El abeto prehist¨®rico recupera sus fueros al sur de Espa?a
El pinsapo alcanza extensiones de m¨¢s de 8.100 hect¨¢reas entre las sierras de C¨¢diz y M¨¢laga con la incertidumbre sobre la incidencia del cambio clim¨¢tico
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¡°De aqu¨ª a 15 a?os habr¨¢n destruido el ¨²ltimo pinsapo¡±. Tan preocupado se qued¨® el naturista Abel Chapman cuando visit¨® la sierra de Grazalema (C¨¢diz) en 1909 que no se ahorr¨® el categ¨®rico vaticinio en su libro?Unexplored Spain publicado un a?o despu¨¦s. Talas masivas, desprendimientos e incendios incontrolados amenazaban a esta especie ¨²nica de con¨ªfera, encapsulada en las monta?as de C¨¢diz y M¨¢laga desde hace m¨¢s de 12.000 a?os. Lo que no pudo la subida de las temperaturas posterior a la ¨²ltima Glaciaci¨®n (durante el Cuaternario superior), lo iba a lograr la mano destructora del hombre: a principios del siglo XX apenas subsist¨ªan 100 hect¨¢reas de pinsapar en la Sierra de C¨¢diz.
Pero, contra todo evidente pron¨®stico, Chapman se equivoc¨®. M¨¢s de un siglo despu¨¦s de su aseveraci¨®n, la realidad de esta especie end¨¦mica en peligro de extinci¨®n es bien distinta. ¡°Ha pasado de esas 107 hect¨¢reas a tener entre 450 y 500 hect¨¢reas en la sierra del Pinar de Grazalema. Aunque nunca sabremos c¨®mo de extensos llegaron a ser, podemos afirmar que el pinsapo est¨¢ recuperando sus dominios ancestrales¡±, reconoce a pie de bosque Jos¨¦ Manuel Quero, director del parque natural Sierra de Grazalema. Y con esta con¨ªfera relicta en plena fase expansiva, ahora el reto es averiguar c¨®mo le afectar¨¢ el cambio clim¨¢tico que ya sufre el planeta.
El buen estado de conservaci¨®n del pinsapar hoy es visible en las 8.146 hect¨¢reas de superficie por las que se extiende, ubicadas entre las sierra de las Nieves, los Reales de Sierra Bermeja (ambos en la provincia de M¨¢laga) y la sierra de Grazalema. Todos son hoy espacios naturales protegidos. En la cordillera gaditana el ¨¢rea de distibuci¨®n del pinsapo alcanza las 1.988 hect¨¢reas, aproximadamente. Dentro de ella, han sobrevivido bosques densos, bien puros o mezclados con encinas y quejigos, en una superficie cercana a las 500 hect¨¢reas. Su extraordinaria supervivencia en estos p¨¢ramos sure?os, contra toda aparente l¨®gica clim¨¢tica, no es casual.
El pinsapo puede alcanzar hasta los 500 a?os de vida y los 30 metros de altura
Desde tiempos inmemoriales, en la sierra de C¨¢diz, los vecinos reconoc¨ªan al pinsapo bajo el nombre com¨²n de pino. Pero no fue hasta 1838 cuando el ginebrino botanista Pierre Edmond Boissier lo identifica bajo el nombre de?Abies pinsapo en su obra?Voyage botanique dans le Midi de l?Espagne. Ah¨ª la ciencia empieza a bosquejar la importancia y trayectoria hist¨®rica de este abeto, considerado una reliquia de los bosques de con¨ªferas que cubr¨ªan vastas extensiones de Europa durante el Terciario (era iniciada hace 66 millones de a?os). Con el ascenso t¨¦rmico postglacial ¡°se qued¨® en diferentes reductos mediterr¨¢neos y fue evolucionando¡±, como detalla Quero.
En las sierras de C¨¢diz y M¨¢laga, el pinsapo consigui¨® sobrevivir encapsulado en laderas y cumbres monta?osas de los 800 a los 1.800 metros de altitud, como explica Jos¨¦ Luis S¨¢nchez, t¨¦cnico del parque natural de Grazalema. La con¨ªfera se aclimat¨® a zonas escarpadas y sombreadas de orientaci¨®n norte, resguardadas de los vientos secos de levante, con clima fresco y elevada humedad. Ah¨ª pueden alcanzar hasta los 500 a?os de vida y los 30 metros de altura. Posee copas piramidales, de hojas punzantes verde oscuro y dispuestas en ramas preparadas para las nevadas. La parte superior del ramaje concentra los conos femeninos y la inferior, los masculinos. ¡°Eso facilita que, en las laderas, ambas se toquen y se fecunden¡±, como relata Jos¨¦ L¨®pez Quintanilla, coordinador del Plan de Recuperaci¨®n del Pinsapo.
Una c¨¢psula del tiempo
En la Sierra de Grazalema, de singular orograf¨ªa, la especie se hizo fuerte en un bosque gracias a que las borrascas atl¨¢nticas convierten a la zona en el punto de mayor pluviosidad del sur peninsular. ¡°Estas condiciones especiales de microclima y relieve abrupto tambi¨¦n ayudaron a que, para el hombre, fuese complicado esquilmar la especie¡±, reconoce S¨¢nchez. Con todo, los intentos fueron constantes, como a?ade el t¨¦cnico: ¡°Por ejemplo, en 1904 el pinsapar sufri¨® una intensa corta, pero el elevado coste del desembosque y transporte hizo que los troncos se quedaran desparramados all¨ª mismo en la finca y fueran utilizados posteriormente para hacer carb¨®n¡±.
En una econom¨ªa de subsistencia, basada en el aprovechamiento intenso de los recursos naturales, el pinsapo era un ¨¢rbol de cierta aptitud maderera que ayud¨® a sobrepasar las penurias del siglo XIX y principios del XX. Pero la situaci¨®n cambi¨® cuando, en junio de 1972, el Estado decidi¨® comprar por 18 millones de pesetas (108.000 euros) las dos fincas donde se conservaba la masa del pinsapar. ¡°Fue un momento fundamental¡±, resalta Quero. Entonces cambi¨® el modelo de gesti¨®n: se suspendieron los aprovechamientos madereros, se acot¨® el pinsapar al pastoreo y se inici¨® la pr¨¢ctica de una selvicultura preventiva de incendios. Tan solo cinco a?os despu¨¦s de ese primer paso, la UNESCO declara la zona Reserva de la Biosfera y, en 1985, se convierten en un parque natural de 51.695 hect¨¢reas.
La decisi¨®n pronto encontr¨® la respuesta de un abeto milenario y con una capacidad colonizadora que favorece su pronta regeneraci¨®n natural. ¡°La especie invierte a?os en distintas fases. Los primeros 20 a?os crece lento porque se esfuerza en asentarse y luego toma altura¡±, explica el director el parque. La regeneraci¨®n natural ha sido tan exitosa que, en Grazalema, pueden fijar sus miras en m¨¢s necesidades, como a?ade Quero: ¡°Ahora nos centramos fundamentalmente en proteger y favorecer la extensi¨®n del pinsapar¡±.
Con el cambio clim¨¢tico en ciernes, a¨²n es una inc¨®gnita la incidencia que ¨¦ste tendr¨¢ para estas masas de con¨ªferas
De ah¨ª que en la actualidad se trabaje tambi¨¦n en la identificaci¨®n y caracterizaci¨®n de zonas adultas de pinsapar. Con ello, en el Parque Natural buscan ejemplificar la importancia de los denominados bosque maduro en la conservaci¨®n de la biodiversidad. Es una l¨ªnea de trabajo en la que ya est¨¢n inmersos paises mediterr¨¢neos como Francia o Italia y que impulsa la Federaci¨®n de Parques Nacionales y Naturales de Europa (Europarc), en su Grupo de Conservaci¨®n. ¡°Tenemos la idea de que un bosque es una foto fija sin madera muerta en el suelo y perfectamente limpio. Pero la realidad es que evolucionan constantemente y la riqueza est¨¢ en la existencia de ¨¢rboles muertos que son h¨¢bitat de especies o claros creados por derribos que permiten la regeneraci¨®n. Y de eso, tenemos muy pocos ejemplos como ¨¦ste en Europa¡±, sentencia Quero con orgullo.
Y mientras el pinsapar se convierte en ejemplo europeo de madurez, la regeneraci¨®n del abeto en la sierra de Grazalema ha hecho posible que, por s¨ª solo, haya comenzado a recuperar dominios que fueron suyos mucho tiempo atr¨¢s. En zonas cercanas a la masa del bosque hist¨®rico se aprecian diversas con¨ªferas que asoman entre encinas y quejigos que, previsiblemente, acabar¨¢n claudicando ante el milenario regresado. En contra de toda previsi¨®n, la con¨ªfera incluso ha llegado a introducirse en laderas con orientaci¨®n sur en un fen¨®meno apreciable tambi¨¦n en las sierras malague?as.
Tecnolog¨ªa y naturaleza
Su aparici¨®n en puntos que, de entrada no parec¨ªan ¨®ptimas para su crecimiento, intrigaba a Quintanilla hasta que la aplicaci¨®n de la tecnolog¨ªa le dio la respuesta que necesitaba. En colaboraci¨®n con distintas entidades cient¨ªficas andaluzas, han conseguido desarrollar un Modelo Digital de Incidencia Solar por el cual se emplean sistemas de informaci¨®n geogr¨¢fica para localizar zonas de umbr¨ªa. As¨ª han descubierto todas aquellas localizaciones que, con independencia de su orientaci¨®n, presentan condiciones ¨®ptimas para la supervivencia de la especie.
¡°Gracias al modelo podemos avanzar hacia nuestro pr¨®ximo objetivo, la creaci¨®n de masas diversificadas¡±, reconoce el t¨¦cnico. Por que hoy, con el acceso controlado por permisos (por ejemplo, en Grazalema para hacer rutas por la zona es necesario solicitar autorizaci¨®n previa) ¡°la ¨²nica gran amenaza sigue siendo el incendio¡±, como explica Francisco Jarillo, coordinador adjunto de los agentes de Medio Ambiente en la sierra gaditana. Todo ello, pese a las amplias medidas de prevenci¨®n que van desde la vigilancia, construcci¨®n y mantenimiento de cortafuegosa la mejora de infraestructuras contra incendios, como las balsas de agua.
¡°Ante este eventual riesgo, se trata de no jug¨¢rsela todo a una carta¡±, a?ade Quero. Pero no es el ¨²nico reto al que ayudar¨¢ tanto el Modelo de Incidencia Solar como los estudios que se hagan en la zona. Con un cambio clim¨¢tico en ciernes, a¨²n es una inc¨®gnita la incidencia que ¨¦ste tendr¨¢ para estas masas de con¨ªferas, necesitadas de menores temperaturas y humedad constante. Es de imaginar que posibles aumentos de la temperatura media y los largos periodos de sequ¨ªa podr¨ªan afectar a un abeto con el que no pudo ni la ¨²ltima postglaciaci¨®n.
Tampoco es menos cierto que ese car¨¢cter relicto capaz de sobreponerse a las m¨¢s adversas circunstancias tambi¨¦n es su mejor baza de superviviencia. ¡°Hay muchas investigaciones en cuanto al cambio clim¨¢tico, pero nada es concluyente. Lo que hoy por hoy tenemos claro es que el pinsapo ahora est¨¢ en buen estado de conservaci¨®n y que es una especieresistente. El tiempo dir¨¢¡±, remacha Quero.
El primo marroqu¨ª del pinsapo
Adem¨¢s de su similitud a otras con¨ªferas, el pinsapo o 'Abies pinsapo' tiene un primo directo que sigue vivo a pocos kil¨®metros de las sierras de C¨¢diz y M¨¢laga. Se trata de los abetos Abies maroccana y Abies tazaotana, ambos supervivientes de la postglaciaci¨®n en el Parque nacional de Talassemtane, ubicado en el norte de Marruecos. Su similitud llev¨® a que, durante a?os, se llegase a pensar de que se trataba de la misma especie que el pinsapo andaluz. Sin embargo, los ¨²ltimos estudios gen¨¦ticos lo descartaron, aunque confirmaron la cercan¨ªa de ambas variedades. El primo marroqu¨ª del pinsapo "susbiste recluido en zonas altas, en una extensi¨®n de 3.000 hect¨¢reas, y amenazado por una importante deforestaci¨®n impulsadas por talas para dedicar los terrenos a cultivos", reconoce Jos¨¦ L¨®pez Quintanilla, coordinador del Plan de Recuperaci¨®n del Pinsapo.
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