La estupidez artificial
Nuestros datos, y son cada vez m¨¢s, est¨¢n siendo almacenados para ser utilizados sin nuestro conocimiento. Su tr¨¢fico opaco sigue siendo un tab¨².
Una permanente tarea humana es luchar contra las propias estupideces. Por eso es tan importante mantener muy activo ese sensor de la conciencia que es la verg¨¹enza. Uno puede sorprenderse a s¨ª mismo gru?endo al volante de un autom¨®vil, gritando barbaridades y amenazando con despedazar a otros conductores. Es una estupidez bastante com¨²n. Si no tienes activada la aplicaci¨®n de la verg¨¹enza, puedes acabar enzarzado en un foll¨®n catastr¨®fico.
Lo m¨¢s llamativo de algunos casos de corrupci¨®n es constatar c¨®mo gentes de inteligencia despierta ten¨ªan completamente desactivada esa aplicaci¨®n tan sencilla e imprescindible como es la verg¨¹enza. Es inexplicable c¨®mo una persona puede arruinar su patrimonio moral por el hurto de unas cremas o por pagarse la excursi¨®n a un club de alterne con una tarjeta de dinero p¨²blico. Al igual que se considera agravante utilizar un disfraz en la comisi¨®n de un delito, deber¨ªa estar penada la desverg¨¹enza. Creo que ser¨ªa una forma efectiva de combatir la corrupci¨®n: la condena por ¡°falta de verg¨¹enza¡±. Y qu¨¦ ejemplar ser¨ªa una dimisi¨®n si se diese con la f¨®rmula: ¡°Dimito por verg¨¹enza¡±. O mejor a¨²n: ¡°Dimito avergonzado por mi propia estupidez¡±.
El masivo almacenamiento de datos m¨¢s o menos privados y su utilizaci¨®n mediante algoritmos en gran parte secretos est¨¢ cambiando nuestro modo de vida
Ahora entramos en una era dominada por la inteligencia artificial. El masivo almacenamiento de datos m¨¢s o menos privados y su utilizaci¨®n mediante algoritmos en gran parte secretos est¨¢ cambiando nuestro modo de vida. La gran maquinaria de la inteligencia artificial tiene su correlato en una gran estupidez artificial.
La estupidez artificial afecta al comportamiento de cada uno de nosotros, por lo que es urgente desarrollar la tecnolog¨ªa de una verg¨¹enza artificial. Con las terminales, sobre todo m¨®viles, suele ocurrir lo que se advierte con las armas de fuego y el efecto ¡°gatillo f¨¢cil¡±. Que es el gatillo el que acaba por dominar al dedo que dispara. Es el gatillo el que ordena, en vez de recibir ¨®rdenes. En las mal llamadas ¡°redes sociales¡±, es muy f¨¢cil que se contagie la estupidez. El teclado, la pulsi¨®n del disparo, dirige la mente que corresponde con mensajes apod¨ªcticos: breves y altisonantes como ¨®rdenes est¨²pidas. Es la conclusi¨®n a la que he llegado despu¨¦s de experimentar con una cuenta en Twitter. La estupidez artificial tiene como primer efecto da?ar o neutralizar el sentido del humor. Tardas en ser consciente de este deterioro, porque la verg¨¹enza artificial est¨¢ todav¨ªa menos desarrollada que la verg¨¹enza natural.
A gran escala, como pr¨¢ctica peligrosa de las grandes empresas de contenidos digitales y agencias de datos, la estupidez artificial puede llegar a ser una plaga en un mundo donde se extiende la superstici¨®n del solucionismo tecnol¨®gico. Hace poco escuchaba a uno de esos gur¨²s cibern¨¦ticos proclamar en tono providencial: ¡°?Dentro de 10 a?os todo, todo, todo estar¨¢ en la nube!¡±. Me vino a la cabeza el Black, de Baudelaire, y aquellos versos: ¡°?Qu¨¦ es lo que m¨¢s amas, enigm¨¢tico extranjero? / ?Amo las nubes¡, las nubes que pasan¡ all¨¢ lejos¡, las maravillosas nubes!¡±. Pero esta otra gran nube va camino de ser un gigantesco castillo en el aire al que confiaremos toda la producci¨®n digital, la computaci¨®n de las almas. Solo que las llaves estar¨¢n en manos de la nueva oligarqu¨ªa digital.
La estupidez artificial es una especie de s¨ªndrome acu?ado por Frank Pasquale, profesor de Derecho en la Universidad de Maryland, y autor del libro The Black Box Society. En su ensayo Poner fin al tr¨¢fico de datos personales (Le Monde Diplomatique, mayo de 2018), escrito a ra¨ªz del caso Facebook-Cambridge Analytica, Pasquale defiende que el ¡°derecho de explicaci¨®n¡± deber¨ªa incorporarse a los derechos humanos fundamentales. ?En qu¨¦ consiste? ¡°Que los ciudadanos puedan exigir conocer la l¨®gica de los procesos completamente automatizados que emiten juicios sobre ellos¡±.
Nuestros datos, todos los que se puedan conseguir, y son cada vez m¨¢s, est¨¢n siendo almacenados para ser utilizados y vendidos sin nuestro conocimiento. No solo para publicidad pol¨ªtica o comercial. Tambi¨¦n para marcarnos a la hora de buscar un empleo, una hipoteca, un seguro. Y predecir nuestros actos. Pasquale denuncia que el tr¨¢fico opaco y ¡°cibercriminal¡± sigue siendo un tab¨². La estupidez artificial podr¨ªa vencer a la inteligencia artificial. A no ser que la verg¨¹enza, como alerta ¨¦tica, tome cartas en el asunto.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.