Contra la despoblaci¨®n
La nueva generaci¨®n de conservacionistas es la mejor aliada que tiene el mundo rural
En estas ¨²ltimas d¨¦cadas hemos asistido, en revoluci¨®n silenciosa, a la sensibilizaci¨®n por lo ambiental. La constataci¨®n de los l¨ªmites del planeta, el reconocimiento de lo acotado de sus recursos, y la evidencia de nuestra responsabilidad en la degradaci¨®n ambiental han alumbrado audaces decisiones. Se ha configurado una doctrina, una capacidad t¨¦cnica y un potencial institucional.
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En el caso de la naturaleza, hemos comprendido que no es una realidad inmutable. Los presuntos paisajes naturales est¨¢n en realidad amalgamados de sociedad y de cambio permanente. Pretender que sigan como est¨¢n, sin cambio, es una necedad. El territorio no es que est¨¦ cambiando, es que nunca ha dejado de cambiar. ¡°Conservar la naturaleza¡± tiene que aspirar a ser parte de una pol¨ªtica integral, y los conservacionistas ven esta condici¨®n como estrat¨¦gica para la vertebraci¨®n estable del futuro del medio rural. Mucho de su esfuerzo se ha volcado en encontrar acomodo compartido con el territorio y sus gentes. La Red Natura 2000 pretende ser lixiviado de todo ello.
El despoblamiento del mundo rural no tiene que ver con la pol¨ªtica de conservaci¨®n. Tiene que ver con el cambio global del modelo, con la capacidad de moverse de las personas, con el aumento de la tecnolog¨ªa, con la mayor exigencia en calidad de vida, con la libertad y la independencia personal, con la igualdad, con la universalizaci¨®n de lo social, con la b¨²squeda humana de nuevos horizontes, con el deseo de cambiar. El notorio apoyo econ¨®mico trasladado durante d¨¦cadas a la econom¨ªa rural, fundamentalmente a trav¨¦s de la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n, ha permitido una mejora en las rentas de sus beneficiarios, pero apenas ha podido invertir esa tendencia.
Hoy, en el medio rural, se vive enfrentado a territorios que se vac¨ªan, y que llaman mucho la atenci¨®n, y otros que se ocupan pero que pasan desapercibidos. Se vive entre la esperanza de un cambio arriesgado y la nostalgia por algo que no volver¨¢. M¨¢s all¨¢ de la llamada emocional al pasado, esa evoluci¨®n imbatible es en realidad un punto de partida. En este embate, las pol¨ªticas conservacionistas, siempre d¨¦biles en el debate de proximidad, a pesar de ser argumento de futuro, han perdido presencia. Las administraciones ambientales tambi¨¦n se han debilitado, se han impregnado de una ruralidad irreal y han sufrido el demoledor ataque de la crisis siendo ninguneadas y finalmente postergadas de cualquier an¨¢lisis serio sobre c¨®mo construir futuro.
Los pueblos que se vac¨ªan no se vac¨ªan ahora, llevan d¨¦cadas quedando fuera del tiempo
Espa?a est¨¢ experimentando un profundo reacomodo que tiene su origen en su atormentada geograf¨ªa y en la transformaci¨®n social vivida a partir de los a?os cincuenta del pasado siglo. Los pueblos que se vac¨ªan no se vac¨ªan ahora, llevan d¨¦cadas quedando fuera del tiempo. Se vac¨ªan por estar situados en espacios complejos, con climatolog¨ªas y geograf¨ªas fuera de lo deseable, con capacidad para aportar recursos materiales tan solo a econom¨ªas de subsistencia a las que nadie quiere resignarse, y en donde la pervivencia solo es resultado de la imposibilidad de huir. Pero son lugares donde, en este nuevo contexto, es posible armonizar desarrollo y actividad. Son lugares posibles en donde esa renaturalizaci¨®n puede ser el argumento director del desarrollo.
Por ello se debe desenmascarar esa corriente que proclama, probablemente sin llegar a cre¨¦rselo, su vocaci¨®n de que las cosas se mantengan como eran hace siglos. Frente a ese ruralismo entendido como oscurantismo, como ausencia de aire y de luz, hay que afirmar que, sencillamente, lo antiguo ya no vale, aunque lo nuevo a¨²n no acaba de nacer. No nos va a invadir la naturaleza arroj¨¢ndonos de nuestra c¨®moda posici¨®n dominante, no. Pero s¨ª estamos ante una transici¨®n en donde hacer valer junto al lenguaje de la equidad y la calidad de vida, la responsabilidad intergeneracional desde una ¨®ptica planetaria. Es una cuesti¨®n de actitud pol¨ªtica. El desprecio por las pol¨ªticas ambientales, y su sumisi¨®n a las componendas de pol¨ªticas pacatas y ramplonas, est¨¢ en la base de muchas dificultades para encontrar respuestas.
Empezar a decir la realidad sin miedo. Alimentar la exigencia personal para con nuestros actos y palabras, que no se dejen acallar por el convencionalismo ajado ni laminen la contestaci¨®n o la rebeld¨ªa. Romper las mara?as y las inercias. Y desde ese ejercicio, yo me atrevo a afirmar que esta generaci¨®n de conservacionistas, aunque algunos no quieran que se sepa, es de los m¨¢s sinceros aliados que tiene el mundo rural.
Jes¨²s Casas Grande es director general de Desarrollo Rural y Agroalimentaci¨®n del Principado de Asturias, y ha sido director de Desarrollo Sostenible del Medio Rural en el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, y director del Organismo Aut¨®nomo Parques Nacionales en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n, y en el Ministerio de Medio Ambiente.
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