Frente al miedo y al silencio, coraje
¡°Coraje¡± fue una de las palabras que m¨¢s escuch¨¦ de los habitantes de Charco (Brasil) cuando acud¨ª a investigar el asesinato de Flaviano Pinto Neto
¡°Cuando aparece el miedo, crece nuestro coraje¡±. Eso me dijo un miembro de la comunidad quilombola de Charco, en Maranh?o, en el nordeste de Brasil, cuando le pregunt¨¦ si, con tantos ataques violentos contra su comunidad, ¨¦l no ten¨ªa miedo. ¡°Coraje¡± fue una de las palabras que m¨¢s escuch¨¦ de los habitantes de Charco cuando acud¨ª a investigar el asesinato de Flaviano Pinto Neto, muerto a tiros en octubre de 2010 por defender el derecho a la tierra de la comunidad donde viv¨ªa.
Cada una de las personas que me contaba una historia de amenaza o me narraba un ataque sufrido, me dec¨ªa que no iba a desistir de la lucha por la tierra, por la justicia, por la supervivencia. Se necesita mucho coraje para defender los derechos humanos en Brasil. Somos, posiblemente, el pa¨ªs m¨¢s peligroso del mundo para los defensores y las defensoras de derechos humanos. La organizaci¨®n Frontline Defenders registr¨® 281 casos de defensores asesinados en 2016. En ese mismo a?o, 66 defensores de derechos humanos murieron en Brasil. Sumamos el 2,7% de la poblaci¨®n mundial, pero respondemos por casi un cuarto de los defensores y defensoras de derechos humanos asesinados en el mundo, la mayor¨ªa muertos por defender la tierra y los recursos naturales.
Los conflictos por la tierra no son una novedad en Brasil. En abril de 1996, 19 trabajadores rurales murieron a manos de la polic¨ªa en el estado de Par¨¢, al norte del pa¨ªs. El caso se conoce hoy como la Masacre de Eldorado dos Caraj¨¢s. Yo ten¨ªa 16 a?os cuando sucedi¨® aquello y me acuerdo perfectamente de las im¨¢genes con los ata¨²des en fila. Ese caso me abri¨® los ojos a la realidad del conflicto agrario brasile?o y fue una de las razones por las cuales decid¨ª ser ge¨®grafa. 21 a?os despu¨¦s de la Masacre de Eldorado, hubo otra masacre en Par¨¢. Diez trabajadores rurales fueron asesinados por la polic¨ªa en Pau D¡¯Arco. Cuando recib¨ª la noticia de esta nueva masacre en mayo de este a?o, confieso que me pregunt¨¦ qu¨¦ pa¨ªs es este en el que pasan m¨¢s de veinte a?os y parece que estamos en el mismo lugar. No se ha hecho nada para reducir los conflictos por la tierra ni para garantizar justicia para las personas que han muerto. La mayor¨ªa de los casos nunca llegan a juicio y quedan en la impunidad. Por si fuera poco, cada a?o aumentan las muertes.
Los datos recogidos por la Comisi¨®n Pastoral de la Tierra de Brasil son alarmantes. De los m¨¢s de 1.600 casos de asesinatos por conflictos por la tierra en un per¨ªodo de 25 a?os (1989-2009) s¨®lo se han juzgado poco m¨¢s de 90. Esa impunidad alimenta el ciclo de violencia. El caso de Flaviano Pinto Neto puede ser uno m¨¢s de esa estad¨ªstica perversa. Aunque la investigaci¨®n haya identificado a aquellos que ordenaron el crimen, hasta hoy el caso no ha sido juzgado.
No se ha hecho nada para reducir los conflictos por la tierra ni para garantizar justicia para las personas que han muerto
En las ciudades, el esquema de amenazas y ataques hacia quienes defienden los derechos humanos no es muy diferente. Los defensores y defensoras que denuncian la violencia de la polic¨ªa, la actuaci¨®n de grupos de exterminio, las ejecuciones extrajudiciales y los casos de tortura tambi¨¦n est¨¢n en el punto de mira, la mayor¨ªa de las veces, quienes les apuntan, son los propios agentes del estado.
La polic¨ªa en R¨ªo de Janeiro mata a centenares de personas todos los a?os. En 2016, fueron 925 las personas muertas por la polic¨ªa en el estado de R¨ªo. Aunque los agentes digan que actuaron en leg¨ªtima defensa, muchos de esos homicidios son ejecuciones extrajudiciales. Exactamente igual que las masacres en las zonas rurales, esto no es una novedad para las autoridades brasile?as. Hace m¨¢s de 25 a?os que las organizaciones de derechos humanos y la sociedad civil denuncian los homicidios por parte de polic¨ªas y el Estado casi no ha hecho nada para cambiar esta situaci¨®n.
El homicidio de un defensor o de una defensora de derechos humanos es tambi¨¦n un intento de silenciar a un determinado grupo
En julio de 1990, once j¨®venes desaparecieron a manos supuestamente de un grupo de exterminio formado por polic¨ªas en Rio. El caso se conoce hoy como la Chacina de Acari y origin¨® el movimiento Madres de Acari. Las madres se movilizaron en busca de verdad y justicia, para enterrar los cuerpos de sus hijos e hijas. En enero de 1993, Edmeia da Silva, madre de uno de los desaparecidos, fue asesinada. Su muerte fue claramente un intento de silenciar a las Madres de Acari y acabar con la movilizaci¨®n por la justicia. El caso de la Chacina de Acari ha sido archivado y nunca ser¨¢ juzgado. El caso de Edmeia tuvo su primera audiencia delante de un juez dos d¨¦cadas despu¨¦s de su muerte y el juicio a¨²n no se ha producido. M¨¢s de veinte a?os despu¨¦s de esta muerte, al entrevistar a madres de j¨®venes asesinados por la polic¨ªa en R¨ªo de Janeiro, yo he escuchado m¨¢s de una vez el ruego de que no revelara sus nombres, que dejara sus testimonios como an¨®nimos, porque ellas ¡°no quer¨ªan ser otra Edmeia¡±. Las madres de las v¨ªctimas de la polic¨ªa recuerdan lo que le pas¨® a Edmeia y hasta hoy temen por sus vidas.
El homicidio de un defensor o de una defensora de derechos humanos no es solamente un homicidio. Es tambi¨¦n un intento de silenciar a un determinado grupo, de desmovilizar un movimiento social, de parar un cambio en marcha. Es el intento de mantener un status quo contrario a los derechos humanos.
Sin embargo, los defensores y defensoras de derechos humanos no callan. Aquellos que amenazan y matan a los defensores de derechos humanos usan el miedo para forzar su silencio. Pero, como me dijo ese hombre de Charco, cuando les viene el miedo, al mismo tiempo, les crece el coraje. Y, para aquellos que defienden derechos humanos en Brasil, el coraje ha sido siempre m¨¢s grande y m¨¢s fuerte que el miedo. En este momento hist¨®rico de tantos retrocesos en Brasil, necesitamos m¨¢s que nunca ese coraje. La ofensiva contra los derechos humanos en marcha en el Congreso Nacional nos sugiere que 2018 va a ser un a?o a¨²n m¨¢s dif¨ªcil que este que ya termina. Confiamos en que el coraje siga siempre m¨¢s fuerte que el miedo para poder enfrentar todo lo que nos viene por delante.
Renata Neder, responsable de investigaci¨®n de Amnist¨ªa Internacional Brasil.
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