La alargada sombra de Martin Margiela
Una exposici¨®n recuerda al dise?ador, cuya influencia sigue siendo omnipresente
Dej¨® la moda hace una d¨¦cada, pero su sombra nunca ha sido tan visible como en la actualidad. Martin Margiela, el dise?ador belga de rostro desconocido que revolucion¨® la pasarela durante sus 20 a?os al frente de la marca que sigue llevando su nombre, sigue sobrevolando hoy todo tipo de desfiles, colecciones y estrategias de publicidad. Una nueva retrospectiva dedicada a su obra, que se acaba de inaugurar en el Palais Galliera de Par¨ªs, demuestra, a trav¨¦s de 130 modelos, la influencia perenne del modisto en una disciplina que logr¨® cambiar para siempre.
Entre 1988 y 2008, Margiela impuso su propia ley. Mientras sus compa?eros de oficio se peleaban por la atenci¨®n de los focos, ¨¦l prefiri¨® desaparecer del mapa. Tras conceder su primera entrevista, decidi¨® que ser¨ªa la ¨²ltima. En tiempos de logos ostentosos, ¨¦l quit¨® la etiqueta a sus vestidos. Convoc¨® sus desfiles en estaciones de metro abandonadas, en las que serv¨ªa vino tinto en vasos de pl¨¢stico. Y escogi¨® a maniqu¨ªs desconocidas, a veces encontradas por la calle. Es decir, la ant¨ªtesis de las imperantes top models. Durante los 20 a?os que dur¨® su reinado, Margiela nunca sali¨® a saludar al final.
Formado en la Academia de Bellas Artes de Amberes, de la que salieron nombres como Dries Van Noten o Ann Demeulemeester, Margiela lleg¨® a Par¨ªs a mediados de los ochenta. Durante tres a?os, fue asistente de Jean-Paul Gaultier, enfant terrible homologado por la pasarela francesa. Le influir¨¢ su actitud provocadora, pero Margiela envolver¨¢ su moda en un halo conceptual mucho m¨¢s pronunciado. En sus manos, la creaci¨®n textil se convertir¨¢ en arte contempor¨¢neo, como demuestra la exposici¨®n en Par¨ªs, donde podr¨¢ verse hasta el 15 de julio.
El suyo ser¨¢ un vocabulario nuevo, lleno de colores distintos, siluetas abstractas, pliegues inesperados y una acumulaci¨®n de ideas por cent¨ªmetro cuadrado que ning¨²n otro modisto ha logrado igualar. La exposici¨®n demuestra que Margiela se avanz¨® a casi todo lo que hoy se considera tendencia. ?Los tejanos mal cortados por los bajos? ?l ya lo hizo en 1997. ?Esa moda oversize llena de prendas XXL? Lo mismo, pero en 2001. ?El desfile como happening organizado en espacios impropios? Margiela ya sol¨ªa montar sus pasarelas en aparcamientos, solares y discotecas decadentes. ?Reutilizar prendas usadas y luego venderlas como productos de lujo, como hace Vetements? Margiela se adelant¨® a ello unas dos d¨¦cadas. Si Demna Gvasalia, director art¨ªstico de Balenciaga, siempre habla en primera persona del plural (y no del singular) tras sus desfiles, puede que la culpa sea este ferviente partidario del trabajo en equipo, que se volvi¨® invisible para oponerse al culto desmedido al dise?ador.
¡°Margiela ocupa un lugar esencial en la historia de la moda, comparable a la de Crist¨®bal Balenciaga, con quien guarda un incre¨ªble parecido¡±, afirma la nueva directora del Palais Galliera, Miren Arzalluz, en el cat¨¢logo de la muestra. ¡°Ambos poseen el mismo esp¨ªritu iconoclasta, que no quiere escandalizar sino promover un sentido ¨¦tico y est¨¦tico. No cedieron ante el ritmo fren¨¦tico de la industria ni a la presi¨®n de los medios, prefiriendo refugiarse en una discreci¨®n casi heroica para consagrarse totalmente al perfeccionamiento de sus respectivos oficios¡±. En el futuro, como tal vez crey¨® Margiela, todo el mundo ser¨¢ an¨®nimo durante 15 minutos.
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