El himno al buen comer de Carlos Latre

En plena pol¨¦mica por la pen¨²ltima intentona de poner letra al himno de Espa?a, la salida a este entuerto hist¨®rico en apariencia irresoluble retumba en la sala como una iluminaci¨®n. ¡°?Callos, pulpo, paella valenciana, fabada y jam¨®n, tortilla de camar¨®n¡­!¡±. Entonados con buen ritmo y toda la gracia, enseguida se siente que estos podr¨ªan ser los versos definitivos de la Marcha real, unas palabras llenas de poes¨ªa alimenticia capaces de representar a todos por igual. ¡°?Escudella, chorizo, cochinillo, chocos, chulet¨®n, mongetas y lac¨®n. Migas, gaz?pacho, tortilla, cocido, anchoas, croquet¨®n y cordero lechal. Patatas bravas, percebe, at¨²n rojo, bacalao, angulas, fideu¨¢ y cal?ooooots!¡±. Con el chorro de voz de un tenor y el esp¨ªritu travieso de un ni?o, quien canta as¨ª las bondades de la gastronom¨ªa nacional no podr¨ªa ser otro que Carlos Latre, humorista, presentador, showman, imitador y, por lo que se ve, solucionador de enredos patrios. ¡°Acabo de liarla un poco en redes sociales con la canci¨®n¡±, cuenta entre risas mientras se prepara para demostrar personalmente el poder conciliador de la comida sobre el escenario del mayor centro de ocio gastron¨®mico de Europa, el Platea de Madrid.

Si bien en un principio da la impresi¨®n de que esta versi¨®n carloslatriana tiene las cualidades y sabores necesarios para convencer incluso a los m¨¢s esc¨¦pticos, enseguida la realidad nos devuelve a la tierra: ¡°?Resulta que alguien de Mallorca me ha dicho que me he olvidado de la sobrasada!¡±, se r¨ªe mientras vuelve a cantar su particular himno al buen comer, esta vez con la palabra sobrasada por toda letra, a modo de restituci¨®n c¨®mica del olvido. Plet¨®rico de energ¨ªa y sembrado de ideas de toda ¨ªndole, el castellonense (1979) lo mismo sirve para inventarse una letra que para animar nuestra receta de patata con morcilla de Beasain a base de melod¨ªas varias. ¡°La berza tiene un color especial¡­¡±, me canta, por ejemplo, mientras escaldamos unas hermosas hojas verdes.

Ocupado con mil y un proyectos, desde el programa Tu cara me suena hasta su deb¨² como director en la obra McGuffin, Latre revela que cocinar representa para ¨¦l una v¨ªa de escape del estr¨¦s y las obligaciones del d¨ªa a d¨ªa. ¡°Tambi¨¦n, de vez en cuando necesito irme al mar yo solo o refugiarme en la monta?a para tener dos d¨ªas de descompresi¨®n¡±, explica el humorista, que se encuentra preparando un show teatral como protagonista. Si en esas ocasiones se pone ¡°en plan de meditaci¨®n¡± para preparar sus espect¨¢culos o meterse en la piel de alg¨²n personaje, en la cocina no solo atesora historias contemplativas: criado en una gran familia, y miembro de una sociedad gastron¨®mica con 15 amigos en Barcelona, el c¨®mico guarda infinidad de an¨¦cdotas acontecidas delante de un plato. ¡°Me encantan las grandes mesas, los buenos vinos, la buena comida, sea de donde sea. Creo que al final eso es lo que queda: las tertulias y las risas¡±, dice. Como buen valenciano, reconoce: ¡°En mi casa la clave est¨¢ en la paella. Por parte de mi madre son cinco hermanas, as¨ª que la paella es como m¨ªnimo para 30. Y la cuesti¨®n es que siempre est¨¢ buena, sin tomar medidas¡±, cuenta sorprendido por esa ma?a que, cree, sus t¨ªas han heredado de su abuela, de quien dice que han sacado incluso la ¡°presencia¡± a la hora de servir los platos. En esas reuniones, adem¨¢s de la comida, lo normal es que surjan otras tradiciones: ¡°Siempre hay mar?tini para todos: si somos 10, hay 10 martinis, pero al final siempre se acaba discutiendo sobre qui¨¦n le ha robado el martini a qui¨¦n¡±, se r¨ªe. ¡°Yo lo llamo la guerra del martini. Y adem¨¢s, con lo f¨¢cil que ser¨ªa poner una marquita en el vaso¡­ Pero no. ?Yo creo que lo hacen aposta!¡±.

Patatas asadas con morcilla