?Act¨²a usted de forma racional con su dinero?
La econom¨ªa del comportamiento sostiene que las decisiones que tienen que ver con nuestras finanzas no siempre obedecen a criterios racionales, sino a factores sociales y psicol¨®gicos. Una influencia bien aprovechada por Gobiernos, familia y compa?¨ªas.
Necesita usted un empujoncito a la hora de ahorrar m¨¢s y le cuesta tomar las decisiones adecuadas? Seg¨²n Richard Thaler, ¨²ltimo premio Nobel de Econom¨ªa, la respuesta es afirmativa. Para ello, este profesor de la escuela de negocios de la Universidad de Chicago aplica la teor¨ªa por la que ha conseguido tan distinguido reconocimiento: la econom¨ªa del comportamiento. Para Thaler, los seres humanos no siempre actuamos racionalmente cuando tomamos decisiones que tienen que ver con nuestro bolsillo, sino que ciertas actitudes, la falta de autocontrol y las preferencias sociales pueden afectarnos a la hora de pensar en nuestro dinero m¨¢s de lo que creemos. As¨ª, por ejemplo, si alguien nos ofrece 100 euros hoy y 150 si esperamos un mes, muchos optaremos por tomar los 100 en el momento, a pesar de que el beneficio de esperar en este caso 30 d¨ªas suponga un aumento del 50%. El planteamiento de Thaler, expuesto en el libro Un peque?o empuj¨®n (Nudge), de la editorial Taurus, que firma junto a Cass R. ?Sunstein, difiere bastante de la teor¨ªa de la econom¨ªa tradicional que siempre ha sostenido que las personas act¨²an racionalmente por su propio inter¨¦s.
Otro de sus m¨¦ritos es el desarrollo de la teor¨ªa de la contabilidad mental, que explica c¨®mo las personas simplifican las decisiones financieras. Los individuos crean cuentas separadas en sus mentes y toman las decisiones seg¨²n como afectan a esas cuentas separadas y no al conjunto de sus finanzas. Un caso claro es c¨®mo el consumidor compra centr¨¢ndose en los porcentajes que se rebajan y no en las cantidades rebajadas.
Thaler, de 72 a?os, tambi¨¦n sostiene que somos presos de innumerables sesgos cognitivos. Uno de ellos es el unitario, la tendencia a querer hacer o terminar las cosas por unidades redondas: ya sea escribir o terminar de leer un cap¨ªtulo de un libro, caminar un kil¨®metro y no 700 metros, o comer toda la comida que nos sirvan en el plato. Aunque, como se ve en este ¨²ltimo ejemplo, no siempre ese par¨¢metro que aplicamos nos conviene. Puede que comamos innecesariamente de m¨¢s.
Dada esa dificultad que tenemos para tomar las mejores decisiones en funci¨®n de nuestro propio beneficio, tiene sentido que cualquier autoridad, ya sea gubernamental, empresarial o de nuestra propia familia, nos d¨¦ un empujoncito para ir por el buen camino. As¨ª, las cafeter¨ªas de muchas escuelas colocan ahora las frutas y no las golosinas en los lugares m¨¢s visibles y de mayor accesibilidad para los estudiantes. Todos los dem¨¢s productos est¨¢n disponibles, pero la primera opci¨®n que se les da es la de los alimentos m¨¢s sanos. De la misma manera, muchas compa?¨ªas ofrecen a sus empleados la alternativa de ahorrar una parte del salario de su n¨®mina.
Si alguien nos ofrece
100 euros hoy y 150 si
esperamos un mes, muchos
optaremos por tomar
el dinero en el momento
Con lo que se est¨¢ jugando aqu¨ª es con lo que se ha llamado la ¡°arquitectura de la escogencia¡±, un t¨¦rmino que se refiere a c¨®mo se organizan las elecciones que se le presentan a la gente para que decidan cu¨¢l escoger. La idea ha sido expuesta tambi¨¦n como ¡°paternalismo libertario¡±; un intento de influir sobre las decisiones individuales, pero sin negarle otras preferencias. El planteamiento ha tomado tal fuerza que algunos Gobiernos han creado departamentos que apelan a la econom¨ªa de la conducta para una mejor gesti¨®n de las arcas del Estado. Desde 2010, Reino Unido cuenta con el Behavioral Insights Team, una instituci¨®n p¨²blica que intenta dar ese peque?o empuj¨®n a los ingleses para mejorar la sociedad. Una de sus iniciativas ha sido mandar a los conductores que no pagan un impuesto especial del veh¨ªculo una fotograf¨ªa de su propio coche con la carta en la que reclaman el importe. Esa simple innovaci¨®n produjo aumentos importantes en la recolecci¨®n impositiva.
Por cierto, haciendo honor a su teor¨ªa, Richard Thaler ya ha dicho que piensa gastarse ¡°tan irracionalmente como sea posible¡± el dinero del galard¨®n.
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