Balenciaga, guerra de sexos y Daniel Day-Lewis: as¨ª es la pel¨ªcula que necesitaba el mundo de la moda
Con seis nominaciones, la nueva de Paul Thomas Anderson es una de las favoritas a los Oscar y gira en torno al alzamiento del feminismo como una liberadora fuerza de poder
Han sido muchas las pel¨ªculas que han girado en torno al mundo de la moda. La mayor¨ªa se han sumergido en ese universo para destapar su frivolidad, se han servido de ¨¦l para configurar met¨¢foras en torno a la hipocres¨ªa de una sociedad que intenta mostrar por fuera su cara m¨¢s hermosa cuando en realidad est¨¢ podrida por dentro.
El culto a la belleza, a las apariencias, el postureo y el elitismo est¨¦tico siempre han sido sin¨®nimo de superficialidad. Pero todas estas conclusiones no dejan de resultar un poco obvias. Y quiz¨¢s por esa raz¨®n a Robert Altman le cayeron tantas cr¨ªticas cuando estren¨® su Pr¨ºt-¨¤-Porter (1994), centrada b¨¢sicamente en los focos y en el famoseo. ?Hab¨ªa terminado el maestro por resultar igual de vac¨ªo que aquello que pretend¨ªa criticar a trav¨¦s de su pel¨ªcula?
Puestos a resaltar evidencias, la parodia resulta mucho m¨¢s efectiva. ?Qui¨¦n no se acuerda de la mirada de ¡°acero azul¡± de Zoolander (2001) cuando un modelo posa con demasiada intensidad? La pel¨ªcula de Ben Stiller consigui¨® a golpe de desparpajo incrustarse en el imaginario colectivo de la cultura popular deformando los estereotipos asociados a la moda hasta extraer de ellos toda su naturaleza grotesca. Como una imagen deformada en la que mirarnos y re¨ªrnos de nosotros mismos. Y si se quiere ir un poco m¨¢s all¨¢ de la comedia inofensiva, un poco de incorrecci¨®n pol¨ªtica nunca viene mal. En ese sentido, Sacha Baron Cohen demostr¨® con su Bruno (2009) que un gag bien articulado pod¨ªa ser m¨¢s incendiario que toda una pel¨ªcula con un supuesto mensaje para generar una conciencia social sobre temas como la sociedad de consumo o la dictadura de la imagen.
"Para eso tendr¨ªamos que recurrir a los 'biopics', para adentrarnos de una manera un poco m¨¢s profunda en las pulsiones de los creadores, ya sea a trav¨¦s de sus demonios internos como una forma de explorar su universo art¨ªstico"
En El diablo viste de Prada (2006) la moda se utilizaba como mera excusa para hablar de la cultura del ¨¦xito, la ambici¨®n y la falta de escr¨²pulos en un entorno laboral cada vez m¨¢s feroz y deshumanizado.
Pero en realidad, ninguna de estas pel¨ªculas hablaba en realidad de la moda como un oficio. Para eso tendr¨ªamos que recurrir a los biopics, para adentrarnos de una manera un poco m¨¢s profunda en las pulsiones de los creadores, ya sea a trav¨¦s de sus demonios internos como una forma de explorar su universo art¨ªstico, como hizo Bertrand Bonello en la magn¨¦tica y decadente Saint Laurent (2014), o para reivindicar la profesi¨®n a trav¨¦s de la inspiraci¨®n o la valent¨ªa a la hora de desafiar las convenciones de la ¨¦poca, como intent¨® Anne Fontaine en Coco, de la rebeld¨ªa a la leyenda de Chanel (2010). De todas maneras, la vida privada y los detalles morbosos siempre terminaban estando por encima del talento, la vocaci¨®n o la t¨¦cnica dentro de la disciplina. La moda, en realidad, nunca era la verdadera protagonista.
En ese sentido, una de las pel¨ªculas que mejor supieron adentrarse en las entra?as de este universo tan fascinante como f¨²til fue el cl¨¢sico de Jacques Becker Falbalas (1945). El dise?ador Jean-Paul Gaultier siempre ha declarado que se trata de su pel¨ªcula favorita ya que gracias a ella descubri¨® el mundo de la alta costura parisina y que esa fascinaci¨®n que le produjo la sofisticaci¨®n y la elegancia de la propuesta se convirti¨® en el germen de su posterior vocaci¨®n.
Un gui?o al maestro Balenciaga
Son muchos los elementos de Falbalas que dialogan de una manera muy directa con la nueva gran obra de Paul Thomas Anderson, El hilo invisible. El director ha asegurado que el mundo de la moda le ha servido solo como marco para desarrollar su historia y que se ha basado en parte en el maestro de la Haute Couture espa?ol, Cristobal Balenciaga para componer algunos rasgos de su personaje principal, Reynolds Woodcock (Daniel Day Lewis), un hipot¨¦tico dise?ador brit¨¢nico de una meticulosidad casi enfermiza a la hora de enfrentarse a cada uno de sus trabajos.
Tanto Falbalas como El hilo invisible nos abren las puertas de sus respectivos ateliers para descubrirnos todos sus secretos e introducimos en el trabajo diario a trav¨¦s de todos y cada uno de los procesos creativos que tienen lugar dentro de ¨¦l, desde el dise?o hasta la confecci¨®n, para terminar en el desfile de presentaci¨®n de los vestidos. Conocemos a las modistas, patronistas, tambi¨¦n a las clientas que acuden a tomarse las medidas, a elegir los colores y los tejidos. Al principio cada vestido son solo palabras e ideas. Finalmente lo vemos hecho realidad.
Pero en realidad, Falbalas y El hilo invisible, giran en torno a las relaciones humanas. La descripci¨®n de todas esas fases, sirve en realidad para introducirnos en los espacios ¨ªntimos y cerrados, obsesivos de sus protagonistas. En ese sentido, Woodcock es due?o y se?or de su micro-imperio. Su mani¨¢tica impronta lo impregna todo, ese perfeccionismo a la hora de dibujar cada trazo de sus bocetos se traslada a su vida, regida por el hieratismo emocional y por un ego a prueba de bombas. Mientras intenta dotar a sus dise?os de vida, ¨¦l parece no ser capaz de expresar ning¨²n tipo de sentimiento. Es fr¨ªo y distante, pero tambi¨¦n presuntuoso y engre¨ªdo. Est¨¢ acostumbrado a hacer las cosas conforme a su voluntad. Y por supuesto, no sabe amar.
Woodcock podr¨ªa compararse al protagonista de Falbalas, interpretado por Raymond Rouleau. Ambos admiran la belleza como una especie de ideal y las mujeres deben adecuarse a sus exigencias. En la pel¨ªcula de Becker se llega a identificar de manera muy gr¨¢fica a trav¨¦s de la figura de un maniqu¨ª. Una mu?eca d¨®cil y displicente, sumisa y sin voz. Thomas Anderson recupera todos estos elementos para dotarlos de un nuevo sentido de acuerdo con la sensibilidad contempor¨¢nea y compone una de las pel¨ªculas recientes m¨¢s afiladas y perturbadoras en torno a la guerra de sexos y al alzamiento del feminismo como una nueva y liberadora fuerza de poder.
"El hilo invisible' es muy perversa y oscura. Bajo esa aura de exquisitez formal que desprende, esa elegancia cong¨¦nita, esa banda sonora grandiosa de Johnny Greenwood, se esconde un caramelo envenenado, una historia que invierte los arquetipos rom¨¢nticos"
Y es que la mayor parte de las pel¨ªculas del director giran en torno a las relaciones de dominaci¨®n. En el centro de sus relatos suele situarse una figura masculina tot¨¦mica que ejerce su autoridad sobre el resto de personajes que de alguna manera terminan por plegarse a sus designios. Una forma de control, en algunos casos, mental, como en The Master (2012), otros de car¨¢cter social, como ocurre en esta ocasi¨®n en la descripci¨®n del personaje de Alma (Vicky Krieps).
La misoginia de Woodcock procede de un indisimulado complejo de Edipo. Ninguna mujer podr¨¢ compararse nunca a su progenitora y la ¨²nica con la que logra establecer un lazo de complicidad es su hermana y mano derecha Cyril (Lesley Manville). Su mente distorsionada solo concibe a la mujer como musa, un ente que no es real, que no tiene necesidades ni apetencias, que no hace ruido y se limita a complacer. Y as¨ª es como al principio se muestra Alma, sol¨ªcita y apocada, fascinada y enamorada, hasta que las constantes humillaciones la llevar¨¢n a intentar liberarse del yugo masculino y de su tiran¨ªa t¨®xica.
El hilo invisible es, como todas las pel¨ªculas de PTA, muy perversa y oscura. Bajo esa aura de exquisitez formal que desprende, esa elegancia cong¨¦nita, esa banda sonora grandiosa de Johnny Greenwood, se esconde un caramelo envenenado, una historia que invierte los arquetipos rom¨¢nticos para adentrarnos en el terreno de la pesadilla. Y es que perfectamente podr¨ªamos considerarla una pel¨ªcula de terror si no fuera porque el director reviste toda su propuesta con un humor muy c¨ªnico que ayuda a redescubrir a los personajes y la relaci¨®n masoquista que terminan estableciendo entre s¨ª, desde una perspectiva totalmente diferente al morbo que, por ejemplo, desprend¨ªan pel¨ªculas de tem¨¢tica similar como Lunas de hiel (1992) de Roman Polanski.
Aqu¨ª todo resulta m¨¢s sutil y envolvente, como si una tela de seda nos rozara a modo de caricia y termin¨¢ramos ahog¨¢ndonos con ella. El director se muestra suntuoso como Visconti, envolvente como Oph¨¹ls e inquietante como Hitchcock. Tiene la capacidad de ser al mismo tiempo tan cl¨¢sico como moderno, y de manejar y mezclar los g¨¦neros a su antojo, como un modisto los tejidos, desde el melodrama hasta el relato g¨®tico pasando por la pel¨ªcula de suspense. Es fr¨ªo, pero termina siendo arrebatado. Todo para componer, con la misma meticulosidad con la que Woodcock perfila cada pliegue, una de las obras m¨¢s hipn¨®ticas y absorbentes del cine reciente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.