Efecto mariposa
Mientras un afroamericano preside Estados Unidos, el poder en Cuba sigue siendo de los blancos
Obama, en la Cuba de los Castro, parec¨ªa un viajero venido del futuro. Uno de esos que, en la ciencia ficci¨®n, son transportados al pasado mediante una m¨¢quina del tiempo como la que imagin¨® Ray Bradbury (entre otros).
A trav¨¦s de la televisi¨®n vimos al presidente estadounidense surcar en La Bestia ¡ªsu coche superblindado¡ª las calles vetustas de La Habana. Esta limusina es de una aleaci¨®n de acero y titanio que puede resistir el impacto de una bazuca; lleva lanzacohetes, aparatos de visi¨®n nocturna, y mil artilugios m¨¢s. As¨ª, el Cadillac One se mov¨ªa entre los destartalados Ladas sovi¨¦ticos y los Buick de los a?os cincuenta como salido de una pel¨ªcula futurista.
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Con raz¨®n esa limusina y el resto del aparataje presidencial fascinaron a los cubanos de a pie. Parec¨ªa que Obama viniera no s¨®lo de un pa¨ªs muy diferente, sino de un tiempo distinto. Pero el mayor desfase temporal no estrib¨® en el contraste evidente entre la tecnolog¨ªa de la primera potencia mundial y el atraso de un pa¨ªs tercermundista. En Cuba, Obama y su familia tambi¨¦n parec¨ªan unos viajeros venidos del futuro por una raz¨®n m¨¢s sencilla: el color de su piel.
Tras medio siglo de revoluci¨®n y enormes sacrificios de la libertad ¡ªen nombre de la igualdad¡ª en Cuba los negros y mulatos, que son la mayor¨ªa, siguen lejanos del poder. M¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n tiene esos or¨ªgenes ¨¦tnicos, pero s¨®lo un tercio de la Asamblea Nacional y un quinto de los dirigentes en el Politbur¨® son negros o mulatos. La mayor parte de la dirigencia comunista, empezando por los Castro, es blanca. Y no se avizoran mejor¨ªas: el supuesto delf¨ªn de la Revoluci¨®n ¡ªMiguel D¨ªaz-Canel¡ª es incluso m¨¢s blanco que sus antecesores.
No se avizoran mejor¨ªas: el supuesto delf¨ªn de la Revoluci¨®n, Miguel D¨ªaz-Canel, es incluso m¨¢s blanco que sus antecesores
Los afroamericanos en los Estados Unidos constituyen un 13% de la poblaci¨®n. Son una minor¨ªa que a¨²n sufre marginaci¨®n y atraso. Pero la democracia estadounidense ha posibilitado que un miembro de esa minor¨ªa fuera elegido para presidir ese pa¨ªs ¡°reaccionario¡±. Mientras que en la isla revolucionaria, donde la mayor¨ªa son negros o mulatos, parece dif¨ªcil que uno de ellos pudiera reemplazar a los Castro.
Hablando en el Gran Teatro Alicia Alonso el mandatario estadounidense ampli¨®, con sutileza, esa diferencia. Dijo: ¡°Ahora mismo hay dos cubanos-americanos en las primarias del Partido Republicano pele¨¢ndose por suceder al primer presidente afroamericano. Y uno de ellos competir¨¢ despu¨¦s contra el candidato dem¨®crata, que ser¨¢ una mujer o un socialista. ?Qui¨¦n iba a anticipar eso en 1959?¡±.
En efecto, en aquellos Estados Unidos de la segregaci¨®n racial pocos habr¨ªan pronosticado que hoy d¨ªa esas minor¨ªas pudieran acceder al poder. Asimismo, seguramente muy pocos, entre quienes creyeron en los ideales igualitarios de la Revoluci¨®n, habr¨ªan previsto que tras 56 a?os todav¨ªa parezca remoto que un negro o un mulato ¡ªo una mujer¡ª llegue a mandar en Cuba. ?Qui¨¦n iba a decir que el deseo de cambios vertiginosos de aquella joven revoluci¨®n iba a estancarse y convertirse en esta avejentada resistencia a las transformaciones?
El levantamiento del bloqueo econ¨®mico y el? intercambio directo entre los pueblos cubano y estadounidense traer¨¢n consecuencias favorables
En el cuento de Ray Bradbury El sonido del trueno, un viajero venido del futuro retrocede hasta el Jur¨¢sico. All¨ª, este se espanta al ver un tiranosaurio, se sale de la ¡°senda antigravitacional¡± que lo a¨ªsla y pisa la selva. Cuando regresa a su tiempo el viajero encuentra importantes cambios, algunos de ellos pol¨ªticos. Buscando una explicaci¨®n, el retornado examina la suela de sus botas y halla, con horror, una mariposa jur¨¢sica aplastada. Un peque?o cambio en el pasado puede alterar grandes cosas en el futuro.
El gradual levantamiento del absurdo bloqueo econ¨®mico y el consecuente aumento en el intercambio directo entre los pueblos cubano y estadounidense, traer¨¢n consecuencias favorables. Seguramente, los efectos de estas medidas durar¨¢n m¨¢s que el discurso conciliador de Obama, que pronto ser¨¢ borrado en la memoria de los cubanos por la abrumadora propaganda oficial.
Sin embargo, es probable que otro recuerdo de esa visita sea m¨¢s dif¨ªcil de borrar, pues ¨¦ste no consiste en palabras. La imagen de un presidente estadounidense mulato y su familia afroamericana seguramente provocar¨¢ un sutil y duradero ¡°efecto mariposa¡± en la isla. Ese detalle, el color de la piel de un mandatario, podr¨ªa ayudar a cambiar el color del futuro en Cuba.
Carlos Franz es escritor.
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