T¨¢nger, ciudad so?ada
Junto a la visi¨®n mayoritaria de un lugar que fue excesivo y lleno de lujos, hoy diferentes escrituras nos revelan otros recorridos por la ciudad-mito
Dec¨ªa Mohamed Chukri que ten¨ªa un amigo que opinaba que quien no supiese so?ar su vida "se viniese a T¨¢nger¡±. Lo cierto es que la ciudad empez¨® a gozar de una gran popularidad a ra¨ªz de su declaraci¨®n como zona internacional en 1923. Con el tiempo, se fue fraguando una fama de urbe cosmopolita, abierta y tolerante hasta el momento de su declive a finales de los sesenta. A esta ciudad-mito, en sus a?os de m¨¢ximo esplendor, acudieron una pl¨¦yade de intelectuales y escritores, tanto americanos como europeos. Por all¨ª pasaron, entre muchos m¨¢s, la llamada generaci¨®n beat; Burroughs y Kerouac, por nombrar algunos, junto a Genet, Capote o los Bowles. Todos con id¨¦ntica intenci¨®n, quer¨ªan visitar ¡°el santuario de la no-interferencia¡±, como calific¨® Allen Ginsberg a la ciudad.
Aquellos, seg¨²n opini¨®n de muchos, apenas sal¨ªan de su mundo, no entablaban conversaciones con los tangerinos y s¨®lo utilizaban la ciudad como materia para sus creaciones. As¨ª se fraguaron obras como El cielo protector (1949) o El almuerzo desnudo (1959). Estamos hablando de textos de referencia pero muy diferentes a los que quer¨ªan mostrar precisamente el reverso de este universo, ¡°atrayente pero fr¨ªvolo¡±, que un¨ªa a la ciudad con el lujo y los excesos de todo tipo. Aquella otra cara que no quer¨ªa ocultar el discurrir cotidiano de la urbe o los destinos azarosos de muchos de sus habitantes. As¨ª, diversos escritores, tal y como defendi¨® Tahar Ben Jelloum (autor de D¨ªa de silencio en T¨¢nger), comenzaron a necesitar dar una ¡°visi¨®n marroqu¨ª de la ciudad¡± alejada de la imagen que arrojaban aquellas aves de paso europeas y americanas.
Entre estos destac¨® Mohamed Chukri, que ya hab¨ªa expresado sus reservas frente a los escritores que ocupaban la ciudad: ¡°cualquiera puede pasar aqu¨ª unas cuantas semanas y escribir un librito", dej¨® escrito. Chukri fue el autor, sobre todo, de El pan a secas (Cabaret Voltaire, 2012), novela autobiogr¨¢fica en la que narraba, con toda su crudeza, sus a?os de ni?o de la calle. El escritor manten¨ªa siempre a T¨¢nger como tel¨®n de fondo en todas sus obras. Para ¨¦l aquel lugar fue una obsesi¨®n recurrente, quiz¨¢s el gran amor de su vida, aunque siempre narrada desde el prisma de una ciudad real, mostrando otros rostros y otras voces, m¨¢s ocultas, m¨¢s marginales, y alejado de la visi¨®n idealizada y estereotipada que ense?aban las ¨¦lites de intelectuales.
Junto a su obra, emerge la de su amigo Mohamed Mrabet. Fue analfabeto y grababa sus relatos en dariya (¨¢rabe dialectal) para traducirlos a castellano, despu¨¦s Paul Bowles (al igual que har¨ªa con Chukri) los pasaba a ingl¨¦s. Mrabet guardaba, tambi¨¦n, la misma impresi¨®n que su amigo sobre el norteamericano: que se hab¨ªa aprovecado de ¨¦l (para quien le interese profundizar sobre esta cuesti¨®n es recomendable leer Paul Bowles, el recluso de T¨¢nger). Entre la obra de Mrabet destaca Amor por un pu?ado de pelos (Cabaret Voltaire, 2015), en donde narra la historia de un joven camarero de un hotel propiedad de un ingl¨¦s que lo acoge y mantiene, y que decide acudir a la brujer¨ªa para lograr el amor de Mina, la joven de la que est¨¢ perdidamente enamorado. En esta novela el T¨¢nger internacional emerge envuelto en las vivencias de estos seres que se toman la vida embotellada en whisky, mientras se prostituyen y muestran su rostro m¨¢s inmisericorde y su esp¨ªritu de supervivientes natos.
Mohamed Chukri, Tahar Ben Jelloum, Mohamed Mrabet, Antonio Lozano, Sergio Barce o Pablo Cerezal han escrito sobre la ciudad marroqu¨ª
Pero sobre T¨¢nger caben muchas otras visiones dispares, complementarias o perdidas. Como la que se puede disfrutar con la reedici¨®n ahora mismo de esa obra de culto que es La vida perra de Juanita Narboni (publicada en 1976, la ha vuelto a publicar este a?o Seix Barral). Autor maldito, huidizo y rara avis, su autor ?ngel Vazquez, nacido en T¨¢nger, comenz¨® a escribirla tras constatar la p¨¦rdida del a¨²rea de ciudad tolerante y abierta. Al leer este mon¨®logo, amargo y revelador, convocamos un espejismo: traemos de vuelta aquel T¨¢nger de los a?os 40 y 50 cuando a¨²n era ciudad internacional. Un para¨ªso fugaz que nos envuelve con el castellano tangerino de Juanita, que Vazquez restituye devolvi¨¦ndonos el que se hablaba en aquella ciudad.
Otra manera de acercarse a la realidad tangerina, desde el valor a?adido de ofrecer un alt¨ªsimo conocimiento sobre lo que se habla, es la que est¨¢ detr¨¢s de las obras de Antonio Lozano. Su escritura, dotada siempre de grandes dosis de humanidad, muestra una y otra vez las vidas de los m¨¢rgenes. Ya en Harraga (Premio Novelpol 2003 a la mejor novela negra en Espa?a), el protagonista es un joven camarero del tangerino Caf¨¦ Par¨ªs que sue?a con otros mundos. Desde un ambiente de pobreza, asfixiante, elevar¨¢ su vista hacia esa ciudad-maravillas para constatar que ¡°s¨®lo fuimos para ellos parte del paisaje de una ciudad que fue suya mientras nuestro sudor barato les proporcionaba la vida f¨¢cil que, fuera de aqu¨ª, no volver¨ªan a encontrar¡±. Siguiendo la misma l¨ªnea de mostrar las realidades m¨¢s ocultadas, Lozano, en su novela, bucea en sus propios recuerdos. Un largo sue?o en T¨¢nger (Almuzara, 2015) nos habla de las relaciones de los colonos europeos con la poblaci¨®n marroqu¨ª, evocando un ajuste de cuentas con un pasado tenebroso pero tambi¨¦n mostrando el amor del escritor por su T¨¢nger natal.
"Es una ciudad que nunca dar¨¢ a conocer su eterno secreto, porque guarda su ilimitada memoria con un silencio enigm¨¢tico", escribi¨®?Chukri
Dos menciones m¨¢s consiguen que nos adentramos en esta ciudad m¨ªtica tambi¨¦n desde sendos ¨¢ngulos diferentes, logrando ese contrapunto necesario a las narrativas que han dominado la escena. Por un lado, La emperatriz de T¨¢nger (El Genal, 2015) de Sergio Barce desde un enfoque de intriga, que mezcla ficci¨®n y realidad, pero que se narra desde el escritor que reconoce el terreno que pisa y ama. As¨ª, Barce muestra una ciudad ¨C refugio, destino de diversas personas que llegan a ella tambi¨¦n por otros tantos motivos diferentes; aventureros o fugitivos, rindiendo homenaje a una ciudad por la que ha sentido, desde siempre, fascinaci¨®n.
Por otro lado, Los cuadernos del Hafa (Carena, 2012) de Pablo Cerezal nos ofrece un texto inclasificable, que nos sit¨²a en un caf¨¦, el Hafa, otro mito, que es ¡°lo menos parecido a lo que cualquier occidental podr¨ªa imaginar como un caf¨¦¡± y por el que pasaron todos los ilustres escritores que se han mencionado al comienzo y muchos m¨¢s. Combinando ficci¨®n y realidad, desde la autobiograf¨ªa y el caos de los recuerdos y los deseos, este texto intenta restituir las voces tantas veces expuestas de algunos de aquellos intelectuales que tantas horas de buena literatura nos han proporcionado. As¨ª, la escritura de Cerezal es la de una persona que conoce muy bien el universo marroqu¨ª, mientras juega a internarse en su propia cartograf¨ªa literaria, aquella que en T¨¢nger, en un tiempo pasado, se llen¨® de ficciones.
Siempre nos quedar¨¢ T¨¢nger, parecen decir todos ellos, no en vano, tal y como escribi¨® Chukri: ¡°En T¨¢nger se cruzan historias y leyendas sobre su pasado, pero es una ciudad que nunca dar¨¢ a conocer su eterno secreto, porque guarda su ilimitada memoria con un silencio enigm¨¢tico, con un silencio embriagador y lleno de sabidur¨ªa¡±.
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