Doce cosas que hubieses deseado saber antes de cumplir 40
Hay algunas lecciones tan importantes para la vida que solo podemos aprenderlas tras meter la pata cientos de veces. Estas son algunas de ellas
J¨®venes impulsivos que no piensan en el futuro ni en las consecuencias de lo que hacen. ?Es un lugar com¨²n? Parece que no, que el mito tiene una explicaci¨®n neurobiol¨®gica. "En la juventud, y sobre todo en la adolescencia, el cerebro est¨¢ en continuo desarrollo y maduraci¨®n", explica Juan Carlos Portilla, vocal de la Sociedad Espa?ola de Neurolog¨ªa. "Las principales caracter¨ªsticas neurobiol¨®gicas, con respecto al cerebro del adulto, es que en este per¨ªodo est¨¢n m¨¢s desarrolladas las ¨¢reas cerebrales emocionales mientras que otras, como las ¨¢reas que facilitan un mejor control de impulsos, alcanzan su madurez definitiva en edades m¨¢s avanzadas".?
De ah¨ª el famoso "?en qu¨¦ estaba yo pensando?" que a menudo aplicamos para cuestionar las decisiones que tomamos de j¨®venes. Pero ?cu¨¢ndo somos realmente maduros? Puede que nunca. "La neuroplasticidad cerebral permite un desarrollo constante y adaptativo de las funciones cerebrales", apunta Portilla. "Es dif¨ªcil establecer una edad de madurez cerebral".
En todo caso hemos establecido una frontera (los 40 a?os) en los que, al menos, la vida nos ha ense?ado algunas cosas como para tomar buenas decisiones. Y hemos reunido una serie de aprendizajes que solo llegan con los a?os y los errores. Nos han inspirado experiencias propias y ajenas. Posiblemente te veas reflejado en alguna. Si no es as¨ª, es que a¨²n eres demasiado joven.
Ojal¨¢ no hubiese perdido el tiempo intentando cambiar a alguien
Solo con la edad comprend¨ª que a menudo intent¨¦ cambiar a otra persona cuando el error no estaba en ella, sino en otra circunstancia o incluso en m¨ª. Hay que aceptar a la gente como es y, si no nos hace felices, la soluci¨®n no ser¨¢ intentar adaptarlas a nosotros, sino no estar a su lado. Eso s¨ª: los estudios aseguran que aunque una persona no puede cambiar rasgos fundamentales de la personalidad de su pareja (ser irritable, compulsivo, vago o rencoroso), s¨ª puede cambiar peque?os h¨¢bitos que entorpecen la relaci¨®n. En ese sentido, ¨¢nimo con ello.?
Ojal¨¢ no hubiese estado tanto tiempo en aquel trabajo que odiaba
S¨ª, a veces fue por dinero ¨C?qui¨¦n no necesita pagar facturas a fin de mes?¨C, pero muchas veces tambi¨¦n fue por miedo. Fue porque me llevaba bien con mis compa?eros y eso hac¨ªa que mereciese la pena el resto. Fue porque, vaya, la oficina me quedaba muy cerca de casa y hab¨ªa otro trabajo que me gustaba mucho m¨¢s, pero no quer¨ªa pasar por la media hora de transporte p¨²blico todos los d¨ªas. Fue porque me sent¨ªa profesionalmente anquilosado y ten¨ªa pavor a empezar de cero en otro sitio, temeroso de que todo lo que sab¨ªa se me hubiese olvidado ya tras tantos a?os sentado en el mismo escritorio. Cuando por fin lo hice descubr¨ª que era facil¨ªsimo, que necesitaba aquel cambio de aires y que fue sencillo adaptarme a un nuevo entorno laboral. Pero siempre dese¨¦ que alguien me hubiese explicado eso antes.
Ojal¨¢ no me hubiese pasado tanto tiempo haci¨¦ndome pasar por alguien que no soy en las redes sociales
Aprend¨ª que cuando me quit¨¦ la m¨¢scara y empec¨¦ a ser yo mismo empec¨¦ a tener precisamente lo que buscaba cuando me hac¨ªa pasar por otro: likes y seguidores fieles. En medio de toda esa mara?a de m¨¢scaras que son las redes sociales (y a veces la vida en general), solo al madurar entend¨ª que la gente busca algo lo m¨¢s parecido posible a la autenticidad. "Parece demostrada la existencia de nuevas adicciones basadas en el uso de las nuevas tecnolog¨ªas, fundamentalmente redes sociales y aplicaciones m¨®viles", informa Portilla, vocal de la Asociaci¨®n Espa?ola de Neurolog¨ªa. A?ade, adem¨¢s, que desde la llegada de los smartphones?y las redes sociales "parece que existen cambios en algunas funciones cerebrales, y se intuye un d¨¦ficit de atenci¨®n".
Ojal¨¢ hubiese dejado antes a aquella pareja que no me hac¨ªa feliz
Me resulta incre¨ªble pensar cuantos elementos consider¨¦ m¨¢s importantes que mi propia felicidad y estabilidad emocional. Las finanzas, por ejemplo (?podr¨ªa empezar yo de cero sin compartir gastos?). La casa (?me voy a ir ahora que acabamos de redecorar el sal¨®n?). El c¨ªrculo social (?c¨®mo nos repartimos los amigos? Los hijos (?nos perdonar¨¢n alguna vez que los hayamos tra¨ªdo a la familia para luego romperla?). Los n¨²meros de algunos estudios recientes son preocupantes: seg¨²n el libro You can be right or you can be married, solo el 17 % de los matrimonios est¨¢n contentos con su pareja. Y seg¨²n The new "I do", las cifras no son mejores: seis de cada diez parejas son infelices y cuatro de cada diez est¨¢n pensando en romper.?
"Muchas relaciones se ven envueltas en un no-entendimiento que en ocasiones tiene que ver con el papel o los roles de g¨¦nero que toman los miembros de la pareja", explica la doctora Elena Requena, experta en sexolog¨ªa y asesoramiento de pareja. "Cuando llegamos a un punto de no retorno en esta falta de entendimiento y pensamos en acabar una relaci¨®n, nos cuesta salir de ella por una cuesti¨®n de h¨¢bitos, una sensaci¨®n de desesperanza, de no poder conseguir lo deseado ni en esa ni en otra relaci¨®n, y el amor o el cari?o que tenemos a esa persona y el miedo a hacer y que nos hagan da?o".?
Ojal¨¢ no me hubiese preocupado tanto lo que los dem¨¢s pensaban de m¨ª
Sobre todo porque, a medida que me hice mayor, me di cuenta de una verdad demoledora: los dem¨¢s no pensaban en m¨ª. Es m¨¢s bien que yo pensaba que los dem¨¢s pensaban en m¨ª, que hablaban de mi vida a mis espaldas como si yo fuese una figura mitol¨®gica con una vida interesante. Pero nunca fui tan importante. La gente estaba muy ocupada pensando en su vida como para pensar en la m¨ªa. Llegar a esa conclusi¨®n fue al principio decepcionante: ?es que entonces mi vida no importa a nadie? Pero luego, cuando me empez¨® a importar realmente a m¨ª, fue lo m¨¢s liberador que he vivido.
Ojal¨¢ me hubiese cuidado m¨¢s y desde antes
Todos nos sent¨ªamos invencibles. Todos pens¨¢bamos que el alcohol, el tabaco, la sabros¨ªsima comida basura y los tutes que nos peg¨¢bamos saliendo cuatro noches cada semana en la Universidad nunca pasar¨ªan factura. "En las edades m¨¢s j¨®venes el cerebro est¨¢ influido por una m¨¢xima sensibilidad a la Dopamina, un neurotransmisor que interviene en la toma de decisiones para alcanzar fen¨®menos de recompensa", nos cuenta Portilla. "En etapas de edad m¨¢s avanzadas estos mecanismos de recompensa se ven modulados por la influencia de otras estructuras cerebrales, fundamentalmente aquellas que tienen que ver con el control de impulsos y con los procesos de aprendizaje". Esto podr¨ªa explicar que esas actividades m¨¢s de riesgo que nos dan placer en edades tempranas se conviertan, con el tiempo, en cenas con amigos, viajes o un vino frente a la chimenea. Todo mucho m¨¢s sosegado...?
Ojal¨¢ hubiese disfrutado m¨¢s del sexo cuando era joven
Estoy casado, quiero a mi pareja y soy feliz. Pero no estoy muerto. A menudo, veo la pasi¨®n de esos novios j¨®venes y ef¨ªmeros que se deshacen a besos por la calle y lamento no haber vivido eso de forma mucho m¨¢s intensa. O sea: haber recorrido m¨¢s camas, labios y cuellos antes de llegar aqu¨ª, a esta apacible y reconfortante rutina. Aunque tambi¨¦n tengo muy claro que, si alg¨²n d¨ªa se terminase y mi pareja y yo escogi¨¦semos caminos diferentes, nunca es tarde para volver a todo eso. "En este caso los dictados sociales tienen mucho que ver", explica la doctora Requena. "Cada persona lleva su propio ritmo y no tiene por qu¨¦ ser en la adolescencia o en la adultez temprana cuando m¨¢s sexo tenemos que tener y cuando mejor va a ser. Son etapas de exploraci¨®n, tanto con uno/a mismo/a como con el otro. Eso lleva su tiempo. Muchas veces vemos personas adultas que disfrutan mucho m¨¢s de sus encuentros er¨®ticos que cuando ten¨ªan 25 a?os".
Ojal¨¢ me hubiese gastado menos dinero en tonter¨ªas
Salir. Ropa. Tecnolog¨ªa. Caprichos varios. S¨ª, todo eso me hizo feliz en su d¨ªa. Saliendo viv¨ª aventuras divertidas, la ropa a¨²n la tengo y me recuerda que fui joven, y el tel¨¦fono m¨®vil lo necesitaba, qu¨¦ demonios. Pero todo lo que me ha podido enriquecer emocionalmente lo pierdo en espacio en unos apartamentos cada vez m¨¢s peque?os: desde hace unos a?os las minicasas, o sea, los apartamentos de menos de 40 metros cuadrados, hacen furor en Espa?a. Y en un espacio tan peque?o cabe preguntarse: ?se puede saber qu¨¦ son todos estos trastos y toda esa ropa que he acumulado? En todo caso, parece que la tendencia est¨¢ cambiando: los millennials gastan hoy menos dinero en posesiones materiales y m¨¢s en experiencias, como festivales de m¨²sica.??
Ojal¨¢ hubiese viajado m¨¢s antes de ponerme a trabajar
En muchos pa¨ªses, los j¨®venes se toman un a?o sab¨¢tico para viajar y conocer el mundo antes de iniciar su vida laboral. En otros, el ansia por empezar a trabajar e independizarse o el miedo por quedarse fuera de esa carrera hacen que nos lancemos a la oficina antes que al mundo. Ojal¨¢ hubiese viajado m¨¢s de joven, cuando ten¨ªa m¨¢s energ¨ªa, cuando me daba igual quedarme en habitaciones compartidas en hostales y ten¨ªa m¨¢s amor por el riesgo. Viajar cambia la forma en la que te relacionas con el mundo y te hace m¨¢s sabio, humilde y emp¨¢tico. Todas esas cosas son recomendables (y necesarias) a cualquier edad, pero especialmente ¨²tiles cuando uno es joven y se est¨¢ formando una idea sobre la vida.?
Ojal¨¢ no hubiese acumulado tantas posesiones materiales
Pero de eso solo me di cuenta cuando tuve que enfrentarme a mi primera mudanza. ?Qu¨¦ demonios es todo esto? ?D¨®nde lo hab¨ªa metido? ?Cu¨¢ndo me lo compr¨¦ y por qu¨¦? ?Y c¨®mo es posible que hubiese olvidado que lo ten¨ªa? Los beneficios de un estilo de vida minimalista han sido cubiertos por varios estudios y libros (como por ejemplo los de Leo Babauta). Vivir con pocas cosas nos aporta espacio, nos da una idea de lo que es realmente importante y propone tambi¨¦n un continuo y sano ejercicio de autocontrol. ?Otro Black Friday, m¨¢s rebajas? ?Pero necesitas realmente algo m¨¢s en casa???
Ojal¨¢ hubiese votado en todas las elecciones
Seg¨²n un sondeo de Metroscopia, los ciudadanos de entre 18 y 34 a?os tienden a votar menos que el conjunto de la ciudadan¨ªa. Si el porcentaje de poblaci¨®n que vot¨® en las elecciones de junio de 2016 fue del 70 %, en el caso de los j¨®venes se reduce al 61 %. Y esa cifra superaba a la de las ¨²ltimas elecciones (votaron el 58 % de j¨®venes en 2011). Nuevos partidos surgidos en los ¨²ltimos a?os que acaban con el bipartidismo y captan mucho voto joven est¨¢n cambiando la situaci¨®n, pero muchos tuvimos la sensaci¨®n a esas edades de que la pol¨ªtica no era cosa nuestra, de que votar era un asunto de nuestros padres. La crisis y sus consecuencias nefastas sobre la juventud est¨¢n cambiando esa situaci¨®n. Pero no hace falta una crisis para saber que somos unos privilegiados por poder ejercer el derecho a voto y elegir democr¨¢ticamente a quien nos gobierna. Solo hay 87 pa¨ªses en el mundo donde esto se puede hacer de forma transparente.?
Ojal¨¢ no hubiese esperado que la vida fuese siempre justa?
Porque no lo es. Pero uno puede poner su granito de arena para que lo sea en todo lo que est¨¦ a su alcance. Y esa sensaci¨®n har¨¢ que el resto de problemas parezcan menores.
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