Emoci¨®n de Estado
Hay que desanimar al independentismo con penas que desmotiven a sus l¨ªderes, pero no exciten a sus seguidores
Si el remedio es peor que la enfermedad, qued¨¦monos con la enfermedad. Lo dicta el sabio refranero espa?ol. Pero, en el caso catal¨¢n, las instituciones p¨²blicas espa?olas se mueven como guiadas por la emoci¨®n, no la raz¨®n, de Estado.
El Estado espa?ol no es autoritario. No improvisa. No se salta la ley. Pero la interpreta con un celo innecesario. Sigue la partitura legal, pero durante los ¨²ltimos meses toca con la pasi¨®n de un pianista en ¨¦xtasis. Y un Estado debe sonar como una pianola. Inanimado, hueco, desprovisto de ardor pol¨ªtico.
Las instituciones que lidian con el desaf¨ªo separatista deben recobrar la frialdad. Su respuesta a la consulta independentista de 2014 fue, vista con perspectiva, efectiva. El Estado actu¨® de forma reactiva, clara, minimalista y paciente. Estrictamente sobre hechos consumados. Tras la consulta, sus organizadores fueron encausados, inhabilitados y condenados a penas econ¨®micas que, claramente, han sido disuasorias. Los responsables, como Francesc Homs o Artur Mas, han tirado la toalla. Y ese deber¨ªa ser el objetivo realista del Estado: desanimar al independentismo con penas que desmotiven a sus l¨ªderes, pero no exciten a sus seguidores. Una estrategia que, como hemos visto, funciona.
Pero, desde el verano de 2017, el Estado ¡ªpor injusto que sea utilizar esa etiqueta colectiva para referirse a instituciones diversas y aut¨®nomas¡ª procede de forma preventiva, confusa, maximalista e impaciente. Dando la sensaci¨®n, en demasiadas ocasiones, de que se basa en especulaciones y juicios de intenciones. El resultado ha sido desastroso. En lugar de aburrir al independentismo con el ritmo lento pero implacable de una justicia espa?ola que impone severos castigos econ¨®micos a sus dirigentes, el Estado ha excitado a sus bases. Y a muchos catalanes que el 21-D votaron contra lo que percib¨ªan como una sobreactuaci¨®n del Estado espa?ol.
Aplaudir acr¨ªticamente esta intervenci¨®n del Estado, apelando a la unidad de las fuerzas constitucionalistas, es cortoplacista. Y denunciarla no es de equidistantes, sino de patriotas. De hombres y mujeres con raz¨®n de Estado. @VictorLapuente
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