Catalu?a, la vuelta a la realidad

Por muchas encuestas que se hayan publicado, nadie sabe qu¨¦ va a pasar el d¨ªa despu¨¦s de las elecciones catalanas. Las urnas no van a resolver de un plumazo un problema que lleva d¨¦cadas enquistado y la situaci¨®n puede empeorar todav¨ªa m¨¢s. La polarizaci¨®n es extrema, la convivencia est¨¢ severamente da?ada, es veros¨ªmil que unos (los constitucionalistas) y otros (los independentistas) se enzarcen en una cansina espiral de infinitos reproches. Tal como se han desarrollado las cosas, lo m¨¢s probable es que la solemnidad y las grandes palabras (humillaci¨®n, soberan¨ªa, traici¨®n, independencia, enemigo) sigan presidiendo el debate, cuando es justo el camino contrario el que deber¨ªa imponerse: el de las palabras en min¨²scula y la voluntad de escucharse unos a otros. No hay tal lugar ¡ªes una utop¨ªa¡ª para nada semejante en un mundo de clamores patri¨®ticos y de desgarros de autenticidad.

Sea como sea, si todav¨ªa sirviera la pol¨ªtica para buscar salidas al embrollo, lo m¨¢s oportuno ser¨ªa en primer lugar volver a contarnos qu¨¦ pas¨®, c¨®mo se precipitaron las cosas, d¨®nde y cu¨¢ndo se produjeron las grietas para que el sistema se viniera abajo, o estuviera a punto de venirse abajo. Es lo que ha hecho el fil¨®logo y escritor Jordi Amat en La conjura de los irresponsables, una suerte de panfleto que en realidad es un ensayo o, si se prefiere, un riguroso relato period¨ªstico que arranca de los debates sobre la Constituci¨®n y que llega hasta ahora mismo. Seguro que hay puntos en los que se disiente, pero este peque?o libro ¡ªes tiempo de min¨²sculas, valga la insistencia¡ª es muy ¨²til como caja de herramientas. Son p¨¢ginas que sirven para ir desatornillando distintos episodios, volver a mirarlos, ajustarlos dentro de la din¨¢mica que vino despu¨¦s, valorarlos con distancia cr¨ªtica. Amat lo dice al principio, que interviene en el debate p¨²blico ¡°m¨¢s para comprender que para tomar partido¡±.

As¨ª que arranca de una Constituci¨®n que contiene ambig¨¹edades y que otorga al Tribunal Constitucional la facultad de resolverlas. Un poder enorme para un ¨®rgano cuya composici¨®n va a depender del poder de los partidos. Luego sigue ya con el relato de lo que va a convertirse en el gran problema: la articulaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a.

Habla de la habilidad de Jordi Pujol para servirse de esas ambig¨¹edades de la Constituci¨®n para fortalecer sus pol¨ªticas nacionalistas, viene luego la reforma del Estatuto y, con la sentencia del TC, la peligrosa mutaci¨®n que se produce cuando ¡°una parte considerable de la sociedad catalana ha interiorizado que la pertenencia a Espa?a es una r¨¦mora¡±. Trata m¨¢s adelante del momento en el que el catalanismo se va a pique y se imponen las tesis independentistas, hasta llegar a ese punto en que ¡°sobre todo hab¨ªa palabras: el relato que alejaba la pol¨ªtica catalana de la realidad, el relato que buena parte de la sociedad catalana acabar¨ªa prefiriendo a la descripci¨®n de la realidad. Un relato que flirteaba con la posverdad y creaba una falsa sensaci¨®n de consenso¡±. No hay otra: ha llegado el momento de triturar el relato para recuperar la realidad. Se la juega Catalu?a, nos la jugamos todos.