Desaf¨ªos para el d¨ªa despu¨¦s

?Qu¨¦ se puede esperar de la jornada electoral? Que se imponga el principio de realidad, que decaiga el tiempo del pensamiento ilusorio y que regrese la pol¨ªtica: es decir, la b¨²squeda pactada de soluciones realmente posibles. Es mucho pedir despu¨¦s de una campa?a anormal que arranc¨® con la fabulaci¨®n de la derrota del independentismo por parte del bloque constitucional pero se ha desarrollado en t¨¦rminos de confrontaci¨®n entre dos bloques cerrados que s¨®lo coincid¨ªan en un punto: el rechazo de los equidistantes. En estos t¨¦rminos, desgraciadamente, s¨®lo cabe el lenguaje de la victoria y la derrota. Y hay que salir de ah¨ª.

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Catalu?a, la vuelta a la realidad

Si no se quiere que, metidos en la l¨®gica de los buenos y los malos, todo vaya a peor, el d¨ªa despu¨¦s plantea desaf¨ªos ineludibles. El primero, hacer todo lo posible para configurar una mayor¨ªa parlamentaria que permita formar Gobierno. Tener que repetir elecciones tendr¨ªa consecuencias catastr¨®ficas para todos. Evitarlas deber¨ªa ser un imperativo vinculante.

Para ello, segundo desaf¨ªo, aunque ahora mismo parezca imposible, habr¨¢ que empezar a abrir las fronteras entre bloques y dar juego a quienes pueden ofrecer alg¨²n margen mayor de polivalencia, empezando por los comunes. Habr¨¢ que revisar algunas l¨ªneas rojas de campa?a, por mucho que con algunos l¨ªderes en la c¨¢rcel y otros en el exterior no ser¨¢ f¨¢cil. Ahora se paga no haber privilegiado la v¨ªa pol¨ªtica en este conflicto.

Naturalmente, tercer desaf¨ªo, el soberanismo tendr¨¢ que abandonar el sue?o de la unilateralidad y el constitucionalismo la fantas¨ªa de erradicar al independentismo o reducirlo a la marginalidad. No cabe la ilusi¨®n de forzar la ruptura con un Estado fuerte, ni la pretensi¨®n de negar un proyecto pol¨ªtico que recibe el apoyo de dos millones de ciudadanos.

Por eso, cuarto desaf¨ªo, es imprescindible que a uno y otro lado, la pol¨ªtica, los medios de comunicaci¨®n y el mundo acad¨¦mico e intelectual abandonen el recurso f¨¢cil a los eternos t¨®picos ajenos a la realidad actual de Catalu?a y Espa?a, que solo enconan los debates y aumentan la distancia, el resentimiento y el revanchismo.

De ah¨ª que, quinto desaf¨ªo, los partidos espa?oles tradicionales deben dejar de mirar a Catalu?a como un territorio extra?o. No tener un proyecto pol¨ªtico que ofrecer a los catalanes es un desd¨¦n que se paga (como comprobar¨¢ el PP).

En fin, sexto desaf¨ªo: hay que revisar una peligrosa tendencia que se propaga por Europa: la judicializaci¨®n de la vida social y pol¨ªtica. La justicia en una sociedad abierta y democr¨¢tica tiene que ser la ¨²ltima instancia. Los conflictos hay que intentar resolverlos con la pol¨ªtica, con las normas y h¨¢bitos de convivencia, con la negociaci¨®n, con la capacidad de las personas de hablar y entenderse. Cuando la justicia ocupa reiteradamente el centro de la escena es que algo falla. Por ah¨ª empieza el autoritarismo posdemocr¨¢tico.