¡®Fachos¡¯ pobres
La derecha chilena ha sabido atraer al electorado ubicado en el centro social y pol¨ªtico
El candidato de la derecha y expresidente, Sebasti¨¢n Pi?era, gan¨® las recientes elecciones presidenciales chilenas. Esa misma noche Pi?era habl¨® ante una multitud congregada en el centro de Santiago. La televisi¨®n mostr¨® a miles de personas convergiendo hacia ese punto desde los confines de esta extensa ciudad. Decenas de periodistas cubrieron esas manifestaciones variopintas realizando las usuales entrevistas callejeras.
Un reportero interrog¨® fugazmente a un matrimonio con dos hijos peque?os. Estos llegaron en metro desde la populosa comuna de La Florida para celebrar al candidato ganador. Cuando el periodista les pregunt¨® si militaban en alg¨²n partido, ella respondi¨® con sencillez: ¡°Somos de clase media¡±.
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Esa inesperada y eficaz respuesta podr¨ªa explicar, en parte, la derrota de la izquierda y este triunfo de la derecha chilena.
Los sectores menos renovados de la vieja izquierda coinciden con la nueva ultraizquierda del Frente Amplio (equivalente al Podemos de Espa?a) en una visi¨®n simplista de la derecha. Este simplismo los lleva a una estrategia pol¨ªtica err¨®nea. Para ellos el derechismo solo podr¨ªa explicarse como una defensa ego¨ªsta de grandes intereses econ¨®micos. Los derechistas ser¨ªan ¡°los poderosos de siempre¡±, como los llam¨® el Gobierno saliente en un v¨ªdeo publicitario.
Sin embargo, es obvio que esos ¡°poderosos¡± solo suman una fracci¨®n ¨ªnfima de aquel 54% del electorado que eligi¨® a Pi?era. Entonces, ?de d¨®nde sali¨® esa mayor¨ªa que vot¨® por la derecha?
En Chile, la izquierda m¨¢s exaltada responde esa pregunta repitiendo una ofensa que ella misma puso de moda: aquellos que sin ser ricos votan por la derecha ser¨ªan ¡°fachos pobres¡± (fachos=fascistas). Un marxista cl¨¢sico los habr¨ªa definido como ¡°proletarios alienados y desclasados¡±. Pero m¨¢s gr¨¢fico fue el contramanifestante de izquierda que los llam¨® ¡°cuidadores de la mansi¨®n de los ricos¡±.
Durante un debate poselectoral, un alcalde comunista mencion¨® otro aspecto de aquella creencia. Cuando una senadora derechista argument¨® que su ideal era aumentar la libertad de las personas el alcalde le respondi¨® que los pobres no son libres, por ejemplo, para elegir que sus hijos estudien en los car¨ªsimos colegios de la ¨¦lite santiaguina. La senadora derechista fue incapaz de refutar ese argumento demag¨®gico.
La coalici¨®n de centroizquierda chilena perdi¨® porque antes hab¨ªa perdido a muchas de esas familias de la clase media emergida en los ¨²ltimos 30 a?os de prosperidad
Posiblemente, esa joven familia de reciente clase media que celebraba a Pi?era s¨ª habr¨ªa sabido qu¨¦ responder. Ellos no son arribistas. Seguramente, no ambicionan que sus hijos asistan a ese par de colegios elitistas y clasistas que mencion¨® el alcalde. Lo que ellos desear¨ªan es una buena reforma educacional, centrada en la calidad, que les permita escoger colegios en un sistema p¨²blico tan excelente que hasta los ricos deseen asistir a ¨¦l.
Esa familia no es de proletarios alienados sino de peque?os propietarios. La ¡°mansi¨®n¡± que cuidan no es ajena sino que es su propia modesta vivienda que pagan mensualmente con dificultad y orgullo. Sin duda, ellos desean una buena red de seguridad social, pero no les gustar¨ªa perder la propiedad de su cuenta de ahorros previsionales. Quieren una mejor distribuci¨®n de la riqueza, pero entienden que para distribuirla antes hay que crearla. Esa familia prefiere reformas graduales antes que s¨²bitas refundaciones.
Esa prudencia es t¨ªpica de una peque?a burgues¨ªa naciente. As¨ª como es t¨ªpico y anticuado el desprecio con el que la izquierda extremada mira a ese sector social.
La coalici¨®n de centro-izquierda chilena perdi¨® esta elecci¨®n porque antes hab¨ªa perdido a muchas de esas familias de la vasta clase media emergida en los ¨²ltimos 30 a?os de prosperidad. Tironeados por el extremismo juvenil y podemita del Frente Amplio, numerosos socialdem¨®cratas se avergonzaron de sus renovaciones ideol¨®gicas y se radicalizaron. Incluso los comunistas olvidaron la vieja lecci¨®n de Lenin: el izquierdismo es ¡°la enfermedad infantil¡± del comunismo.
Entonces el centro social y pol¨ªtico qued¨® hu¨¦rfano y esta vez la derecha supo acogerlo.
No era inevitable que ocurriera as¨ª. Esa familia que ahora vot¨® por Pi?era no le pertenece a la derecha ni a la izquierda. Ellos se pertenecen a s¨ª mismos y a sus sue?os. Lo m¨¢s respetuoso ser¨ªa aceptar que su aut¨¦ntica militancia es la que exhibieron con orgullo cuando los entrevistaron: son de clase media.
Cuando la izquierda chilena deje de considerarlos ¡°fachos pobres¡± y vuelva a respetarlos, quiz¨¢s esas familias volver¨¢n a votar por ella.
Carlos Franz es escritor.
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