?A qui¨¦n le importa el pacto educativo?
La ruptura del proceso en el que han participado diputados de todos los grupos evidencia que la educaci¨®n es reh¨¦n de la lucha partidista
La salida ¡ªm¨¢s s¨²bita que anunciada¡ª del PSOE de la negociaci¨®n del pacto educativo con el pretexto de la financiaci¨®n puede leerse de varias maneras. Algunos pensar¨¢n que se trata de una dulce y calculada venganza por la ruptura, por parte del PP, tambi¨¦n en el ¨²ltimo momento y cuando muchos ya lo cre¨ªan posible, del pacto educativo promovido por el ministro ?ngel Gabilondo hace unos a?os. Otros creer¨¢n que es una prueba m¨¢s del oportunismo con el que se manejan nuestros dos partidos pol¨ªticos mayoritarios. Y muchos pensamos, simplemente, que hoy, igual que entonces, el c¨¢lculo a corto plazo de los costes electorales de seguir o no seguir adelante con el pacto, se ha impuesto sobre el c¨¢lculo a largo plazo de beneficios potenciales (tanto sociales como econ¨®micos) de alcanzar un acuerdo de Estado sobre la educaci¨®n.
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La cuesti¨®n de la financiaci¨®n no es ni mucho menos balad¨ª, pero ha sido utilizada como mero pretexto para levantarse de la mesa, aun cuando ya todos los partidos hab¨ªan realizado sus primeras propuestas para negociar. Vayamos, no obstante, al tema. Existen buenas razones para exigir mejoras sustanciales en financiaci¨®n, y m¨¢s ahora que hay recuperaci¨®n econ¨®mica e inflaci¨®n. En muchos centros educativos, sobre todo p¨²blicos, son evidentes la falta de recursos y las dificultades para hacer frente a realidades sociales que han sido y son muy complejas. Sin embargo, haber puesto esta cuesti¨®n como primer punto de la negociaci¨®n en vez de dejarlo como r¨²brica final ya indicaba la desconfianza generalizada y la intenci¨®n de jugarse todo el pacto a un ¨®rdago a la grande.
La financiaci¨®n ha sido utilizada como pretexto para levantarse de la mesa aun cuando ya todos los partidos hab¨ªan realizado sus primeras propuestas para negociar
No cabe, por tanto, extra?arse de la confusi¨®n acerca de la medida de inversi¨®n educativa en t¨¦rminos de porcentaje del PIB y lo rudimentario y simplista que ha resultado el debate t¨¦cnico. En esto, la izquierda ha sido parad¨®jicamente conservadora, porque, si atamos el gasto al PIB (en lugar de al n¨²mero de estudiantes), abrimos la puerta a reducciones c¨ªclicas del gasto y desprotegemos al sector educativo en la pr¨®xima recesi¨®n econ¨®mica. Por no hablar de que, cuando trasladamos la propuesta del porcentaje del PIB a las comunidades aut¨®nomas, podr¨ªamos caer en la trampa regresiva de elevar el gasto solo en aquellas que invierten poco respecto a su PIB (que son las m¨¢s ricas) y nos olvidemos de las que ya gastan m¨¢s de un 5% (Extremadura y Andaluc¨ªa, las m¨¢s pobres).
La ruptura repentina de un proceso en el que han participado diputados de todos los grupos parlamentarios, en el que hab¨ªan comparecido m¨¢s de 80 personas a lo largo de un a?o, y que hab¨ªa generado altas expectativas en el sector y en la sociedad, es una m¨¢s en la ya larga historia que muestra c¨®mo la educaci¨®n en Espa?a no es sino un reh¨¦n de la lucha partidista. Y eso es as¨ª porque, en un pa¨ªs donde la educaci¨®n est¨¢ lejos de ser cuesti¨®n de Estado, los partidos pol¨ªticos creen que pactar en materia de educaci¨®n tiene demasiados riesgos y ninguna ventaja, y que hacerlo supondr¨ªa poco menos que traicionar a sus votantes y a sus principios. Se dir¨ªa que los partidos no parecen tener suficientes razones para cambiar una din¨¢mica que, bajo la fachada de la batalla ideol¨®gica, funciona en la pr¨¢ctica como una suerte de consenso t¨¢cito para que nada cambie. Estamos, pues, ante un bloqueo pol¨ªtico que habr¨ªa que describir m¨¢s como un pacto contra la educaci¨®n que como un pacto por la educaci¨®n.
Asum¨¢moslo, el sector educativo en Espa?a padece dos grandes enfermedades. Una es la fragilidad pol¨ªtica, manifiesta en el triste hecho de que ning¨²n partido se toma la educaci¨®n suficientemente en serio. Esa es la raz¨®n de que los intentos de pacto no sean m¨¢s que un ritual simb¨®lico destinado al fracaso. Y la segunda, que viene a ser tanto causa como consecuencia de la anterior, es la ya larga ausencia de un liderazgo fuerte e integrador que defienda con firmeza al sector educativo y sea capaz de colocarlo en el sitio adecuado dentro del debate p¨²blico. Si, como hoy parece claro, ese liderazgo no puede surgir de los partidos pol¨ªticos, es urgente que lo busquemos en otro sitio. Nuevas instituciones y actores de la sociedad civil tienen que movilizarse, como lo est¨¢n haciendo en otros temas igualmente clave. Es mucho m¨¢s que un porcentaje del PIB lo que hay en juego. De hecho, es la totalidad del PIB.
Lucas Gort¨¢zar es investigador en la Universidad del Pa¨ªs Vasco y miembro de la Ejecutiva del Proyecto Atl¨¢ntida.
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