Una agenda de cambio
Las movilizaciones del 8-M deben traducirse en medidas concretas
El D¨ªa de la Mujer de 2018, celebrado el pasado jueves, ha resultado hist¨®rico en cuanto al nivel de participaci¨®n y movilizaci¨®n. Se ha constatado que la causa de la igualdad de la mujer es compartida y celebrada por toda la sociedad. Frente a quienes en los ¨²ltimos tiempos han querido dibujar una democracia caduca y en regresi¨®n, las calles del 8-M han mostrado una sociedad vibrante, consciente y plural. Una vez m¨¢s, Espa?a ha demostrado albergar un profundo sentido de la justicia, la igualdad y progreso social.
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Nuestros ¨¦xitos en derechos y libertades han sido contemplados siempre con admiraci¨®n fuera de nuestras fronteras. Como ocurriera con la Ley contra la Violencia de G¨¦nero y la posterior adopci¨®n de la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, ambas pioneras en el entorno europeo, nuestra sociedad ha mostrado ir incluso por delante de aquellos vecinos en los que tantas veces nos miramos no sin cierto complejo de inferioridad. Espa?a se sit¨²a por delante de Reino Unido, Alemania, Francia y Suecia en la lucha contra la violencia machista. Y su brecha salarial es inferior a la brit¨¢nica o alemana. No cabe pues el des¨¢nimo. Espa?a no es excepcional: sus problemas son los mismos de sus vecinos.
Los datos de los organismos e instituciones internacionales especializados en la materia apuntan en la misma direcci¨®n. Por un lado se?alan los avances logrados en la legislaci¨®n antidiscriminaci¨®n, la violencia contra las mujeres, la educaci¨®n, pues ya superan a los hombres en titulaciones universitarias y la feminizaci¨®n de la pol¨ªtica.
Por otro, destacan el vac¨ªo de mujeres en el mercado laboral, tanto en t¨¦rminos cuantitativos ¡ªhay menos mujeres en la poblaci¨®n activa, trabajan menos horas y por tanto tienen peores salarios y pensiones¡ª como cualitativos, lo que se traduce en un d¨¦ficit intolerable de mujeres en puestos directivos, en empresas p¨²blicas y privadas y la Administraci¨®n p¨²blica.
Uno de los grandes d¨¦ficits que muestran los datos tiene que ver con la maternidad. Las malas pr¨¢cticas empresariales, sumadas a la precariedad del mercado de trabajo, la ausencia de una red de escolarizaci¨®n gratuita de 0-3 a?os, la insuficiencia de los permisos de paternidad y los muy deficientes controles por parte de la Inspecci¨®n de Trabajo convierten la maternidad en un foso en el que quedan estancadas las carreras laborales y salarios de las mujeres.
Todos ellos son problemas graves, pero no insuperables si hay voluntad pol¨ªtica. El Gobierno, que se ha sumado tarde y torpemente a estas reivindicaciones, tiene la obligaci¨®n de sentarse con el resto de las fuerzas pol¨ªticas con representaci¨®n parlamentaria para, con el concurso de empresarios, sindicatos y asociaciones de la sociedad civil, dise?ar y poner en marcha una agenda de igualdad con medidas concretas, calendarios de aplicaci¨®n y recursos presupuestarios. La igualdad es un valor democr¨¢tico y su consecuci¨®n debe estar por encima de la lucha partidista y dentro de las instituciones representativas, no fuera de ellas. Es una cuesti¨®n de Estado y toca, por tanto, a sus instituciones recoger y alentar un cambio social del que todos podemos sentirnos orgullosos.
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