Entre Chueca y Gran V¨ªa
ESTA BOMBILLA permanece vigilada durante las 24 horas del d¨ªa por una c¨¢mara a la que puede acceder cualquiera que tenga un ordenador o un tel¨¦fono inteligente. Miles de personas se conectan todo el rato a ella con la esperanza enfermiza de ver c¨®mo se funde. Pero no se funde. Lleva 116 a?os encendida de forma ininterrumpida dibujando el garabato luminoso que pueden apreciar en la fotograf¨ªa. Queremos suponer que bloquearon hace tiempo su interruptor para evitar que alg¨²n despistado la apagara en un gesto mec¨¢nico al salir de la estancia. Si le parecen pocos 116 a?os, intente usted no parpadear durante 116 segundos y ver¨¢ c¨®mo le arden los ojos.
El prodigio sucede en el cuartel de bomberos de Livermore, en California, y en realidad son dos prodigios: el de la bombilla en s¨ª y el del hecho de que podamos verla desde una cafeter¨ªa de Cuenca o desde un vag¨®n del metro de Madrid, entre las estaciones de Chueca y de Gran V¨ªa, por poner un ejemplo. Ah¨ª estoy yo ahora mismo, en el metro, observ¨¢ndola al acecho de un desfallecimiento moment¨¢neo o de una muerte s¨²bita. Parece mentira que una burbuja de luz produzca tal fascinaci¨®n, pero as¨ª es. Entre usted en www.centennialbulb.org y lo comprobar¨¢ por s¨ª mismo. Ahora bien, lo m¨¢s incre¨ªble no es que la bombilla lleve 116 a?os encendida, ni que desde la aparici¨®n de Internet se pueda contemplar simult¨¢neamente desde una vivienda rusa o desde un igl¨² esquimal, sino que en m¨¢s de un siglo no se haya ido la luz en ese parque de bomberos. En mi casa, y solo en los ¨²ltimos a?os, debe de haberse ido unas seis o siete veces.?
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