Los gemelos Winklevoss, los primeros milmillonarios del Bitcoin

El frenes¨ª colectivo por las monedas virtuales acaba de crear dos nuevas fortunas: los hermanos Winklevoss. Los gemelos ya eran conocidos en el mundo de la tecnolog¨ªa por la batalla legal que libraron con Mark Zuckerberg sobre la idea original de la red social Facebook. Si la criptomoneda Bitcoin aguanta su valor, Tyler y Cameron se convertir¨¢n en miembros de pleno derecho del exclusivo club de milmillonarios de Forbes.

Bitcoin no para de marcar un r¨¦cord tras otro. Este mi¨¦rcoles arrancaba la jornada cambi¨¢ndose por primera vez por encima de los 12.000 d¨®lares (unos 10.170 euros). La remontada del valor desaf¨ªa las leyes de la gravedad. Empez¨® el a?o por debajo de los 1.000 d¨®lares y hace solo una semana rebasaba con paso firme los 11.000 d¨®lares, lo que ayuda a entender el ascenso mete¨®rico de algo que pocos entienden.

Los Winklevoss, de 36 a?os, llevan tiempo expresando en p¨²blico su amor por el Bitcoin, cuando la criptomoneda era m¨¢s bien un instrumento de cambio para hacer negocio en las esquinas m¨¢s oscuras de Internet. Entienden que el efectivo tiene los d¨ªas contados. Es m¨¢s, los dos emprendedores retaron a los esc¨¦pticos augurando que alg¨²n d¨ªa se convertir¨ªa en un activo tan preciado como el oro o m¨¢s.

Estos j¨®venes de casi dos metros, finalistas ol¨ªmpicos en remo en Pek¨ªn 2008, inspiraron la trama de La Red Social, la pel¨ªcula de David Fincher en la que se cuenta la historia sobre la creaci¨®n de Facebook. Los gemelos acusaron a Mark Zuckerberg de haberles robado la idea de su portal, ConnectU, cuando los tres estudiaban en Harvard. El enfrentamiento se resolvi¨® con un pago en efectivo y acciones. Esos t¨ªtulos val¨ªan 228 millones cuando Facebook se estren¨® en Wall Street hace cinco a?os, el doble de lo que reclamaron a Zuckerberg como compensaci¨®n. Las acciones de la red social, por cierto, valen casi cinco veces m¨¢s. El dinero que recaudaron los Winklevoss lo colocaron en un fondo que utilizan para hacer sus apuestas y cuentan con una herramienta propia para seguir el valor de Bitcoin, Winkdek.

Tambi¨¦n crearon una tasa de cambio, conocida como Gemini, y que se utiliza ahora como referencia. Los Winkelevii ¡ªcomo tambi¨¦n se les conoce¡ª invirtieron en total 11 millones de d¨®lares en Bitcoin. Aseguran que no vendieron ni una de las 90.000 monedas que compraron. Pero para poder alcanzar la fortuna de Zuckerberg su cartera de monedas virtuales deber¨ªa apreciarse 73.000 millones. Eso suponiendo que su valor no se desplome. De momento su predicci¨®n no solo se ha cumplido, sino que est¨¢ machacando al metal precioso, que val¨ªa 10 veces menos este mi¨¦rcoles. Su visi¨®n les est¨¢ aportando as¨ª unos retornos masivos y est¨¢ sirviendo adem¨¢s a los Winklevoss para clamar victoria frente a los que les dieron la espalda tras perder la batalla legal sobre la creaci¨®n de Facebook.

?Y qu¨¦ se puede hacer con mil millones? Para empezar, pagarse un billete con Virgin Galactic para ir al espacio. Ellos son los astronautas 700 y 701. Era su manera, adem¨¢s, de poner una primera semilla de 250.000 d¨®lares en el apoyo de una nueva tecnolog¨ªa en la que tienen tambi¨¦n puestas sus esperanzas. Como dice Tyler, puede cambiar para siempre la manera de viajar como el Bitcoin con las transacciones.

Cuando hicieron su predicci¨®n hace dos a?os, el Bitcoin val¨ªa 265 d¨®lares. Su valor se hab¨ªa desplomado un 60%. Tyler y Cameron insistieron durante una presentaci¨®n ante inversores que era una clara oportunidad de compra, aunque admitieron que la moneda iba a necesitar alguna ayuda. Dominaban las dudas sobre su seguridad y, al ser nueva, admitieron que estaba a expensas de dar giros impredecibles.

El Bitcoin, de hecho, no es una inversi¨®n segura. Para empezar, porque ni si quiera los m¨¢s expertos entienden esta locura desde el verano. No son pocos los que desde Wall Street, como Warren Buffett, el inversor m¨¢s reputado en el parqu¨¦ burs¨¢til, alertan de que estamos ante una burbuja que est¨¢ a punto de reventar. Tambi¨¦n enciende la alarma el prestigioso economista Joseph Stiglitz.