Feminismo global
Un movimiento as¨ª no se ve¨ªa desde los tiempos de las internacionales obreras
Este es un movimiento global, con el que se sienten comprometidas mujeres de todos los continentes, culturas y religiones. No es extra?o, porque los motivos sobran. All¨ª donde hay injusticias y razones para la protesta y la consiguiente demanda de correcci¨®n f¨¢cilmente puede comprobarse que las mujeres son las que m¨¢s las sufren. El atlas mundial de los conflictos y de las barbaridades es terriblemente id¨¦ntico al atlas mundial de la desigualdad y la opresi¨®n que sufren las mujeres.
Es discutible, o dif¨ªcil de demostrar, que todas las mujeres sean v¨ªctimas desde su nacimiento de una sociedad patriarcal global, pero en cambio est¨¢ perfectamente comprobada e incluso cuantificada la condici¨®n de v¨ªctima de la opresi¨®n de g¨¦nero desde su nacimiento de millones de mujeres en todo el mundo.
Empecemos por lo m¨¢s elemental, el poder, la violencia y la guerra. Desde Troya la mujer sufre en su doble condici¨®n de poblaci¨®n civil utilizada como escudo y chantaje y de presa sexual como bot¨ªn, que le deparan f¨¢cilmente la violaci¨®n y la muerte. El combate iniciado en Hollywood contra el acoso sexual no puede hacernos olvidar el sufrimiento indecible de millares de mujeres en Siria, Irak, Yemen, Libia o Nigeria, esclavizadas por los fan¨¢ticos depredadores del Estado Isl¨¢mico y de Boko Haram, y sometidas a maltratos y violaciones cuando huyen hacia Europa en columnas de refugiados o en pateras controladas por traficantes sin escr¨²pulos.
Sigamos por el mundo del trabajo, donde la explotaci¨®n de la mano de obra barata de los pa¨ªses emergentes, sobre todo del sudeste asi¨¢tico, se cierne especialmente sobre las mujeres, que componen el grueso de la poblaci¨®n laboral de ramos como el textil, y sufren de la doble explotaci¨®n de su fuerza de trabajo, en casa y en el taller, adem¨¢s de unas condiciones laborales de alta peligrosidad. El camino que les queda por recorrer a las mujeres banglades¨ªes, indias, vietnamitas o chinas hasta la denuncia de la brecha salarial que moviliza a las europeas es enorme.
Terminemos en el reconocimiento y exigencia legales de igualdad. El primer derecho, seg¨²n sabia sentencia de Hannah Arendt, consiste en tener derechos. El atlas global de la condici¨®n de la mujer es todav¨ªa desolador: all¨ª donde no hay Estado, y no lo hay en numerosas regiones de ?frica, la mujer es la que m¨¢s sufre; y all¨ª donde hay Estado sometido a la ley isl¨¢mica, una extensa parte del planeta tambi¨¦n, la mujer como sujeto civil tiene la mitad de los derechos que el hombre a la hora de heredar o de testificar, adem¨¢s de verse sometida a la presi¨®n de su invisibilidad social bajo el velo. Sin contar donde rigen las costumbres ancestrales que permiten la ablaci¨®n u otros h¨¢bitos no tan ancestrales como son el acoso en el trabajo o la violencia dom¨¦stica.
La periodista Alejandra Agudo ha dado con la frase para entender lo que hoy sucede: ¡°El feminismo es tan global como la desigualdad que combate¡±. Por primera vez hay un movimiento global con capacidad para juntar a mujeres de todo el planeta en una misma reivindicaci¨®n de igualdad y de justicia. Algo as¨ª no suced¨ªa, propiamente, desde los tiempos de las internacionales obreras.
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