El verdadero amor de Wallis Simpson no fue Eduardo VIII
Andrew Morton, quien consigui¨® suculentas confesiones de lady Di, cuenta la traici¨®n de la estadounidense al rey que abdic¨® por ella
El gran amor de Wallis Simpson no fue Eduardo VIII, el rey que acab¨® abdicando para casarse con aquella ambiciosa americana dos veces divorciada, sino un plebeyo al que persigui¨® sin ¨¦xito incluso ya convertida en duquesa de Windsor. As¨ª lo sostiene Andrew Morton en una nueva biograf¨ªa sobre la mujer que, despu¨¦s de originar una grave crisis constitucional en Reino Unido, estuvo dispuesta a despreciar al hombre que hab¨ªa renunciado al trono por ella. Y si no lo hizo fue solo porque no pudo.
El libro de Morton, el periodista que en su d¨ªa logr¨® arrancar comprometidas confesiones a lady Di sobre su tumultuosa relaci¨®n con el pr¨ªncipe Carlos, se encara ahora a una figura que resulta especialmente y dolorosa para la monarqu¨ªa brit¨¢nica. Bessie Wallis Warfield, luego apellidada Spencer y m¨¢s tarde Simpson a resultas de sus dos primeros matrimonios, inici¨® una pol¨¦mica relaci¨®n con el pr¨ªncipe de Gales cuando todav¨ªa no se hab¨ªa divorciado de su segundo marido. Eduardo, t¨ªo de la actual soberana Isabel II, anunciaba su abdicaci¨®n el 11 de diciembre de 1936, tan solo 11 meses despu¨¦s de suceder a su padre, Jorge V. Y lo hizo por el amor de una mujer que en el fondo no le correspond¨ªa, sostiene el autor de la obra.
La obsesi¨®n amorosa de Wallis se llamaba Herman Rogers, un apuesto y atl¨¦tico estadounidense formado en la Universidad de Yale y poseedor de una gran fortuna. ?l fue el gran amigo en el exilio de los duques de Windsor que, durante la Segunda Guerra Mundial, ayud¨® a la pareja a encontrar un segundo domicilio en la capital francesa para sus escapadas parisinas desde el chateau de la Riviera en el que acabaron instalados. Durante aquellos a?os se erigi¨® en el principal confidente de la duquesa, quien sol¨ªa contarle sus frustraciones por aquel retiro forzado o por la negativa de la corte brit¨¢nica de concederle el tratamiento de ¡°su alteza real¡±, aunque siempre lo hizo en compa?¨ªa de su esposa, Katherine.
A la muerte de esta, en 1949, Wallis vio su oportunidad de acercarse todav¨ªa m¨¢s a su adorado Herman, siempre seg¨²n la versi¨®n de libro de Morton tras entrevistar a algunas personas conocedoras de lo que acontec¨ªa en el c¨ªrculo de los Windsor en Francia. En su camino se interpuso otra dama asidua a los actos sociales de la Riviera que tambi¨¦n estaba especialmente interesada en el millonario americano. Y Lucy Wann aprovech¨® una visita de la duquesa a EE?UU para seducirle. ¡°Las dos quer¨ªan a Herman y se convirtieron en enconadas rivales¡±, ha relatado al periodista la nuera de Lucy, Kitty Blair, sobre la tensi¨®n latente entre ambas.
¡°No hagas nada hasta mi regreso¡±, rezaba el telegrama que Wallis remiti¨® a Rogers, con la firma ¡°tu ¨¢ngel de la guarda¡±, tras enterarse de que iba a casarse con Lucy. No pudo evitarlo, pero obsequi¨® a la nueva pareja con el desaire de presentarse en su boda cuando todos los invitados ya hab¨ªan abandonado el festejo. Wallis y Eduardo regalaron al novio, su querido amigo, una bandeja de plata con el anagrama de los Windsor. A Lucy, un bolso de paja que ella misma defini¨® como el t¨ªpico regalo que se destina a una sirvienta. ¡°Te hago responsable de lo que pueda pasarle a Herman. Es el ¨²nico hombre al que de verdad he querido¡±, le espet¨® la duquesa a la reci¨¦n casada, seg¨²n el relato de Kitty Blair.
La aludida respondi¨® triunfante a Wallis: ¡°T¨² has conseguido a tu rey, pero yo he conseguido a Herman¡±. La mujer que al entender de Eduardo bien merec¨ªa el precio de un trono se ha ganado con la biograf¨ªa de Morton el nuevo adjetivo de ingrata.
El perfil m¨¢s sombr¨ªo
Incluso antes de su matrimonio con el duque de Windsor en junio de 1937, Wallis ya no era en privado la enamorada devota que protagoniz¨® el supuesto romace del siglo. Eduardo fue siempre el objeto de sus burlas y cr¨ªticas por su decisi¨®n de renunciar al trono, frente a la ambici¨®n de su pareja de erigirse alg¨²n d¨ªa en reina. El libro describe el perfil m¨¢s sombr¨ªo de una mujer de lengua afilada y temperamento salvaje que sin embargo permaneci¨® al lado del rey destronado hasta su final, en 1972. Le sobrevivi¨® otros 14 a?os.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.