªan de mi inter¨¦s espec¨ªfico por estas cuestiones, pidieron que pudiera tener un encuentro a solas con las camareras de piso del centro, para que fueran ellas mismas las que me contaran c¨®mo era su trabajo. Sorprendidas de que ellas fueran el principal inter¨¦s de mi visita, me fueron detallando, como sin darle importancia, pero cada vez con mayor orgullo, c¨®mo era su d¨ªa a d¨ªa en el trabajo.
El SESC Bertioga cuenta actualmente con 370 trabajadores contratados de forma directa. Entre ellos hay treinta y seis camareras de piso, dos supervisoras y dos encargadas. Su salario es de 1989 reales al mes (unos 515 euros), cuando el salario m¨ªnimo en el pa¨ªs es de 937 reales (unos 243 euros). Trabajan 44 horas semanales, de las 8 de la ma?ana a las 16.20 h. Tienen una carga laboral de cinco apartamentos de salida por d¨ªa, u ocho cuando los clientes permanecen en el Centro, en los que invierten aproximadamente unos 40 minutos en cada uno. Ninguna de las trabajadoras dijo tener que hacer horas extras, porque la cantidad de trabajo asignada es perfectamente asumible durante su jornada. Entre los aspectos que destacaron las trabajadoras sobresale el hecho de que no siempre tienen todas las instalaciones ocupadas a diario. De este modo, cuando sale una parte de los clientes no es necesario que corran para dejar el apartamento listo para el siguiente, y esto facilita que las camareras de piso puedan distribuir mejor las cargas de trabajo e ir a un ritmo normal de forma regular. Esto forma parte de una pol¨ªtica de la gerencia del Centro para facilitar los trabajos de limpieza.
Por otra parte, en la ¨²ltima remodelaci¨®n de las instalaciones que se hizo en el SESC Bertioga, se consult¨® a las trabajadoras qu¨¦ cambios pensaban que podr¨ªan mejorar su trabajo. As¨ª, por indicaci¨®n de las camareras de piso, todo el mobiliario de los apartamentos, como camas, armarios o neveras, tienen ruedas para facilitar su movilidad. Las habitaciones adem¨¢s no est¨¢n sobrecargadas de objetos y han sido dise?adas con mucha simplicidad, lo que reduce tambi¨¦n las tareas de limpieza. Y en cada pabell¨®n hay una sala en la que las camareras tienen todo el material de limpieza, adem¨¢s de las s¨¢banas y toallas, correspondientes a aquella ¨¢rea de apartamentos. Por otra parte, pueden dejar la ropa sucia en la puerta de cada apartamento para que el personal de lavander¨ªa la recoja a trav¨¦s de un servicio motorizado, y evitar as¨ª que las trabajadoras tengan que arrastrar pesados carros como ocurre en la mayor¨ªa de hoteles de playa.
A pesar de los avances indudables en las condiciones laborales del SESC Bertioga, todav¨ªa existen aspectos que podr¨ªan ser mejorados. Por ejemplo, una parte de su plantilla, asociada a tareas de seguridad, servicios de salud o algunas ¨¢reas de limpieza, est¨¢ externalizada, con lo cual estos trabajadores y trabajadoras no gozan de las mismas condiciones laborales que el resto. De todas formas, siguen teniendo mejores condiciones que el promedio de trabajadores en este sector.
Tomar ejemplo
Durante el regreso a Sao Paulo pensaba en cu¨¢nto pod¨ªamos aprender de esta experiencia. En Espa?a, el empresariado tur¨ªstico tradicionalmente ha sido reacio a cualquier tipo de fiscalidad espec¨ªfica por sus actividades. Incluso cuando se ha creado una tasa tur¨ªstica, como en Catalu?a o Baleares, en muchos aspectos reducida a la misma promoci¨®n o a paliar ciertos desperfectos generados por el turismo, ha mostrado su oposici¨®n, cuando menos inicial.
Tanto en Espa?a como en Latinoam¨¦rica, nos queda un largo camino por recorrer si de verdad queremos apostar por la sostenibilidad tur¨ªstica. Recuperar principios b¨¢sicos del turismo social podr¨ªa ser uno de los pasos que hay que dar. Pensar en los trabajadores y trabajadoras, tanto de quienes pueden disfrutar de estos servicios tur¨ªsticos como de quienes trabajan en ellos, es tambi¨¦n imprescindible. Experiencias como el SESC Bertioga son inspiradoras de c¨®mo se deber¨ªan gravar fiscalmente las actividades tur¨ªsticas y qu¨¦ podr¨ªa hacerse con esos recursos. Sin duda la visita mereci¨® la pena.
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