?Por qu¨¦ varan las ballenas?
Varias causas conducen a los cet¨¢ceos a una muerte ag¨®nica en las playas, pero el suicidio no es una de ellas
El varamiento de los cet¨¢ceos es un suceso bastante com¨²n, y miles de estos mam¨ªferos acu¨¢ticos mueren cada a?o alrededor del mundo. Por ejemplo, la semana pasada, 300 ballenas murieron en Nueva Zelanda. Hasta la fecha se han registrado m¨¢s de 11.000 casos en el Reino Unido, muchos de ellos, en el r¨ªo T¨¢mesis, desde solemnes orcas, pasando por enormes cachalotes hasta huidizos zifios. El 20 de junio de 2006 encontraron a uno de estos cet¨¢ceos de hocico pronunciado nadando tierra adentro. Los zifios habitan en el oc¨¦ano profundo y su avistamiento en las aguas del r¨ªo londinense dej¨® boquiabiertos tanto a viandantes como a bi¨®logos. Totalmente desorientado, entr¨® al interior de Inglaterra en vez de dirigirse al norte de Escocia, donde abunda el alimento. El cambi¨® de rumbo fue su sentencia de su muerte. Fuera del agua, el zifio extraviado muri¨® aplastado por su propio peso. Los cet¨¢ceos varados no pueden soportar su peso, ya que la fuerza de flotaci¨®n deja de intervenir. Tambi¨¦n pueden fallecer deshidratados o ahogados cuando la marea sube y cubre sus orificios respiratorios.
No se conoce exactamente cu¨¢l es la causa de estos fat¨ªdicos encallamientos. Puede que un individuo sea viejo, est¨¦ enfermo o herido y no tenga fuerza para nadar a contracorriente, siendo arrastrado hacia la costa. En otros casos, la culpa es directa o indirectamente de los humanos. El uso de sonares en diferentes ejercicios navales interviene en la comunicaci¨®n de los cet¨¢ceos confundi¨¦ndolos, estres¨¢ndolos o hiri¨¦ndoles. En alguna ocasi¨®n se han encontrado hemorragias en los o¨ªdos de ballenas muertas tras el uso de sonares militares de alta potencia. A largo plazo, el cambio en las condiciones ambientales, como las fluctuaciones de temperatura, la disminuci¨®n de fuentes de comida o la aparici¨®n de contaminantes en el agua pueden modificar su comportamiento llevando a estos mam¨ªferos hacia una playa sin retorno.
As¨ª que varias causas pueden conducir a los cet¨¢ceos a esta muerte ag¨®nica en las playas, pero ninguna es el suicidio, como se ha comentado en algunos medios. El suicidio tiene poco sentido en biolog¨ªa, y menos en masa. Bajo la luz de la evoluci¨®n, no es una estrategia muy sensata.
La edad, una enfermedad o una herida no son los ¨²nicos motivos del desconcierto de las ballenas. Su sistema de navegaci¨®n simplemente no funciona bien en determinadas situaciones. Cuando las pendientes de la costa son suaves o las playas son de arena fina, su sonar no es suficientemente eficaz para detectar la aproximaci¨®n a aguas cada vez m¨¢s superficiales. Tambi¨¦n se ha especulado que, debido a la posible detecci¨®n del campo magn¨¦tico utilizada en la navegaci¨®n, las anomal¨ªas magn¨¦ticas, tales como mareas extremas durante una luna nueva, tormentas costeras e incluso tormentas solares, son parcialmente responsables de su desorientaci¨®n. Estos fen¨®menos globales podr¨ªan explicar por qu¨¦ a veces suceden varamientos colectivos. Por otra parte, quiz¨¢ se produzca un simple?efecto domin¨®. Muchos cet¨¢ceos son animales sociales que viven en grupos con relaciones muy estrechas: si uno se encuentra varado, otros acuden a ayudarlo y se desata una cat¨¢strofe masiva.?
En la bah¨ªa Golden de Nueva Zelanda ocurre con frecuencia. Concretamente, muchos de estos incidentes suceden en Farewell Spit, un delgado arco de arena que separa la bah¨ªa del oc¨¦ano abierto. Curiosamente en este punto cr¨ªtico siempre quedan atrapados la misma especie de cet¨¢ceos; los calderones. Y adem¨¢s sucede durante el mismo per¨ªodo de tiempo, entre enero y febrero. Los cient¨ªficos no saben a ciencia cierta el porqu¨¦, pero posiblemente sea la suma de diferentes factores. En primer lugar, debido a los patrones de alimentaci¨®n y a los cambios de temperatura del oc¨¦ano, m¨¢s calderones pasan por el estrecho de Cook durante esta ¨¦poca del a?o. Adem¨¢s, los tiburones est¨¢n al acecho y podr¨ªa ser que, como si de un reba?o de ovejas se tratara, asustaran a los calderones e inevitablemente estos se dirigieran al callej¨®n sin salida. En la bah¨ªa poco profunda, su sistema de ecolocalizaci¨®n no percibir¨ªa la sutil pendiente de la costa o la suave arena. M¨¢s tarde, su actuaci¨®n en manada les llevar¨ªa, uno tras otro, de cabeza a la playa.
El uso de sonares en diferentes ejercicios navales interviene en la comunicaci¨®n de los cet¨¢ceos confundi¨¦ndolos, estres¨¢ndolos o hiri¨¦ndoles
Recientemente, m¨¢s de 400 individuos quedaron varados en Farewell Spit. Centenares de personas se unieron para salvar a los calderones. Los socorristas lucharon contrarreloj para mantener a los supervivientes hidratados hasta que la subida de la marea permiti¨® devolverlos mar adentro. No obstante, muchos de ellos murieron durante la espera y otros volvieron de nuevo a la playa al escuchar las se?ales de socorro de los que agonizaban en la arena. En un final dram¨¢tico, varios calderones sin esperanza tuvieron que ser sacrificados para erradicar la alarma. Mientras, el resto de voluntarios, cogidos de las manos, hicieron una cadena humana para impedir el retorno de los reci¨¦n liberados a tierra firme. Sus esfuerzos permitieron que centenares de calderones volvieran al mar, evitando una tragedia a¨²n peor.
Oscar Cus¨® (@oscarcuso) es bi¨®logo, director y guionista de documentales de naturaleza, ciencia e historia. Ha trabajado en diferentes series y largometrajes para cadenas como la BBC, National Geographic o TVE.
Historias Naturales es una secci¨®n dedicada a las curiosidades cient¨ªficas de los seres vivos. Una serie de reportajes donde se narran las historias que rodean a la flora y la fauna, desde sus leyendas y lun¨¢ticas concepciones hasta los descubrimientos m¨¢s recientes. Un viaje del mito a la ciencia para descubrir las maravillas del mundo salvaje. El t¨ªtulo de la secci¨®n juega con el plural para convertir la Historia Natural - concepci¨®n cl¨¢sica de Biolog¨ªa - en cuentos, en relatos, en narraciones¡ en Historias Naturales.
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