Doble raci¨®n populista
Si los populistas ten¨ªan motivos para indignarse, Oettinger les ha proporcionado una raci¨®n doble
Hay verdades inconvenientes. En p¨²blico solo las dice el ni?o, el loco o el borracho. No son propias de pol¨ªticos responsables. Aunque tengamos permiso para decirlas en privado, debemos guardarnos de que salgan a la luz, que es lo que al parecer le ha ocurrido a G¨¹nther Oettinger, vicepresidente alem¨¢n de la Comisi¨®n Europea, alguien que tiene una propensi¨®n natural a hablar en p¨²blico y en privado con sinceridad excesiva.
Oettinger les ha dicho a los italianos que espera que los mercados les ense?en como hay que votar para que los populistas no tengan responsabilidades de gobierno. Si los populistas ten¨ªan motivos para indignarse con la UE, el comisario alem¨¢n les ha proporcionado una raci¨®n doble.
Los mercados son pu?eteros. No son como la Comisi¨®n, el Banco Central Europeo o el FMI. No son tampoco como los partidos del establishment detestados y derrotados. No tienen nombres ni rostros y dif¨ªcilmente pueden identificarse con las elites que necesita la criatura populista para su buen crecimiento. Al contrario, son un espejo en el que se miran los trabajadores y los pensionistas, votantes populistas tambi¨¦n, a los que las turbulencias pueden robar su capacidad adquisitiva y sus ahorros.
En esta ocasi¨®n, el severo efecto pedag¨®gico de los mercados no ha esperado a la convocatoria de las nuevas e inevitables elecciones, sino que ha estimulado la reacci¨®n entre los propios dirigentes populistas, literalmente aterrorizados ante la ca¨ªda de la bolsa y la s¨²bita fiebre de la prima de riesgo, es decir, la diferencia de tipos de inter¨¦s entre el bono italiano y el alem¨¢n.
De pronto, el l¨ªder de Cinque Stelle, Luigi di Maio, ya no quiere la destituci¨®n del presidente Matarella, por su negativa a situar un enemigo del euro en el Ministerio de Econom¨ªa; tampoco quiere nuevas e inmediatas elecciones en julio, en las que podr¨ªa perder la delantera que ahora ha conseguido respecto a la Lega; e incluso est¨¢ dispuesto a aceptar un titular de Econom¨ªa favorable al euro y, por tanto, un apaciguador de los mercados.
Ratificando la amarga verdad de Oettinger, muchos ve¨ªan en unas nuevas e inmediatas elecciones, en julio despu¨¦s de las de marzo, una segunda vuelta al estilo de las presidenciales francesas, en la que los italianos tendr¨ªan la oportunidad de reflexionar, mercados mediante, sobre el eventual abandono del euro y la pertenencia a la Uni¨®n Europea. Si cae el euro cae Europa. ?Recuerdan? Merkel ya lo vio en 2011.
La sobrepuja populista da raciones generosas de todo. Si no quer¨ªamos populismo, dos tazas. Uno de izquierdas y otro de derechas, que en Italia tiene ya antecedentes en cuanto a raciones duplicadas, con Forza Italia y Lega Nord. Tambi¨¦n recibe el doble de lo que no quiere. Si la detestaci¨®n de Europa es lo que lo alimenta y puede llevarle al poder, solo recibiendo m¨¢s de lo que detesta puede ver interrumpido su camino. Ha surgido contra Europa, pero por falta o por debilidad de Europa, y solo puede de verdad frenarle algo tan improbable como una Europa mejor y m¨¢s unida.
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