Los padres del mundo que viene
Si el patriarcado es un veneno para la igualdad, la implicaci¨®n del padre en la crianza es uno de los mejores ant¨ªdotos con los que contamos en la actualidad
Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, nos suele recordar que demasiadas mujeres y ni?as de todo el mundo dedican un n¨²mero excesivo de horas a las responsabilidades del hogar. Habitualmente destinan a los trabajos reproductivos y de cuidado m¨¢s del doble de tiempo que los hombres y ni?os. Esta divisi¨®n desigual del trabajo no remunerado ¡ªpero que es fundamental para que la vida sea posible¡ª est¨¢ directamente relacionada con la falta de implicaci¨®n de los hombres, pero en especial con la irresponsabilidad activa y la imprudente militancia en el desapego que ejercen millones de padres en todo el planeta.
Si el patriarcado es un veneno para la igualdad, la implicaci¨®n del padre en la crianza es uno de los mejores ant¨ªdotos con los que contamos en la actualidad para hacerle frente y romper tendencias de inequidad entre mujeres y hombres.
Aproximadamente el 80% de los hombres ser¨¢n padres biol¨®gicos en alg¨²n momento de sus vidas, y pr¨¢cticamente todos los hombres tenemos alguna interacci¨®n socializadora con las ni?as y los ni?os. Como nos recuerda la escritora Silvia Nanclares, optar por el "extincionismo" es tan leg¨ªtimo como decidir reproducirse. Pero, para que la vida siga, los padres importan e impactan, tanto en las vidas de las mujeres que les rodean, como de forma decisiva y permanente, en las posibilidades de ser y estar en el mundo de las ni?as y los ni?os.
Antes de que nadie tenga que dedicar tiempo y esfuerzo sacar la conclusi¨®n entre l¨ªneas (salvando las distancias y con el permiso de Betty Friedan), cuando me pregunto qui¨¦n soy yo o qu¨¦ quiero de la vida, respondo que entre los elementos centrales que definen mi identidad est¨¢ el de ser padre. Y s¨ª, soy un m¨ªstico de la paternidad, un esencialista enamorado, agotado, transformado, muchas veces contradictorio y siempre conmovido por mi experiencia como padre.
Por suerte, la imparable transformaci¨®n de las mujeres ha cambiado la agenda de las paternidades. Si algo qued¨® claro tras la hist¨®rica jornada de movilizaci¨®n feminista del 8 de marzo, es que para el logro de la equidad real de mujeres y hombres las relaciones de igualdad en el ¨¢mbito familiar son tan imprescindibles como irrenunciables. Para hacerlo posible, los hombres tenemos que encargarnos de la parte que nos corresponde, contribuyendo a la consolidaci¨®n de una nueva forma colectiva de entender y ejercer la paternidad, radicalmente asociada a asumir plena y equitativamente, de forma personal e intransferible, la responsabilidad que nos corresponde en todas las fases y trabajos que se desprenden del proceso de la crianza. Corresponsabilidad. Para lograrlo, se antoja esencial resignificar la paternidad, como un conjunto de pr¨¢cticas y acciones, a trav¨¦s de las que los varones cultivamos, activamos y desplegamos, todas nuestras capacidades humanas, as¨ª como nuestro potencial biopsicol¨®gico para ejercer y practicar los cuidados.
Todo son ventajas
La paternidad positiva es un factor de salud, ya que contribuye a que las hijas y los hijos crezcan m¨¢s sanos; implica el desarrollo de relaciones de apego seguro ¡ªque inciden directamente en un mejor rendimiento escolar, incidiendo en un ¨®ptimo desarrollo emocional de las ni?as y los ni?os¡ª, contribuye al empoderamiento de las mujeres y las ni?as; a disminuir la violencia contra las mujeres y contra las ni?as y los ni?os; y hace a los hombres m¨¢s felices y sanos.
Pero, tal y como ocurre con el amor rom¨¢ntico, los padres no somos medias naranjas pugnando por encargarnos de un porcentaje ¡ªcasi siempre escaso y ventajoso para nosotros¡ª de las tareas de cuidado. A estas alturas de la historia, debemos asumir personalmente, e incorporarnos al proceso negociador con nuestra pareja, desde la convicci¨®n y la contingencia pol¨ªtica, de que representamos una unidad cuidadora aut¨®noma y plena, capaz de asumir la responsabilidad completa en nuestro desempe?o parental. No se trata por tanto de ser un padre ejecutor de tareas complementarias y auxiliares en relaci¨®n a la figura materna, sino que desde la capacidad plena, el compromiso, y la consciencia de nuestros privilegios, seamos capaces de establecer pactos de convivencia equitativos, conscientes y negociados con nuestras parejas.
Pero el camino hacia ese modelo de paternidad positivo, equitativo, pac¨ªfico, tierno, corresponsable, independiente e integrado, no est¨¢ exento de contradicciones, e inevitablemente nos har¨¢ transitar, a cada uno de nosotros por momentos y procesos de crisis. Dejamos de vivir alrededor de nuestro ombligo y nos convertimos en seres cuidadosos en vez de ser hombres de cuidado. Ya no somos el centro de la existencia. Otro ingrediente de la crisis es que la paternidad consciente nos hace enfrentarnos a un mundo emocional inmenso para el que a veces nos faltan c¨®digos, referencias y herramientas. Pero el gran trance lo dimensionamos cuando, probablemente por primera vez en nuestras existencia, vivimos en primera persona c¨®mo el ejercicio responsable de los cuidados afecta directa e irremediablemente a los privilegios culturalmente heredado: nos roban el tiempo, el protagonismo y la posibilidad de seguir siendo libres y omnipresentes en el trabajo, el partido, la asociaci¨®n o el sindicato.
Es cierto: la igualdad tiene muchos beneficios, pero tambi¨¦n presenta efectos secundarios en los hombres. Muchos de nosotros, al convertirnos en padres enfermamos, pensamos que nos vamos a morir, cojeamos, tenemos v¨¦rtigos, n¨¢useas, insomnio, cambios del estado de ¨¢nimo, calambres, descubrimos la pr¨®stata, nos hacemos anal¨ªticas varias para detectar ese tumor imaginario que nos acecha... Nos atenaza el miedo, aunque lo ¨²nico que buscamos es recuperar la centralidad perdida.
A modo de ejemplo de esa transformaci¨®n asim¨¦trica y contradictoria, cuando al alpinista catal¨¢n Ferran Latorre le preguntaron qu¨¦ pens¨® y sinti¨® al coronar su decimocuarto ocho mil, respondi¨® sin dudarlo: "En la cima del Everest he pensado en mi hija, en Clara, la ¨²nica raz¨®n de existir". No est¨¢ exento de contradicciones que, en la cima del mundo, un alpinista que podr¨ªa haber perdido la vida durante su ascenso est¨¦ pensando en su hija, que es lo m¨¢s importante del mundo pero a la que no est¨¢ pudiendo atender. Este es un ejemplo claro de lo que entiendo como "las hibridaciones de la masculinidad", donde la ¨¦pica cl¨¢sica del ser hombre, relacionada con la conquista y el ¨¦xito a trav¨¦s de la superaci¨®n de los l¨ªmites y el riesgo, convive con los nuevos referentes de paternidad, en los que el amor por las criaturas (aunque no siempre est¨¦ el compromiso o la presencia al mismo nivel) es lo m¨¢s importante en la vida de un hombre-padre. Pero a pesar de las contradicciones, tenemos que seguir insistiendo.
Aunque algunos de los cambios en el modelo de paternidad no sean demasiado evidentes o tan profundos como desear¨ªamos, tenemos razones fundadas para el optimismo, ya que la pr¨¢ctica de la paternidad igualitaria y el ¡°ba?o emocional¡± que supone, pondr¨ªa en cuesti¨®n de forma radical, la definici¨®n misma que el sistema patriarcal hace de la propia masculinidad. Para el especialista en g¨¦nero y masculinidades Victor Seidler, la relaci¨®n emocional que mantienen hoy en d¨ªa algunos hombres con sus hijas e hijos marcar¨ªa un verdadero cambio intergeneracional, profundo y permanente, puesto que "para mantener su autoridad, los padres patriarcales ten¨ªan que mantener las distancias con los hijos, ya que se supon¨ªa que la proximidad amenazaba su estatus. Esta distancia, que se convert¨ªa a veces en prueba de hombr¨ªa, les imped¨ªa a menudo relacionarse emocionalmente con sus hijos". De este modo, la autoridad, en el modelo de masculinidad hegem¨®nica, se obtendr¨ªa al precio de rechazar la implicaci¨®n emocional. Eso significa que "los padres estaban 'en' la familia, pero no formaban realmente parte de ella". Por todo ello, la proximidad y el compromiso emocionales ser¨ªan dos de los rasgos distintivos tanto de las paternidades comprometidas como del cambio generacional hacia modelos identitarios y pr¨¢cticas m¨¢s equitativas.
En este complejo entramado de relaciones, a pesar de la creciente implicaci¨®n de los padres en la crianza, hay una distancia significativa entre lo que debo ser, lo que creo hacer, aquello que considero justo y propio de un buen padre y lo que realmente hago. El factor generacional no est¨¢ exento de paradojas, y para entenderlo en toda su dimensi¨®n hay que tener en cuenta la brecha y las contradicciones que se pueden dar entre los ideales y las pr¨¢cticas. Seg¨²n los datos de la encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas, las nuevas generaciones expresan en los distintos sondeos de opini¨®n actitudes claras a favor de la igualdad dentro de la familia. Un 79% de las personas entre 25 y 34 a?os encuestadas opinan que la familia ideal es aquella "en la que los dos miembros de la pareja tienen un trabajo remunerado con parecida dedicaci¨®n y ambos se reparten las tareas del hogar y el cuidado de los hijos e hijas". Pero la relaci¨®n de hombres y mujeres con el mercado laboral sigue siendo significativamente desigual.
La paternidad positiva, que por definici¨®n es una paternidad igualitaria, presente, comprometida y equitativa, es uno de los m¨¢s poderosos factores de transgresi¨®n y transformaci¨®n de los roles sociales asignados culturalmente a los hombres, que incide directamente en el empoderamiento de las mujeres y que presenta ventajas que son emp¨ªricamente constatables para las ni?as, los ni?os y las parejas que conviven con estos hombres. Pero para que los cambios sean realmente profundos, necesariamente, la relaci¨®n de los hombres-padres con el mundo laboral, tiene que verse impactada y transformada. De este modo, los cambios positivos que se producen alrededor de la experiencia de la paternidad igualitaria conllevan la ampliaci¨®n de libertades y capacidades en el ¨¢mbito familiar, pero repercuten tambi¨¦n de forma positiva en la transformaci¨®n del mundo laboral.
Para entender la dimensi¨®n y el impacto que puede tener la implicaci¨®n positiva y equitativa del padre en la crianza, es importante que tengamos en cuenta las principales consecuencias y ventajas emp¨ªricamente probadas.
La paternidad positiva es un factor de salud ya que contribuye a que las hijas y los hijos crezcan m¨¢s sanos. Existe constataci¨®n de que la participaci¨®n del padre afecta a los hijos e hijas tanto como la de la madre. Por otro lado, la paternidad positiva implica el desarrollo de relaciones de apego seguro, que inciden directamente en un mejor rendimiento escolar, incidiendo en un ¨®ptimo desarrollo emocional de las ni?as y los ni?os.
Pero uno de los efectos m¨¢s positivos lo encontramos en el hecho de que la paternidad igualitaria contribuye al empoderamiento de las mujeres y las ni?as, ya que al ser corresponsables de los cuidados y las tareas dom¨¦sticas, los hombres apoyan la participaci¨®n de las mujeres en la fuerza laboral y la igualdad de las mujeres en general. Al mismo tiempo, el compromiso de los padres con una paternidad presente, contribuye a disminuir, tanto la violencia contra las mujeres, como la que se ejerce por parte de los hombres contra las ni?as y los ni?os.
La brecha salarial son los hijos
Las ¨²ltimas investigaciones relacionan casi toda la penalizaci¨®n a las mujeres en sueldo, oportunidades laborales y cargos directivos con c¨®mo se cuidan los ni?os.
Y como merece la pena seguir empe?ados en la b¨²squeda de la felicidad, no debemos valorar el hecho probado de que la paternidad activa hace a los hombres m¨¢s felices y sanos. Los padres que se apegan de forma m¨¢s positiva a sus hijos e hijas afirman que esta relaci¨®n es una de las razones m¨¢s importantes de su bienestar y felicidad. Algunos estudios se?alan adem¨¢s que los padres que tienen una relaci¨®n estrecha y sin violencia con sus hijos e hijas viven m¨¢s, padecen menos problemas de salud mental o f¨ªsica, tienen menos tendencia a abusar de las drogas o el alcohol, son m¨¢s productivos en sus trabajos, experimentan menos estr¨¦s, se accidentan menos, y manifiestan sentirse m¨¢s felices que los padres que no tienen este tipo de relaci¨®n con sus hijos e hijas.
Lo mires por donde lo mires, la paternidad igualitaria merece la pena. ?Feliz d¨ªa buenos padres!
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