Un buen regalo
Tras quejarse del dineral que le hab¨ªan costado las Navidades, el padre dijo a los hijos que hab¨ªa llegado el momento de repartir en vida lo que ten¨ªan
ESO FUE lo que les anunci¨® Pilar, la peque?a y la ¨²nica que nunca se hab¨ªa marchado de casa, cuando estuvieron todos sentados a la mesa. Os hemos invitado a comer porque este a?o pap¨¢ y mam¨¢ quieren haceros un buen regalo¡
A los tres les pareci¨® rar¨ªsimo. Un par de d¨ªas antes, hab¨ªan venido los Reyes como siempre, m¨¢s bien r¨¢canos los de los abuelos, espl¨¦ndidos los de la t¨ªa Pilar, que a?o tras a?o deslumbraba a todos sus sobrinos con la versi¨®n m¨¢s moderna, m¨¢s cara y espectacular de cualquier cosa que hubieran pedido. Sus hermanos estaban acostumbrados y nunca se hab¨ªan parado a analizar tanta generosidad, porque ten¨ªan demasiados problemas como para perder el tiempo en un enigma tan peque?o. Ahora, Miguel segu¨ªa formalmente en el paro aunque trabajaba a ratos en la tienda de su mujer, que daba dinero de sobra, y los mellizos, hombre y mujer, tampoco estaban mal aunque ambos pagaban carreras universitarias, ¨¦l adem¨¢s un m¨¢ster, ella parte de los gastos de su primer nieto. Ninguno se quejaba. Hac¨ªa muchos a?os que hab¨ªan aprendido que, en su familia, quejarse no serv¨ªa de nada.
Cuando eran peque?os, cre¨ªan que sus padres eran ricos. No millonarios, pero s¨ª lo bastante adinerados como para pagar buenos colegios, un chalet en la sierra, una casa en la playa, las joyas que su madre luc¨ªa en las bodas, un par de coches de importaci¨®n. Pero en la crisis energ¨¦tica de 1970 todo cambi¨®, y sobre todo, la actitud de su padre. Las cosas est¨¢n muy mal, dec¨ªa, y vendi¨® uno de sus coches, la casa de la playa, hay que capitalizar, no sabemos lo que nos espera ma?ana¡ Cuando fueron llegando a la universidad, el lema de su vida cotidiana era ¡°no me pid¨¢is dinero¡±, y aunque lo intentaron, ninguno consigui¨® ni una d¨¦cima parte de lo que necesitaba. No se¨¢is as¨ª, les dec¨ªa Pilar, pobre pap¨¢, lo est¨¢ pasando fatal, y mam¨¢, ya, no digamos, no pueden hacer m¨¢s. Hasta que, a fuerza de escucharlo, se lo creyeron y aprendieron a vivir sin la ayuda de nadie.
Miguel segu¨ªa formalmente en el paro aunque trabajaba a ratos en la tienda de su mujer, que daba dinero de sobra
Hoy, muchos a?os despu¨¦s, los tres han venido a comer sin esperar nada extraordinario. El recibimiento de su madre, he hecho lentejas porque ya estamos todos hartos de banquetes, no presagiaba nada distinto. Despu¨¦s Pilar les dijo aquello, pap¨¢ y mam¨¢ quieren haceros un buen regalo, pero enseguida su padre empez¨® a quejarse del dineral que le hab¨ªan costado las Navidades, y sin hablar, sin mirarse siquiera, los tres coincidieron en pensar que no era para tanto. Me van a caer unas s¨¢banas o una manteler¨ªa de la abuela, seguro, pens¨® ella. Pues como me regale la Espasa, le digo que no tengo d¨®nde ponerla, calcul¨® otro. El tercero no perdi¨® el tiempo en conjeturas, porque le gustan mucho las lentejas de su madre.
Con los caf¨¦s, ella sac¨® un platito con tres trozos de turr¨®n de Alicante y dos polvorones, lo que ha sobrado, se justific¨®, que no me gusta comprar de m¨¢s porque luego se pone rancio, mientras su marido depositaba tres sobres encima de la mesa con una expresi¨®n solemne. Hijos m¨ªos, y los mir¨®, uno por uno, mam¨¢ y yo ya hemos cumplido los 80, nos estamos haciendo mayores, y aunque nos cuesta, porque nos da miedo pensar en lo que puede llegar a pasar, creemos que ha llegado el momento de empezar a repartir en vida lo mucho o lo poco que tenemos. Pilar sigue viviendo aqu¨ª, con nosotros, y no nos preocupa, pero vosotros ten¨¦is hijos, nietos incluso, y hemos pensado que os vendr¨ªa bien¡ En fin, que hemos decidido haceros un buen regalo.
Los tres alargaron la mano, abrieron el sobre identificado con su nombre, encontraron un cheque nominal de 250.000 euros, y no dijeron nada. Cada uno repasaba en silencio los intereses de las hipotecas que hab¨ªan pagado, los veranos sin vacaciones, las angustias de fin de mes que se hab¨ªan sucedido durante tantos a?os.
Mira, pap¨¢, yo¡ Ella empuj¨® el sobre hacia el centro de la mesa, pero su hermano mellizo, que adivin¨® lo que iba a decir, agarr¨® su mano, su cheque, y los devolvi¨® a su posici¨®n original.
Marta quiere deciros que muchas gracias, y yo tambi¨¦n, los tres, ?verdad, Miguel? Claro, asinti¨® ¨¦l, eres muy generoso, pap¨¢.
Al mirar a Pilar, adivinaron que hab¨ªa mucho m¨¢s y les sentaron fatal las lentejas.?
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