Hacer el amor
La expresi¨®n, heredera de la consigna ¡®hippy¡¯ ¡®Make love not war¡¯, se convirti¨® en una audaz marca de los a?os sesenta
ESTABA ESCRIBIENDO sobre otra cosa ¡ªuno siempre est¨¢ escribiendo sobre otra cosa¡ª cuando tron¨® la voz de Pappo. Pappo Napolitano fue un cantante del primer rock argentino, duro, suburbano, tan machote. Pappo cantaba blues con esa voz tanguera y de pronto grit¨®, en esa canci¨®n de 1972, que ¡°yo s¨®lo quiero hacerte el amor¡±. Y entonces record¨¦ cu¨¢nto me hab¨ªa impresionado escucharlo en su momento y entonces, reci¨¦n entonces, entend¨ª el peso de aquella novedad, de aquellos cambios.
Solemos recordar ¡ªpoco a poco vamos olvidando¡ª que los a?os sesenta transformaron nuestras vidas mucho m¨¢s que ciertas revoluciones: cambiaron nuestras ideas sobre el sexo, la juventud, el arte, el consumo, y cambiaron, sobre todo, las vidas de la mitad del mundo ¡ª?las mujeres¡ª y, gracias a eso, las de la otra mitad. Pero no siempre recordamos c¨®mo era el mundo antes.
El mundo era, entre otras cosas, un lugar donde no se pod¨ªa decir aquella frase. Un cantante, un poeta, un pretendiente de a pie no pod¨ªan decirle p¨²blicamente a la deseada que quer¨ªan acostarse con ella. No s¨®lo porque la moralidad ambiente se lo imped¨ªa; m¨¢s brutalmente, porque no ten¨ªan las palabras necesarias.
En los distintos castellanos hab¨ªa, por supuesto, verbos que refer¨ªan el acto sexual: infinidad de verbos. Los m¨¢s comunes, en distintos lugares, siguen si¨¦ndolo: follar, coger, tirar, chingar, singar, templar. Pero sonaban duros, agresivos: ninguno pod¨ªa, hace 50 a?os, ser pronunciado abiertamente. Y mucho menos cantarse en una canci¨®n para decir aquello que no deb¨ªa decirse: proclamar yo s¨®lo quiero follarte /cogerte /chingarte era impensable. No hab¨ªa palabras para decir en p¨²blico lo que no pod¨ªa decirse en p¨²blico. Perogrullo apoya esos procesos: esas palabras reci¨¦n aparecieron cuando muchos pensaron que s¨ª pod¨ªan usarlas.
¡°Hacer el amor¡± nos lleg¨® del ingl¨¦s.?Make love not war fue el slogan m¨¢s famoso del movimiento hippy norteamericano
Solemos repudiar la llegada de los llamados barbarismos: como si el idioma fuera un pa¨ªs contempor¨¢neo, como si levantara rejas en Melilla, como si no estuviera hecho de esas apariciones. ¡°Hacer el amor¡± nos lleg¨® del ingl¨¦s a trav¨¦s de una consigna p¨²blica: Make love not war fue el slogan m¨¢s famoso del movimiento hippy norteamericano, surgido contra una sociedad puritana y silenciadora que callaba el amor pero gritaba la patria y sus guerritas. Una sociedad donde primaba la vieja ilusi¨®n de todos los poderes: que si algo no se dice no existe. Una sociedad que ya preparaba el contraataque: el entonces gobernador de California, un tal Ronald Reagan, dijo en esos d¨ªas que le parec¨ªa que esos chicos que quer¨ªan el amor y no la guerra ¡°no podr¨ªan hacer ni lo uno ni lo otro¡± ¡ªy se lanz¨® al combate.
Fue hace s¨®lo medio siglo. Unos a?os antes ¡°hacer el amor¡± todav¨ªa significaba ¡ªen ingl¨¦s, franc¨¦s, italiano, castellano¡ª cortejar, requebrar, requerir de amores, cosas que s¨ª pod¨ªan decirse. Hasta que la necesidad de decir lo que antes se callaba lo cambi¨®: ya no era intentar acercarse al ser amado; era hacer con ¨¦l o ella una cosa concreta, muy precisa. As¨ª, un movimiento que se pretend¨ªa espiritual rindi¨® tributo a cierta idea moderna, funcional: el amor no era algo que se sent¨ªa o se buscaba, sino algo que se hac¨ªa y se hac¨ªa otra vez y m¨¢s veces.
Hacer el amor ¡ªla expresi¨®n ¡°hacer el amor¡±¡ª se volvi¨® una marca de la ¨¦poca: gesto de audacia, revoluci¨®n de otra manera. Despu¨¦s, con el tiempo y otros avatares, perdi¨® su novedad y se nos torn¨® cursi, casi un eufemismo: muchas canciones bobas lo refrendan. Suele pasarle a los precursores: envejecen bastante mal, bastante pronto. Pero ¨¦ste sigue siendo un testigo de tanta diferencia. Ahora, cuando se ha vuelto natural hablar de lo que l@s person@s hacen en las camas, parece incre¨ªble que, hace tan poco, esos hechos no pudieran ser dichos en voz alta.?
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