Esto es lo que queremos (y lo que no) por San Valent¨ªn
Hay un deseo que anula todos los dem¨¢s deseos: que en la cotidianidad de nuestros amores, de ocho horas o de cinco d¨¦cadas, se nos mire como iguales
Ni flores con tarjetas, ni bombones, ni cenas o desayunos en la cama, ni entradas para conciertos, ni billetes de avi¨®n o bonos para un spa... O s¨ª, pero topicazo mediante, todos preferimos que nos quieran a que nos colmen de regalos el 14 de febrero; que nos quieran durante 365 d¨ªas, no durante 24 horas.Y adem¨¢s, querer, f¨¢cil, lo que se dice f¨¢cil, no es. Los pr¨ªncipes azules no existen y las cosquillas de los aleteos de las mariposas rosas mueren tarde o temprano. Despu¨¦s de que Cupido tire y atine, viene el trabajo arduo. Y seg¨²n la realidad, cada vez m¨¢s obvia, para nosotras es el doble de arduo. Lo dicen los estudios, las encuestas, la estad¨ªstica.
En este d¨ªa del amor, va una lista de peque?as y grandes cosas que deseamos m¨¢s que cualquier fin de semana en una casita rural; que sirve para pasados, presentes y futuros sanvalentines; que est¨¢n al alcance de cualquiera, cada d¨ªa; que tienen v¨ªnculo directo con la pareja en cuesti¨®n, o indirecto, pero cuyo cumplimiento beneficia a todas las relaciones del mundo; y que son lo que el congelador a las gambas que sobran en Nochebuena para el amor verdadero, el que dentro del complejo baile de hormonas e interacciones fisiol¨®gicas evoluciona sobre elementos menos volubles, como el desarrollo del v¨ªnculo emocional y, eso que se olvida m¨¢s a menudo, los cuidados. Eso de qui¨¦reme menos y qui¨¦reme mejor.
- No queremos vivir bajo el ojo escrutador del "no te has depilado", "tienes mala cara, ?no te has maquillado?", o el "est¨¢s un poco m¨¢s gorda, ?no?".
S¨ª, tengo pelos, celulitis y lorzas, ?qu¨¦ pasa?
Un 69% de mujeres y un 65% de ni?as hablan de una presi¨®n creciente para llegar a un est¨¢ndar de belleza establecido; una de cada tres ni?as de seis a?os en Jap¨®n tiene problemas con su cuerpo; con diez, el 81% en EE UU tienen miedo al sobrepeso; y en Espa?a una de cada 100 adolescentes sufre anorexia nerviosa.
- No queremos poner tres de cada cuatro lavadoras, ni tener que recordar comprar caf¨¦ de camino a casa cada dos semanas, ni ser las encargadas de buscar el calcet¨ªn perdido; tampoco de sacar el cart¨®n de leche vac¨ªo de la nevera, ni tener la obligaci¨®n eterna de reponer el papel higi¨¦nico del cuarto de ba?o o de recoger la taza que se qued¨® en el sal¨®n la noche anterior.
Solo dos de cada diez hombres comparten en igualdad las tareas de limpiar y cocinar
En Espa?a, un 16% de los hombres dedica el mismo tiempo que su pareja a cocinar, mientras que el 71% de las mujeres cocinan siempre o casi siempre. No es raro que solo un 36% de las mujeres est¨¦n completamente satisfechas con la relaci¨®n dentro del hogar.
- No queremos llevar a los ni?os al colegio ocho de cada diez veces por semana, ni tener cinco alarmas en el m¨®vil para firmar justificantes, permisos, hacer deberes o enviar notas a los profesores como si fu¨¦semos secretarias de un bufete de abogados, ni restar horas de sue?o cada Navidad, Halloween o Carnaval para hacer disfraces hasta la madrugada; tampoco ser las enfermeras, ni las cocineras, ni las taxistas por excelencia de la familia.
Las mujeres siguen siendo quienes cuidan a los ni?os en Espa?a
En Espa?a, el 95% de las mujeres entre 25-49 a?os cuida y/o educa a sus hijos diariamente, un porcentaje ligeramente superior a la media de la UE (92%). Los hombres que lo hicieron a diario en 2016 fueron el 68%.
- No queremos ver reducido nuestro espacio en el autob¨²s, el metro, el tren, el avi¨®n, el coche, las salas de espera, el teatro o el cine. Un bi¨®logo sevillano explic¨® muy bien por qu¨¦ no es necesario el manspreading.
¡®Despatarre¡¯ masculino en el transporte p¨²blico
Manspreading: la costumbre de muchos hombres de abrirse de piernas cuando se sientan, ocupando su espacio y parte del de quienes llevan al lado, e incomodando a las personas situadas junto a ellos.
- No queremos que se nos expliquen cosas que ya sabemos, que adem¨¢s se haga con condescendencia o como si tuvi¨¦semos ocho a?os y que, por norma, cualquier momento sea bueno para interrumpirnos.
Deja que te explique qu¨¦ es el ¡®mansplaining¡¯
El origen del t¨¦rmino mansplaining tiene casi una d¨¦cada y apareci¨® en un blog. Se atribuye a la escritora Rebecca Solnit, aunque ella apunta que no tuvo nada que ver con su creaci¨®n, a pesar de que fue su texto, Men explain things to me (Los hombres me explican cosas), el que lo habr¨ªa inspirado.
- Queremos las mismas oportunidades y facilidades para conseguir un trabajo a tiempo completo, los mismos criterios para que se nos valore, el mismo sueldo si hacemos el mismo trabajo y los mismos requisitos para ascender (y que compa?eros o jefes nos dejen de llamar guapa, chiqui, bonita, coraz¨®n o preciosa).
Diez datos que demuestran que las mujeres sufren discriminaci¨®n laboral
En 2016, Fedea present¨® un informe que constat¨® que las mujeres tienen m¨¢s dificultades para encontrar trabajo, m¨¢s trabas para ascender y est¨¢n peor pagadas. Seg¨²n CC OO, la mujer cobra un 44% menos en complementos, y, seg¨²n el INE, dedica el doble de horas que el hombre al trabajo no pagado.
- Queremos que se entienda "no" cuando decimos "no" y "s¨ª" cuando decimos "s¨ª", que no se presuponga, se adivine o se crea que decimos lo contrario de lo que verbalizamos; que impere el sentido com¨²n en cualquier circunstancia; y que nuestras faldas, escotes, tacones, licras o espaldas al descubierto no parezcan un letrero luminoso que dice "pirop¨¦ame, ac¨®same, t¨®came e insiste si no te hago caso".
En 2016, en Espa?a las mujeres denunciaron 1.249 violaciones (tres al d¨ªa) 1.684 agresiones sexuales sin penetraci¨®n y 6.922 abusos (sin mediar violencia ni intimidaci¨®n) y acosos (pedir favores sexuales), seg¨²n el Ministerio del Interior. Un total de 9.855 ataques o vejaciones, que van del insulto a la violaci¨®n.
- Queremos que nos inviten, nos cedan el paso o nos abran la puerta por simple educaci¨®n, pero no por aquella idea viejuna relacionada con la caballerosidad. Que dejen de asociarnos a colores como el rosa o a ideas preconcebidas sobre c¨®mo tenemos que sentarnos, contestar, saludar o sonre¨ªr. Que pare el "tiene la regla" para explicar nuestro malestar o enfado y que dejen de convertirnos en las versiones femeninas de Murakami, Cristiano Ronaldo, el bajista de los Dire Straits o Steven Spielberg.
El machismo ha mutado y se ha convertido en algo sutil y extendido a rutinas y percepciones err¨®neas sobre las cualidades, el valor? o los deseos femeninos. Esos micromachismos? en realidad no son micro: conforman un problema global y referirse a ellos de esa forma no hace sino minimizar ese problema.
- Queremos que dejen de preguntarnos para cu¨¢ndo el novio, la boda o los hijos, no caducamos como seres humanos pasados los 35 si no tenemos ninguna de esas cosas.
El estudio La infecundidad en Espa?a: tic-tac, tic-tac, tic-tac!!!, afirma que entre un 25% y un 30% de las mujeres nacidas en la segunda mitad de los setenta no tendr¨¢ hijos. Las causas son la infertilidad, el retraso de la edad a la hora de tener el primer hijo, el dinero o la decisi¨®n, simple, de no tenerlos, entre otras.
Hoy, y todos los d¨ªas del a?o, estar¨ªa bien empezar a olvidar algunas grandes mentiras que llevan siglos circulando: que el amor para siempre existe, por ejemplo, que es casi obligatorio para ser feliz, o que necesitamos ser completadas. Hay un ¨²ltimo deseo que meter en esa lista, el que anular¨ªa todos los dem¨¢s: que en la cotidianidad de nuestros amores, de ocho horas o de cinco d¨¦cadas, se nos mire como iguales. No somos otra cosa que iguales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.