Claves para el futuro del PSOE
Nunca seremos alternativa si proponemos viejas recetas de la antigua izquierda
A pesar de que la derecha pol¨ªtica espa?ola se ha dividido en dos partidos, PP y Ciudadanos, el PSOE no emerge como alternativa de gobierno todav¨ªa. Naturalmente, hay mil explicaciones y otras tantas propuestas Las m¨ªas tienen que ver con cuatro claves.
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El centro sociol¨®gico espa?ol es cada vez m¨¢s amplio e intergeneracional. No hemos querido ni sabido defender nuestros legados, incluida la gesti¨®n de la crisis y la disputa ideol¨®gica con Podemos autoafirm¨¢ndonos reiteradamente ¡°somos la izquierda¡±. Y eso nos est¨¢ alejando de un electorado de centro progresista. Hemos olvidado una regla experimentada en todas nuestras victorias electorales: la izquierda nos vota ¡ªaunque nos considere de centro¡ª cuando somos la alternativa a la derecha. Es decir, el voto ¨²til de toda la vida. Si nuestra estrategia es disputar el voto de la izquierda y no ganar el centro, perderemos el liderazgo de la alternativa y dejaremos de ser un partido de mayor¨ªas.
La modernidad no es reivindicarse como el nuevo PSOE, sino ofrecerse a las generaciones nacidas a finales del siglo pasado liderando los debates y las soluciones del siglo XXI. El PSOE ha hecho un cambio generacional necesario. Nuestros dirigentes, j¨®venes y preparados, son socialistas de muchos a?os. Pero sus encomiables y comprensibles esfuerzos por disputar la modernidad a quienes lo son simplemente porque son nuevos, deben dirigirse a liderar el mundo que viene, a ofrecer respuestas a las incertidumbres de una globalizaci¨®n desregulada y a las innovaciones disruptivas de la revoluci¨®n tecnol¨®gica. Este espacio est¨¢ vac¨ªo porque ni Podemos ni Ciudadanos han incorporado nada nuevo a estos debates y su tiempo de gracia se est¨¢ acabando. El nuevo PSOE debe ser un partido que arriesga e innova en sus alternativas para defender sus principios de siempre.
La modernidad? no es reivindicarse como 'nuevo PSOE', sino ser un partido que arriesga e innova en sus alternativas?
Generar confianza social en la gesti¨®n econ¨®mica y ser solventes ante los mercados. No digo someterse a ellos, sino regularlos con orden y rigor. Ofrecemos demasiadas dudas en estos campos y necesitamos m¨¢s y mejores referentes personales en estas materias. El gran objetivo es la igualdad, pero nuestra revoluci¨®n es un reformismo inteligente. Nuestra voluntad redistributiva est¨¢ acreditada, pero nuestra capacidad para asegurar el crecimiento choca con nuevos l¨ªmites y contradicciones en la econom¨ªa globalizada. Criticamos la preocupante reaparici¨®n de la desigualdad, pero nuestras soluciones contra ella no son suficientemente conocidas o no est¨¢n experimentadas. Toda la izquierda europea busca soluciones a estos y otros dilemas, pero nos equivocaremos si proponemos viejas recetas a la sociedad en Red y del Internet de las cosas. Hay una izquierda antigua, con propuestas viejas, del siglo pasado, aunque las hagan los reci¨¦n llegados. El anticapitalismo sin alternativas no nos pertenece. Lo nuestro es indagar en las nuevas f¨®rmulas predistributivas y liderar la fiscalidad internacional para combatir la desigualdad. Regular el comercio internacional, crear un nuevo marco laboral, limitar y regular el capitalismo financiero, innovar en derechos y deberes de la Red, asegurar la igualdad y la cohesi¨®n social en la nueva sociedad tecnol¨®gica...
Tenemos que revisar nuestro proyecto territorial. Los acontecimientos de Catalu?a est¨¢n alterando las bases de nuestra apuesta conciliadora y pactista con los nacionalismos. Si el nacionalismo catal¨¢n insiste en su ruptura unilateral independentista y el nacionalismo vasco nos plantea la autodeterminaci¨®n (aunque venga envuelta en el celof¨¢n del eufem¨ªstico derecho a decidir), el PSOE debe asumir su liderazgo y protagonismo en una firme defensa del Estado, de sus reglas y de sus instituciones. Seguiremos tendiendo la mano al pacto con las fuerzas pol¨ªticas representativas de nuestras comunidades aut¨®nomas, pero nuestra oferta reformista de la Constituci¨®n (T¨ªtulo VIII) y los Estatutos debe reequilibrarse con la experiencia de casi 40 a?os de autogobierno, con los crecientes sentimientos discriminatorios que expresan cada vez m¨¢s ciudadanos de Espa?a y con las prevenciones que debemos tomar ante el uso y el fin que el independentismo ha hecho de algunas instituciones auton¨®micas. Aprender de lo ocurrido es obligado.
Hay m¨¢s cosas, pero si estas reflexiones enriquecen nuestro debate y generan otros, doy por cumplidos mis objetivos con estas l¨ªneas.
?Ram¨®n J¨¢uregui Atondo es eurodiputado.
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