?Por qu¨¦ he de cultivar una fruta que nadie quiere?
El enfoque comercial de la agricultura aboca a la p¨¦rdida de biodiversidad si los agricultores no ven incentivos para mantener las especies y variedades menos rentables
Los seres humanos somos solo el 0,01% de la vida en el planeta, pero ya hemos eliminado al 83% de los mam¨ªferos. Somos una amenaza para la diversidad terrestre, a la que ponemos en riesgo contaminando, agotando recursos naturales, cambiando los patrones del clima o, directamente, acabando con ellos. Muchas veces lo hacemos para saciar nuestro apetito: hemos reducido enormemente los bancos de peces y nuestras pr¨¢cticas agr¨ªcolas amenazan la biodiversidad. A veces porque marginamos unos cultivos para potenciar otros. O porque da?amos a los polinizadores ¡ªcomo las abejas¡ª que trasladan el polen que permite que las plantas se reproduzcan.
Por eso, un grupo de expertos de todo el mundo reunidos en la sede de la FAO (la agencia de la ONU para la alimentaci¨®n y la agricultura) en Roma debaten estos d¨ªas c¨®mo conseguir que la producci¨®n de alimentos, en lugar de poner en peligro la biodiversidad (la variedad de animales, plantas y otros seres vivos), la proteja y aproveche. Porque, con el modelo actual, no se le saca mucho partido. A lo largo de la historia, la humanidad ha comido m¨¢s 5.538 cultivos distintos. Hoy, el 50% de las calor¨ªas procedentes de plantas vienen de solo tres especies (el arroz, el trigo y el ma¨ªz). Y tampoco se aprecia la diversidad dentro de cada una: en Asia se ha pasado de plantar miles de tipos distintos de arroz a centrarse en menos de 50.
Esto tiene muchas consecuencias negativas. "La simplificaci¨®n de las dietas, que tienen poca variedad pero aportan mucha energ¨ªa y calor¨ªas, est¨¢ contribuyendo a los crecientes problemas de obesidad y deficiencias de micronutrientes", ha alertado el director general de la FAO, Jos¨¦ Graziano da Silva. M¨¢s de 1.900 millones de adultos sufren sobrepeso u obesidad, y problemas como la anemia o la falta de vitaminas afectan a cientos de millones.
Pero los riesgos van m¨¢s all¨¢, seg¨²n han coincidido los asistentes. El modelo agroalimentario actual, enfocado en unas especies ¡ªy variedades¡ª concretas (las m¨¢s productivas y comerciales) mientras deja de lado a otras, puede condenar a estas ¨²ltimas a extinguirse. Imaginemos lo que podr¨ªa pasar con la producci¨®n de pl¨¢tanos si las de la variedad Cavendish (una de cada dos bananas que se comen en el mundo) se viera afectada por una plaga devastadora, y las alternativas hubieran desaparecido. Pero, ?c¨®mo se puede motivar a los agricultores para que cuiden y conserven plantas que quiz¨¢ no les generen tan buen rendimiento econ¨®mico como otras?
En Brasil estudian la posibilidad de incorporar y promocionar 70 alimentos ca¨ªdos en el olvido o marginados
Los caminos son varios. Uno con potencial, seg¨²n Ann Tutwiler, directora general de la organizaci¨®n Bioversity International, es promocionar esos cultivos marginados o que han ca¨ªdo en el olvido. La fruta del camu-camu (Myrciaria dubia), por ejemplo, contiene 35 veces m¨¢s vitamina C que la naranja, y se ha empezado a plantear y dar a conocer en Brasil junto a otras 70 especies nativas ricas en nutrientes. "Si los ni?os prueban estos productos y les gustan, se crear¨¢ una demanda", apunta Tutwiler. Brasil, que compra gran parte de la comida que sirve en las escuelas a agricultores familiares, tambi¨¦n garantiza a estos un precio m¨ªnimo por 81 especies listadas como importantes para la biodiversidad.
En otros casos, lo que puede animar a los agricultores a preservar la biodiversidad son los servicios que esta les presta directamente. Mantener los bosques y su diversidad de ¨¢rboles (en lugar de talarlos para hacer espacio a las plantaciones) puede tener muchas ventajas, seg¨²n han desgranado los expertos. Un ejemplo: conservar ¨¢rboles entre los cafetales sirve para formar una barrera natural que evita que la broca del caf¨¦ (una plaga que puede acabar hasta con tres cuartos de la cosecha) se extienda por los campos. Adem¨¢s, esos bosques atraen a la reinita del manglar, un p¨¢jaro que se alimenta del escarabajo.
Por si todo esto fuera poco, Tutwiler y otros ponentes se han referido a las "recompensas por servicios de conservaci¨®n de la biodiversidad". Es decir, pagar directamente a los agricultores para que protejan aquellas variedades en las que el mercado no tiene absolutamente ning¨²n inter¨¦s. Bioversity International prueba estos sistemas en pa¨ªses como Per¨², Bolivia, India o Nepal. Porque alguien, seg¨²n la responsable de la organizaci¨®n, tiene que reconocerles esa labor de custodios de la diversidad por la que los consumidores no est¨¢n dispuestos a pagar.
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