Los cient¨ªficos que ¡®hackean¡¯ mentes para resolver conflictos imposibles
Experimentan con mecanismos psicol¨®gicos usando Israel y Palestina como laboratorio natural
Mientras vest¨ªa el uniforme del Ej¨¦rcito de Israel, el psic¨®logo Eran Halperin sufri¨® graves heridas que le hicieron plantearse si no hab¨ªa otra posibilidad que la guerra perpetua: "No podemos simplemente aceptar esto como la ¨²nica situaci¨®n en la que tenemos que vivir". Y se lanz¨® a la b¨²squeda de alguna forma de resolver el conflicto desde su campo de conocimiento. Convenci¨® a la prestigiosa Carol Dweck, de la Universidad de Stanford, de que el conflicto palestino-israel¨ª era un "laboratorio natural" que podr¨ªa servir para estudiar c¨®mo resolver los enfrentamientos eternos desde la psicolog¨ªa. Desde entonces, sus equipos han descubierto algunos mecanismos sorprendentes que pueden ayudar all¨ª y en otros lugares en los que las posiciones pol¨ªticas se han enquistado y el conflicto parece irresoluble, enfoques esenciales en un mundo cada vez m¨¢s polarizado. En Catalu?a, dicen, tambi¨¦n se pueden aplicar sus hallazgos.
"Soy totalmente optimista, principalmente porque veo que estos cambios suceden todos los d¨ªas en nuestro laboratorio y tambi¨¦n en las intervenciones que realizamos sobre el terreno", asegura Halperin. Y a?ade: "La gente no cree que el cambio sea posible porque la mayor¨ªa de las veces utilizan mensajes persuasivos intuitivos en lugar de basados en evidencia y fallan repetidamente. Pero cuando utilizamos el mensaje correcto con las personas adecuadas, las cosas pueden ser efectivas". Su grupo del Centro Interdisciplinario Herzliya ha realizado numerosos experimentos que ayudan entender por qu¨¦ no funcionan muchos de los enfoques habituales a la hora de resolver conflictos. Y, sobre todo, empiezan a recoger frutos en la calle, en experimentos entre ciudadanos reales de Israel lejos del control de su laboratorio.
Uno de los m¨¢s llamativos fue el realizado en 2015 en una peque?a localidad en la que m¨¢s del 60% de la poblaci¨®n apoya a los m¨¢s conservadores del arco pol¨ªtico de Israel. Durante seis semanas bombardearon a sus habitantes con vallas publicitarias en las calles, publicidad muy extendida en portales de internet y todo tipo de mercadotecnia y folletos que regaron por entero la localidad. Los sujetos de estudio, ciudadanos normales, no eran conscientes de participar en un experimento psicol¨®gico que ya hab¨ªa dado importantes frutos en situaciones controladas.
"La gente no cree que el cambio sea posible porque la mayor¨ªa de las veces utilizan mensajes persuasivos que fallan en lugar de basados en la evidencia", dice Halperin
La idea de la campa?a era usar el pensamiento parad¨®jico para enfriar las posiciones de los m¨¢s radicales. Los mensajes, tanto por su est¨¦tica como por su fondo, parec¨ªan claramente partidarios del enfoque de los halcones, el ala m¨¢s dura, con soldados cuidando de ni?os y ancianos. Pero los lemas se pasaban de frenada, llevando hasta el absurdo el mensaje convencional. "Para mantener la ¨¦tica, necesitamos el conflicto", dec¨ªan los anuncios, que se reproduc¨ªan en carreteras y YouTube. "Sin ¨¦l no tendr¨ªamos h¨¦roes, necesitamos el conflicto". Al cabo de unos meses, el 30% de las cobayas humanas que se defin¨ªan como derechistas se mostraban m¨¢s partidarias de la negociaci¨®n con los palestinos, frente al grupo de control de una ciudad similar y los considerados centristas en esa misma localidad. Algo hab¨ªa hecho clic en el cerebro de los halcones al ver sus ideas reducidas al absurdo.
Lo importante es encontrar el camino, el truco psicol¨®gico, que ayude a "descongelar" la mentalidad de los bloques. El pensamiento parad¨®jico ayuda con los m¨¢s radicales porque evoca bajos niveles de desacuerdo: no les llevan la contraria de forma directa, un enfoque err¨®neo que ya se sabe que ser¨¢ contraproducente. No despierta esa disonancia en el cerebro porque no pone en tela de juicio su sistema de creencias, sino que simplemente deja en mal lugar la imagen de su grupo, lo que invita a replantear c¨®mo mejorarla.?
"Usamos diferentes estrategias para diferentes prop¨®sitos. Lo principal a tener en cuenta es que cada proceso psicol¨®gico es relevante para resultados espec¨ªficos y con respecto a grupos espec¨ªficos", defiende Halperin, director del laboratorio de Psicolog¨ªa del Conflicto y Reconciliaci¨®n Intergrupal. El pensamiento parad¨®jico lleva a reconsiderar sus posiciones a quienes tienen puntos de vista m¨¢s extremos. "En otros casos, hemos utilizado el entrenamiento de regulaci¨®n de las emociones, que es principalmente efectiva para reducir las emociones negativas y el consecuente apoyo para la agresi¨®n", dice Halperin.
Reducir al absurdo las ideas de los m¨¢s radicales sin confrontarlas, usando el pensamiento parad¨®jico, logra moderar sus posiciones
Otro error habitual es el de animar a ponerse en el lugar del otro. Esto provoca rechazo y que se enconen los ¨¢nimos, seg¨²n han mostrado, porque se tiene una idea preconcebida de que el bloque rival es malo por naturaleza ¡ª"Espa?a es irreformable"¡ª y firme en sus convicciones hasta la locura ¡ª"los independentistas catalanes han perdido la cabeza"¡ª. "Tomar la perspectiva del otro lado puede llevar a la idea de que el conflicto es extremadamente complicado y que no hay posibilidad de intentar resolverlo", asegura Amit Goldenberg, investigador en Stanford. Es mejor explicar que, como se sabe, la gente puede cambiar. Que el cerebro es extraordinariamente flexible y se adapta. Que incluso los l¨ªderes m¨¢s radicales han sido capaces de alcanzar acuerdos de paz.
Es lo que demostraron Goldenberg, Halperin y Dweck con otro experimento sobre el terreno, poniendo a prueba la maleabilidad de los grupos, en un estudio publicado esta semana. La maleabilidad consiste en explicar que los grupos tienen la capacidad de cambiar para bien, con conceptos neurol¨®gicos y ejemplos reales como Gerry Adams, sin citar directamente lo que sucede entre Israel y Palestina. Cuando dejaron que estos mensajes calaran entre los sujetos estudiados, su esperanza en la resoluci¨®n del conflicto aument¨® notablemente, incluso pasados seis meses, y tambi¨¦n crecieron el apoyo a pol¨ªticas conciliatorias y la voluntad de hacer concesiones, reduciendo a su vez los pilares del odio. El primer paso, imprescindible, para plantear el acuerdo.
Han logrado que sus experimentos modifiquen conductas y mentalidades sobre el terreno, en ciudades dominadas por ideas muy polarizadas
Cuando se expuso a grupos mixtos de adolescentes israel¨ªes y palestinos al concepto de maleabilidad, su capacidad para trabajar en equipo se dispar¨® frente a otros equipos: "Fueron capaces de construir torres hasta el doble de altas que las de los dem¨¢s. Creer que el cambio es posible aumenta la probabilidad de que el cambio ocurra", cuenta Goldenberg. Esta t¨¦cnica se ha usado tambi¨¦n en Palestina: "Los resultados m¨¢s sorprendentes fueron de los palestinos de Cisjordania, incluyendo miembros de Fatah y Hamas, personas que no tienen ning¨²n inter¨¦s en la pervivencia de Israel", asegura Dweck, que public¨® sus resultados en Science. Este enfoque tambi¨¦n est¨¢ dando resultados en Chipre y ha sido replicado en Canad¨¢ y EE UU.
Tratar de poner a alguien en el lugar de otro puede ser contraproducente, pero ver que los otros se ponen en el lugar de uno es bastante efectivo. As¨ª, en otro experimento, se mostr¨® a israel¨ªes noticias del conflicto que les hac¨ªan indignarse. Cuando se les ense?¨® palestinos tan indignados como ellos por el mismo motivo, su voluntad de conciliaci¨®n aument¨® sensiblemente y se redujo la deshumanizaci¨®n del contrario. Esta "similitud emocional" es una de las razones por las que estos autores creen que hay que combatir a toda costa la autocensura dentro de los grupos.
Es fundamental creer que el cambio es posible. Para conseguirlo, conviene no visualizar al bloque contrario como homog¨¦neo y p¨¦treo, sino maleable y autocr¨ªtico
Por ejemplo, en distintos experimentos se ha observado que los sujetos se muestran m¨¢s propicios a buscar la paz cuando se les muestra a l¨ªderes o personas destacadas del bloque enemigo haciendo autocr¨ªtica y dando la raz¨®n a los contrarios en alg¨²n aspecto. "El apoyo a la autocensura no es simplemente un subproducto de un conflicto en curso, sino un proceso significativo que act¨²a como una barrera para la resoluci¨®n de conflictos", aseguran estos autores. Y apuntan: "Es un mecanismo de cierre que apunta a bloquear la informaci¨®n que potencialmente puede arrojar nueva luz sobre el conflicto y el rival y as¨ª conducir a un cambio de puntos de vista por parte de los miembros de la sociedad y posiblemente un cambio de pol¨ªticas con respecto al conflicto".
La ciudadan¨ªa es consciente del deterioro democr¨¢tico que se produce por culpa de la autocensura, pero aun as¨ª la apoya mayoritariamente en situaciones de enfrentamiento. Durante la segunda Intifada, el 73% de los israel¨ªes coincid¨ªa en que la libertad de prensa era un elemento fundamental para la democracia, pero el 80% era partidario de que los periodistas se autocensuraran para no perjudicar a su pa¨ªs.
A pesar de muchos estudios que se?alan que es casi imposible cambiar de opini¨®n, Goldenberg cree que es perfectamente posible con el enfoque adecuado. "Lo estamos viendo con los derechos de las mujeres y el acoso sexual, el cambio est¨¢ ocurriendo delante de nuestros ojos, gracias al movimiento de #Metoo. Con la percepci¨®n del cambio hay esperanza y si esperanza, hay cambio", asegura.
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