Ingratitud despu¨¦s de la guerra
Medio siglo despu¨¦s de la muerte del Che Guevara, los soldados bolivianos que lucharon contra su guerrilla sienten que la historia ha sido injusta con ellos
UNA DE LAS PALABRAS que m¨¢s se repiten en el diario de campa?a del Che en Bolivia es soldado. ¡°Est¨¢n bajo las ¨®rdenes de la cuarta divisi¨®n, pero con elementos de varios regimientos mezclados; hay rangers, paracaidistas y soldados de la zona, casi ni?os¡±, escribi¨® en ¨¦l Ernesto Guevara el 11 de abril de 1967. Muchos de estos ¡°casi ni?os¡± hab¨ªan sido reclutados en el Altiplano cuando ten¨ªan 18 o 19 a?os. Algunos nunca hab¨ªan disparado un tiro. La mayor¨ªa jam¨¢s se hab¨ªa enfrentado a los moscos, las garrapatas y los calores de las selvas de ?ancahuaz¨² que el Che hab¨ªa escogido como epicentro para extender la lucha armada a otros pa¨ªses. El mensaje que el argentino hab¨ªa lanzado antes de instalarse all¨¢ era incendiario: ¡°Crear dos, tres, muchos Vietnam es la consigna¡±. Y los militares bajo el ala del presidente Ren¨¦ Barrientos ¡ªresponsable de la masacre de San Juan, donde murieron una veintena de personas en un centro minero¡ª fueron el primer enemigo serio de los guerrilleros bolivianos y cubanos.
Cuando me reun¨ª en La Paz hace m¨¢s de 10 a?os con algunos de los soldados que les hicieron frente, Eloy Vera, uno de ellos, contaba que en aquella ¨¦poca de escaramuzas a menudo dorm¨ªan sobre piedras y recib¨ªan unas pocas raciones secas de un d¨ªa para aguantar m¨¢s de una semana; y recordaba que encontraron ropa, dinero, cuchillas de afeitar y cajas de puros en algunos de los campamentos que los guerrilleros abandonaban. Eduardo Espinosa comentaba que su primer disparo fue con los ojos cerrados, apuntando al cielo. Y Jos¨¦ Chauca dec¨ªa que el Che era muy inteligente, que val¨ªa como 200 soldados de su regimiento.
Eduardo Espinosa comentaba que su primer disparo fue con los ojos cerrados, apuntando al cielo
Por aquel entonces, aquellos exmilitares rondaban los 60 a?os. Uno de ellos cojeaba mucho, a otro le hab¨ªan sacado un ri?¨®n, la mayor¨ªa hab¨ªa rehecho su vida gracias a trabajos precarios: en la miner¨ªa o como fabriles, choferes o comerciantes. Y todos se lamentaban de que el Estado se hubiera olvidado de ellos.
Hace unas semanas habl¨¦ por tel¨¦fono con Guillermo R¨ªos, otro de los soldados que lucharon contra la guerrilla, y me dijo que hasta hace dos a?os conduc¨ªa un taxi para llegar a fin de mes y que tuvo que dejar el volante por culpa de una enfermedad grave. Cuando entr¨® a la selva, recordaba, no sab¨ªa qui¨¦nes eran Fidel Castro o Ernesto Guevara, ni siquiera qu¨¦ era el comunismo: ¡°?ramos unos muchachos. A nosotros nos dijeron: ¡®Olv¨ªdense de sus papitos y sus mamitas, ac¨¢ han venido a pelear¡¯. Y lo que hicimos fue precisamente eso: defender la patria de nuestros enemigos¡±.
Hoy, 50 a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del Che, ejecutado en octubre de 1967, R¨ªos est¨¢ convencido de que la historia a¨²n no ha absuelto a los que lo vencieron: ¡°Nosotros fuimos los que pusimos el pecho contra el invasor y ahora nos ven como a perros. Nos dieron una patada y hasta luego¡±. La imagen de la boina con una estrella sigue siendo el best seller de las camisetas revolucionarias; y cada vez que el Gobierno del presidente procastrista Evo Morales organiza actos de homenaje para recordar la muerte y ¡°resurrecci¨®n¡± del guerrillero, los soldados que lo combatieron son los que se sienten un poco m¨¢s muertos.?
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