Universo

Hace poco me confes¨® mi madre que cada noche rezaba para pedirle a Dios que le dejara vivir hasta ver al m¨¢s peque?o de sus ocho hijos entrar en la Universidad. La aspiraci¨®n de mi madre es la de casi todos los padres y madres, que sue?an con ver a sus hijos crecer sanos y a salvo. Pero a?ad¨ªa, con esa menci¨®n a la vida universitaria, un matiz digno de rescatar. Para esa generaci¨®n a la que la Guerra Civil priv¨® de una formaci¨®n escolar, era fundamental que sus hijos alcanzaran un nivel educativo superior. La Universidad nos iba abrir al universo. Hoy, cuando la posesi¨®n de dinero determina los anhelos de demasiados padres para sus hijos, resulta a lo mejor rid¨ªculo y cursi. Sin embargo, para los que crecimos bajo esa vocaci¨®n materna que nos se?alaba un camino en la vida, pese a nuestra indiferencia de adolescentes y nuestra prepotencia de chicos de la Transici¨®n, la Universidad sigue significando la puerta de acceso a una sociedad igualitaria y justa, donde la violencia y la coacci¨®n pueden ser vencidas por la pasi¨®n y la vocaci¨®n.

Sab¨ªan aquellas madres que el franquismo hab¨ªa fomentado la corrupci¨®n en la Universidad. Que algunos cachorros del r¨¦gimen hab¨ªan obtenido el t¨ªtulo de primero de su promoci¨®n por derechos de cuna y hasta de pernada. Pero incluso as¨ª, la sociedad intu¨ªa el poder reformador de la cultura y para regenerar un pa¨ªs roto apostaban por la v¨ªa del conocimiento, el desarrollo y la innovaci¨®n. Estas virtudes esenciales acaban de ser humilladas de nuevo en los Presupuestos Generales del Estado, presentados a modo resignaci¨®n al fracaso. Coincide en los d¨ªas con un retrato desfavorecedor de la vida universitaria, a la luz de la pol¨¦mica de un t¨ªtulo de m¨¢ster obtenido por un alto cargo pol¨ªtico bajo sospechas que apuntan a un profesorado tan en precario que pudo someterse al chantaje de firmar o falsear tribunales, actas, notas, con tal de contentar al poder.

Cuando todo se aclare quedar¨¢ algo maltrecha la fe de los pocos que a¨²n creen en la Universidad con la misma firmeza casi ang¨¦lica con la que cre¨ªan tantas madres espa?olas. La corrupci¨®n salpica a todas las estructuras de nuestras instituciones, pero hoy como entonces cobra valor la firmeza en insistir en el desarrollo cultural. Mientras el ministro del ramo se declara novio de la muerte en plena procesi¨®n, tiene que perseverar un n¨²cleo de resistencia que apueste por el saber, por la conciencia ¨¦tica. Esa es la madre del futuro de nuestro pa¨ªs. Ojal¨¢ que la utop¨ªa de la Universidad p¨²blica no desfallezca nunca.