Los humanos est¨¢n rompiendo el coraz¨®n a los unicornios del mar
Los narvales escapan con un intenso ejercicio f¨ªsico pero reduciendo el ritmo card¨ªaco al m¨ªnimo
El miedo provoca en los animales, incluidos los humanos, dos reacciones b¨¢sicas. Una es la par¨¢lisis y que sea lo que dios quiera. La otra es prepararse para enfrentar o huir de la amenaza. La primera se traduce en quietud muscular, reducci¨®n de la actividad metab¨®lica y el coraz¨®n casi parado. La segunda activa todo el cuerpo, rebosante de adrenalina. Un estudio demuestra ahora que, cuando escapan de los humanos, los narvales (Monodon monoceros) someten a su cuerpo a un intenso ejercicio f¨ªsico al tiempo que reducen su ritmo card¨ªaco. Los bi¨®logos creen que tal estr¨¦s puede comprometer el estado de los llamados unicornios del mar.
"Los narvales reaccionan ante las ballenas asesinas [su principal depredador] escapando lentamente de la zona. Pueden sumergirse m¨¢s profundo y por m¨¢s tiempo que las orcas o moverse bajo el hielo o hacia aguas menos profundas donde no les siguen", explica la bi¨®loga marina de la Universidad de California, Santa Cruz (EE UU) y principal autora del estudio, Terrie Williams.
Tras el cachalote o los zifios, el narval es el mam¨ªfero marino que m¨¢s profundo puede sumergirse, llegando hasta los 1.500 metros. Pero lo hace a su ritmo. Millones de a?os de evoluci¨®n han moldeado sus m¨²sculos locomotores para hacerlos de contracci¨®n lenta. En paralelo, el ritmo card¨ªaco, que en superficie suele rondar los 60 latidos por minuto, baja hasta los 20 en las profundidades. Todo el metabolismo de este cet¨¢ceo de las regiones ¨¢rticas se ralentiza con un objetivo: ahorrar todo el ox¨ªgeno que se pueda. "Esto los hace incre¨ªblemente resistentes, pero nada r¨¢pidos", cuenta la bi¨®loga estadounidense.
En su huida, el coraz¨®n de los narvales late hasta a tres latidos por minuto, una reducci¨®n del 94% del ritmo card¨ªaco
Williams, junto a un grupo de colegas, ha comprobado que los narvales cuando se topan con los humanos hacen algo extra?o y peligroso. "Ante ellos, sus barcos y especialmente su ruido que, para los narvales, son comparativamente nuevas amenazas, muestran un tipo de respuesta parad¨®jica en la que se produce una inusual combinaci¨®n de reacciones de miedo, inmersi¨®n y ejercicio superpuestas unas sobre otras", explica.
En los veranos de 2014 y 2015, durante la temporada de pesca de los inuits de la costa este de Groenlandia, un grupo de investigadores estadounidenses y daneses pudieron tomar la tensi¨®n y otras mediciones a una decena de narvales atrapados en las redes de los ind¨ªgenas. Antes de soltarlos, a cinco de ellos les colocaron un aparato adherido a su lomo con un electrocardi¨®grafo, un aceler¨®metro y un medidor de profundidad, adem¨¢s de localizaci¨®n por GPS.
Los resultados, publicados hoy en la revista Science, muestran que los unicornios del mar est¨¢n hechos un l¨ªo. Nada m¨¢s liberarlos y a¨²n desorientados, los narvales escaparon todo lo r¨¢pido que pudieron hasta el fondo del mar, batiendo su cola m¨¢s de 40 veces por minuto, cuando en condiciones normales no superan las 20 batidas. Lo peor es que realizan todo ese esfuerzo f¨ªsico con el coraz¨®n casi parado, bajando a tres o cuatro sus latidos por minuto, una reducci¨®n del 94% del ritmo card¨ªaco. Algunos estuvieron as¨ª m¨¢s de 10 minutos y no recuperaron su ritmo normal hasta pasadas una hora y media del susto.
Esta bradicardia tan extrema se ha observado en muchas especies cuando se quedan paralizadas ante un depredador. En ocasiones, tanta inmovilidad les da una opci¨®n de escapar. Lo que llama la atenci¨®n de los narvales es que la combinan con la otra gran respuesta, la de huir dedic¨¢ndole mucho empe?o f¨ªsico a ello.
"Es algo preocupante, ya que se trata de una situaci¨®n fisiol¨®gica insostenible", recuerda Williams. "Afecta a la cantidad de ox¨ªgeno disponible para ¨®rganos claves como el cerebro y el transporte del calor necesario para evitar la hipertermia. La circulaci¨®n de la sangre es vital para ambas funciones", a?ade.
El deshielo ¨¢rtico est¨¢ multiplicando la presencia humana en los mares del narval. Con sus r¨¢pidos y ruidosos barcos, los enormes cargueros, con el ruido s¨ªsmico provocado por las prospecciones, los encuentros con los humanos son cada vez m¨¢s comprometidos. Lo explica Williams: "No se trata de una fuente de amenaza puntual, como una orca de caza. Es dif¨ªcil escapar de la perturbaci¨®n de un ruido subacu¨¢tico".
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