El enemigo equivocado
La aprobaci¨®n del Plan Director empantana de nuevo a la Cooperaci¨®n Espa?ola
Hay pocas cosas edificantes en lo que ha ocurrido con la Cooperaci¨®n Espa?ola durante los ¨²ltimos siete a?os. Pero el sainete en el que se ha convertido la aprobaci¨®n del nuevo Plan Director alcanza proporciones marxistas, y no precisamente las del materialismo hist¨®rico.
La estrategia que debe definir la hoja de ruta de la cooperaci¨®n oficial a lo largo del pr¨®ximo cuatrienio comenz¨® a ser definida hace m¨¢s de un a?o. En el proceso se han realizado numerosos seminarios tem¨¢ticos donde hemos participado expertos de todo pelaje. Las organizaciones sociales, empresariales y sindicales han aportado su punto de vista en documentos escritos o a trav¨¦s de los consejos consultivos. Se ha analizado en detalle la experiencia diversa de otros pa¨ªses, incluyendo aquellos equiparables en capacidades econ¨®micas e institucionales.
Nunca una pol¨ªtica tan mendicante recibi¨® tantas atenciones durante tanto tiempo.
El resultado, sin embargo, se queda hasta ahora muy por debajo de las expectativas. El borrador que yo he tenido oportunidad de leer se explaya en consideraciones sobre el contexto de la ayuda, establece ambiciosos objetivos sectoriales y geogr¨¢ficos, cita en tono de rosario la relaci¨®n de Objetivos de Desarrollo Sostenible y emplaza solemnemente a todos los actores a cumplir su papel en la nueva era.
Lo que no menciona en ning¨²n momento es el hecho de que una sucesi¨®n de desgraciadas decisiones presupuestarias han reducido nuestra cooperaci¨®n a poco m¨¢s que una lista de contribuciones obligatorias a organismos internacionales y a la UE. Por alguna raz¨®n misteriosa, este plan no incluye perspectivas presupuestarias para los pr¨®ximos a?os. Tampoco establece prioridades estrat¨¦gicas claras ni necesidades institucionales. Y renuncia al ascendiente que las pol¨ªticas de desarrollo deben ejercer sobre otros ¨¢mbitos de la actuaci¨®n del Estado, empezando por su acci¨®n exterior.
Cuando los organismos consultivos del gobierno ¨Ccomo el Consejo de Cooperaci¨®n o la Comisi¨®n Interterritorial¨C le han hecho llegar estos mensajes y otros parecidos, la respuesta de sus promotores ha sido enzarzarse en una discusi¨®n sobre el contenido de los dict¨¢menes, incluyendo la orwelliana posibilidad de un ¡®autodictamen¡¯ elogioso, apoyado solo por los votos de la Administraci¨®n. Y el rifirrafe amenaza con continuar en la discusi¨®n parlamentaria (tambi¨¦n consultiva, no crean).
La aprobaci¨®n del Plan Director ilustra uno de los problemas fundamentales de esta pol¨ªtica: sus responsables han elegido al contrincante equivocado. En vez de enfrascarse en debates kafkianos con un sector an¨¦mico de ONG y expertos que no tienen m¨¢s inter¨¦s real que apuntalar los esfuerzos de la cooperaci¨®n oficial, los directivos de la ayuda har¨ªan bien en hacer frente a sus verdaderos problemas. Por este orden: un espectro por Ministro de Exteriores, un bully por Ministro de Hacienda y un gobierno que entiende mucho mejor sus obligaciones con la industria de la defensa (objetivo, 2% del PIB) que con los retos del desarrollo sostenible. Como si en estos no nos fuese la supervivencia misma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.