¡®Contagio¡¯ | Redadas contra las bacterias
Por mucho que protejamos a nuestros cr¨ªos, siempre ser¨¢ poco porque los virus esperan agazapados para atacar a los inocentes
Despu¨¦s de toda la vida leyendo c¨®mics de superh¨¦roes, s¨¦ que el Mal acecha en cada esquina y que nunca se puede bajar la guardia. Esto traducido a mentalidad paternal de primerizo implica que por mucho que protejamos a nuestros cr¨ªos, siempre ser¨¢ poco y que los virus y bacterias esperan agazapados para atacar a los inocentes.
En mi caso, soy escrupuloso en lo tocante a higiene (yo me considero normal y mi mujer me tacha de mani¨¢tico, pero no tengo comportamientos obsesivo-compulsivos. Puedo abrir la puerta de un lavabo sabiendo que la han tocado manos sucias.) Y esta prudencia b¨¢sica la he querido transmitir a mi hija. Como muchos de vosotros, he hervido y esterilizado chupetes y biberones, he lavado manos con toallitas despu¨¦s de volver del parque o despu¨¦s de acariciar a nuestra perra, he comprado vasos y cubiertos infantiles para que s¨®lo los usara mi ni?a¡ y confieso que con el paso del tiempo me he tenido que rendir.
Es agotador mantener la vigilancia higi¨¦nica cuando el impulso de los peques es contaminarse a m¨¢s no poder.
Y es agotador ser el ¨²nico agorero rodeado de optimistas que te sueltan lo de ¡°no pasa nada, as¨ª se curte y genera m¨¢s defensas¡±.
He visto cosas que vosotros no creer¨ªais, y no me refiero a rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannh?user. He visto a algunos familiares y amigos darle a la ni?a comida con sus cubiertos acabados de chupar y bebida de sus vasos, he visto ni?os intercambi¨¢ndose ganchitos acabados de salir de su boca, he visto degustaciones infantiles de arena del parque (esa misma arena en la que los perros de due?os cerdos mean libremente), he visto recoger comida ca¨ªda en el suelo y soplarla por la famosa regla de los tres segundos, he visto padres llevando al ni?o enfermo a la guarder¨ªa o al parque sin avisar a nadie, para compartir bufete libre de virus¡
En cada ocasi¨®n, mi sentido ar¨¢cnido ha zumbado a lo bestia y he intentado evitar el desastre, con buenas palabras y reflexiones sanitarias. Pero no puedo meter a la ni?a en una burbuja ni estar¨¦ enganchado a ella las 24 horas del d¨ªa. Principalmente porque en la guarder¨ªa (donde seguro que, por mucho que vigilen, los ni?os se intercambian microbios sin parar) acabar¨ªan llamando a la polic¨ªa.
As¨ª que a los primerizos aprensivos nos toca confiar en que ya no estamos en la Edad Media y que la medicina y la higiene generales nos protegen. Incluso, aunque en Facebook todos tenemos antivacunas que comparten enlaces revelando lo diab¨®licas que son las multinacionales, espero que todos los padres hayan protegido a sus reto?os con todas las vacunas posibles, que a la que te pones a gastar ya no viene de 100 euros.
Y mientras espero que la ni?a pase el invierno sin contagiarse de nada, siempre podr¨¦ decir lo que sueltan los h¨¦roes en las pel¨ªculas americanas: ¡°not on my watch¡±.
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