Manip¨²lateme
La propaganda pol¨ªtica extremada hasta la reducci¨®n al absurdo puede moderar a los radicales
![Enfrentamientos recientes en Hebrón.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/W456PJHNYNV2LRM2ICVCENH7CU.jpg?auth=6ff5098ff9f35d1750ace081decc469f108dc88ed7dcdd7262a5b94dce7c36de&width=414)
La t¨¦cnica matem¨¢tica de la reducci¨®n al absurdo es poco intuitiva pero muy eficaz. Si quieres demostrar tu proposici¨®n favorita y no logras hacerlo directamente, creas un mundo paralelo en que tu proposici¨®n favorita sea falsa y, en un ejercicio tenaz de crueldad filos¨®fica, deduces que ese mundo es absurdo y no hay por donde cogerlo. Por tanto, tu proposici¨®n favorita debe ser cierta: solo ella garantiza la cordura de nuestro sistema de conocimiento.
Si una noticia enfada a un israel¨ª, lo mejor que se puede hacer para moderar su ¨¢nimo es mostrarle lo mucho que la misma noticia enfada tambi¨¦n a un palestino
Es bien curioso que esta t¨¦cnica matem¨¢tica, reconocidamente sofisticada y artificiosa, funcione en la resoluci¨®n de conflictos en el mundo real. Lee en Materia c¨®mo la psicolog¨ªa del odio que han mamado israel¨ªes y palestinos responde a una manipulaci¨®n equiparable a la reducci¨®n al absurdo. Si quieres convencer a alguien de que su idea es err¨®nea, no se lo digas directamente: mu¨¦strale ad¨®nde conduce su idea si se lleva al extremo. ?l mismo lo entender¨¢ entonces. Es un ejemplo de la estrategia psicol¨®gica del pensamiento parad¨®jico. El choque frontal no genera la disonancia cognitiva necesaria para que alguien cambie de opini¨®n. Es la paradoja, con su bajo nivel de desacuerdo, la que abre la mente a territorios inexplorados.
Si una noticia enfada a un israel¨ª, lo mejor que se puede hacer para moderar su ¨¢nimo es mostrarle lo mucho que la misma noticia enfada tambi¨¦n a un palestino. Si a un grupo mixto de adolescentes israel¨ªes y palestinos se le expone al concepto de ¡°maleabilidad¡±, empiezan a colaborar tan bien que construyen unas torres el doble de altas que sus grupos competidores homog¨¦neos. La autocr¨ªtica del l¨ªder enemigo estimula la empat¨ªa con ¨¦l, incluso en el campo contrario.
La insistencia de los psic¨®logos en que nos pongamos en el lugar del otro parece ser un error en situaciones de conflicto. Si el otro es malo por naturaleza, ponerse en su lugar solo ayuda a odiarlo. Esto no quiere decir que ponerse en el lugar del otro no sea ¨²til para entender cu¨¢l es el problema: lo es, y mucho. Inclinar la cabeza en el ¨¢ngulo adecuado para percibir la perspectiva del enemigo es el mejor truco que puede utilizar un pensador. Pero no sirve para resolver conflictos. Despu¨¦s de esa reencarnaci¨®n imaginaria, de ese experimento mental, solo queda un art¨ªculo acad¨¦mico sobre la naturaleza de la maldad. El odio al malo pervive a esa experiencia intelectual.
Lo dif¨ªcil no es entender al otro, sino hallar el m¨¢ximo com¨²n divisor que a¨²n te permite alcanzar un acuerdo con ¨¦l. Ah¨ª es donde se la juegan los mejores cerebros, y donde se ve a los grandes hombres y mujeres de Estado.
La gente puede cambiar. No con mensajes expl¨ªcitos, que suelen resultar contraproducentes, sino con manipulaciones inteligentes, campa?as subliminales y reducciones al absurdo. ?Crees que esto no es ¨¦tico? Vale. ?Y c¨®mo de ¨¦tico te parece el mill¨®n de muertos que esa manipulaci¨®n podr¨ªa haber evitado? Lo siento, otra vez deberes para el finde.
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