Pu?o y letra
Somos hijos de la dignidad y de la palabra de Rub¨¦n Dar¨ªo y Augusto C¨¦sar Sandino
Como parte de los actos del Premio Cervantes, se celebra el ritual del dep¨®sito de un legado en el Instituto Cervantes de Madrid.
El instituto funciona en un imponente edificio adornado de cari¨¢tides en la calle de Alcal¨¢, donde estuvo el Banco Central, y por eso tiene b¨®vedas blindadas, a las cuales se da ahora uso literario, pues los legados se depositan en las cajas de seguridad que antes serv¨ªan para que los clientes resguardaran all¨ª sus valores.
Otros art¨ªculos del autor
El legado tiene que ver con la vida y la obra del autor, alg¨²n objeto o instrumento relacionado a su oficio, manuscritos originales, libros que ha atesorado; cuando en la ceremonia se deposita el legado en la caja correspondiente, hay que fijar un plazo para abrirla y revelar de qu¨¦ se trata, un plazo que puede durar hasta la muerte; o, siempre de por medio el plazo, se puede anunciar de inmediato el contenido.
?Qu¨¦ podr¨ªa dejar yo? ?Una pluma fuente? A duras penas escribo a mano, salvo las dedicatorias de mis libros, y hasta mis notas las apunto en el celular. ?Unos lentes? Es lo m¨¢s com¨²n en estos casos. ?Una m¨¢quina de escribir? Dej¨¦ de usarlas hace m¨¢s de treinta a?os y no conservo ninguna, porque en 1985 me pas¨¦ al teclado de la computadora, con lo que me considero un veterano digital. ?Un manuscrito? Vale la misma raz¨®n de que no escribo a mano.
Hace alg¨²n tiempo, cuando me pidieron del Centro de Arte Moderno de Madrid algo relacionado con mi oficio, para el peque?o museo de escritores que all¨ª tienen, me decid¨ª por los trece discos floppies que contienen mi novela Castigo divino, escrita en un ordenador primitivo, un modelo que por supuesto ya no existe, ni tampoco es posible descodificar su lenguaje. Una verdadera lengua muerta.
Entonces, pens¨¦, mejor un legado que me trascendiera, a m¨ª y a los instrumentos de mi oficio, y me decid¨ª por este que enseguida les explico, que aunque he pedido sea sacado de la caja el 5 de agosto de 2022, cuando cumplir¨¦ 80 a?os, Dios mediante, es p¨²blico desde el momento de su dep¨®sito: se trata de una carta original de Rub¨¦n Dar¨ªo, y de otra de Augusto C¨¦sar Sandino, ambas conservadas en mi archivo personal por mucho tiempo.
Los legados se depositan en las cajas de seguridad que antes serv¨ªan para que los clientes resguardaran all¨ª sus valores
Quienes firman estas cartas representan la esencia de mi pa¨ªs, a trav¨¦s de la palabra y de la dignidad. Son ellos quienes nos dieron nuestro sentido de naci¨®n. Rub¨¦n transform¨® el idioma desde la literatura, dando a la lengua nuevos atrevimientos y sonoridades, y la poes¨ªa lo convirti¨® en un h¨¦roe nacional, suficiente para que a su regreso en 1907 la gente del pueblo desenganchara el tiro de caballos del coche descubierto que deb¨ªa conducirlo desde la estaci¨®n del ferrocarril en Le¨®n, para pegarse a las varas y arrastrarlo.
Sandino, quien se defin¨ªa como un ¡°trabajador de la ciudad, artesano como se dice en este pa¨ªs¡±, se convirti¨® en soldado por la fuerza de la necesidad ante el imperativo de librar al pa¨ªs de la intervenci¨®n militar extranjera.
Hay una frase suya, que es la de un poeta, porque las palabras desnudas por verdaderas, tambi¨¦n son poes¨ªa: ¡°El hombre que de su patria no exige sino un palmo de tierra para su sepultura, merece ser o¨ªdo, y no s¨®lo ser o¨ªdo sino tambi¨¦n cre¨ªdo¡±.
Y al periodista vasco Ram¨®n de Belausteguigoitia, quien lo entrevist¨® en su campamento en 1933, despu¨¦s de acordada la paz que lo llev¨® a la muerte, porque muri¨® asesinado a traici¨®n por ¨®rdenes del primer Somoza, le dijo: ¡°?Ah, creen por ah¨ª que me voy a convertir en un latifundista! No, nada de eso; yo no tendr¨¦ nunca propiedades. No tengo nada¡¡±. Fue un voto de pobreza, que en pol¨ªtica es como un voto de castidad, que nunca violent¨®.
Somos hijos entonces de la dignidad y de la palabra. Ambos salieron de la entra?a de esa tierra peque?a y fecunda, una patria rural que nadie mejor que Rub¨¦n pudo describir: ¡°Buey que vi en mi ni?ez echando vaho un d¨ªa?/ bajo el nicarag¨¹ense sol de encendidos oros,?/ en la hacienda fecunda, plena de la armon¨ªa?/ del tr¨®pico; paloma de los bosques sonoros?/ del viento, de las hachas, de p¨¢jaros y toros?/ salvajes, yo os saludo, pues sois la vida m¨ªa¡¡±.
De manera que no puedo dejar nada mejor entre los tesoros del Instituto Cervantes, que las firmas de los dos nicarag¨¹enses que me legaron un pa¨ªs. Su pu?o y su letra.
Sergio Ram¨ªrez es escritor y premio Cervantes 2017.
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