Catalu?a y el amigo americano
Alguien pr¨®ximo advirti¨® al escritor: ¡°Lo mejor que un novelista tiene que decir lo dice con sus novelas, no con sus opiniones pol¨ªticas¡±. Y ten¨ªa raz¨®n.
Un viejo amigo americano me reprocha que escribo demasiado de pol¨ªtica, sobre todo de pol¨ªtica catalana. ¡°Lo mejor que un novelista tiene que decir lo dice con sus novelas, no con sus opiniones¡±, dice mi amigo. ¡°Pero, en cuanto un novelista empieza a opinar de pol¨ªtica, y m¨¢s en situaciones como la de Catalu?a, y mucho m¨¢s en tu caso, la gente deja de juzgarlo por sus novelas y pasa a juzgarlo por sus opiniones. El resultado es malo para la gente y para el novelista, pero sobre todo para las novelas. Nada m¨¢s nefasto que un escritor metido a activista pol¨ªtico, que es en lo que te convertiste el oto?o pasado, a juzgar por lo que vi en la prensa internacional. Dime, ?te ha servido para algo que no sea perder el tiempo, perder amigos y ganar enemigos? No me obligues a partirme de risa dici¨¦ndome que cre¨ªste que con esas entrevistas, art¨ªculos y pol¨¦micas absurdas ibas a contribuir a paliar lo m¨¢s m¨ªnimo la incompetencia del Gobierno espa?ol, que no entendi¨® que no se puede parar un intento de golpe de Estado del siglo XXI con instrumentos del siglo XX o del XIX. Y ni t¨² mismo te crees que tus argumentos hayan alterado en nada las ideas de nadie. Lo de Catalu?a es ahora mismo una cuesti¨®n de fe, no de razones. ?C¨®mo dice esa frase de Proust que tanto te gusta citar? ¡®Algo que no ha entrado racionalmente en una cabeza no puede salir de ella de forma racional¡¯, ?no? Pues apl¨ªcate el cuento¡±.
¡°Lo que no me explico es que no lo vieras antes¡±, contin¨²a mi amigo. ¡°Quiero decir: ?c¨®mo es posible que t¨², un extreme?o de Gerona, no te dieras cuenta de que se estaba preparando un c¨®ctel de victimismo hist¨®rico, ego¨ªsmo econ¨®mico y narcisismo supremacista ali?ado con chorritos de xenofobia, un brebaje letal sobre el que hab¨ªas le¨ªdo mil veces en los libros de historia?¡±. ¡°Porque, suponiendo que exista ahora, ese c¨®ctel no exist¨ªa al principio¡±, contesto. ¡°O porque no era tan letal. Tambi¨¦n porque no es lo mismo leer la historia que vivirla, y porque una cosa es un bebedor y otra un alcoh¨®lico. O quiz¨¢ porque no supe verlo, o porque me daba miedo o verg¨¹enza verlo¡±. En este punto le cuento una an¨¦cdota. Ocurri¨® en oto?o de 2000. Aquel a?o el alcalde de Gerona me propuso dar el preg¨®n de las fiestas y, cuando anunci¨® su decisi¨®n, un concejal independentista declar¨® a la prensa que yo no era la persona adecuada para realizar ese encargo, y todo el mundo interpret¨® que lo dec¨ªa porque yo escrib¨ªa en castellano, o porque no era lo bastante catal¨¢n, o algo as¨ª; por fortuna, la intervenci¨®n de varios amigos, algunos de ellos independentistas, oblig¨® a rectificar al concejal. Por entonces me compr¨¦ un coche, que result¨® ser el primero de la provincia matriculado con la ¡°E¡± de Espa?a, por lo que me pidieron que me fotografiara junto a ¨¦l, honor que declin¨¦; por entonces arreciaba una campa?a independentista que propon¨ªa tapar, en las matr¨ªculas, la ¡°E¡± de Espa?a por pegatinas con la ¡°CAT¡± de Catalu?a, y no tard¨® en aparecer en un peri¨®dico local una foto de mi coche bajo un titular: ¡°Con E de est¨²pidos¡±. D¨ªas m¨¢s tarde me llam¨® a casa mi amigo Roberto Bola?o, el escritor chileno. Yo estaba de viaje y habl¨® con mi esposa. Comentaron la pol¨¦mica sobre el preg¨®n y mi mujer le cont¨® la an¨¦cdota del coche y de mi foto frustrada junto al coche. La reacci¨®n de Bola?o la sorprendi¨®. ¡°Merc¨¨¡±, le dijo, ¡°vete ahora mismo a comprar una pegatina de la ¡®CAT¡¯ y me la pones en el coche¡±. Perpleja, un poco inquieta, mi mujer intent¨® quitar hierro a la historia, intent¨® tranquilizar a Bola?o; no lo consigui¨®: mi amigo insisti¨® una y otra vez, con preocupaci¨®n, casi con angustia, en que hiciera lo que le dec¨ªa. Por supuesto, no pusimos ninguna pegatina, y nos olvidamos de los temores de Bola?o. ¡°?Lo ves?¡±, dice mi amigo americano. ¡°Bola?o s¨®lo llevaba un par de d¨¦cadas viviendo en Catalu?a, pero se dio cuenta de que es muy dif¨ªcil unir una sociedad, pero muy f¨¢cil dividirla, y de que lo que ha pasado ahora ya estaba en germen entonces¡±. ¡°Bola?o era m¨¢s listo que yo¡±, le digo. ¡°No lo dudes¡±, me contesta.
¡°Bola?o s¨®lo llevaba un par de d¨¦cadas viviendo en Catalu?a, pero se dio cuenta de que es muy dif¨ªcil unir una sociedad, pero muy f¨¢cil dividirla, y de que lo que ha pasado ahora ya estaba en germen entonces¡±
Al despedirse, mi amigo me pide que no vuelva a escribir sobre Catalu?a. ¡°Te lo prometo¡±, le digo.
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