Controvertida portada de mujeres saud¨ªes al volante
La imagen de ¡®Vogue Arabia¡¯ coincide con la detenci¨®n de activistas que piden abolir que sus derechos dependan de los varones
Fuerza motriz (Driving force) titula su ¨²ltimo n¨²mero Vogue Arabia. El juego de palabras hace referencia a que a finales de junio Arabia Saud¨ª va a levantar, por fin, la prohibici¨®n de que las mujeres conduzcan. La portada es glamurosa, como se espera de la revista, pero el mensaje resulta enga?osamente optimista. Ni la princesa-modelo que protagoniza la portada representa a las saud¨ªes, ni el fin de la anacr¨®nica restricci¨®n asegura que el Reino del Desierto vaya a dejar de considerarlas eternas menores mientras no anule el sistema de tutela. Las recientes detenciones de activistas son prueba de ello.
Poder conducir supone sin duda un avance para las saud¨ªes y as¨ª lo se?alaron las activistas cuando el pasado septiembre se public¨® el decreto que lo va a permitir a partir del 24 de junio. Sin embargo, el car¨¢cter cosm¨¦tico de la medida qued¨® en evidencia con la advertencia que se les hizo desde la Corte Real para que no celebraran de ninguna manera el anuncio. Despu¨¦s de d¨¦cadas luchando por el derecho a ponerse detr¨¢s del volante, las autoridades les negaban el menor reconocimiento.
No era su presi¨®n lo que hab¨ªa llevado al cambio de estrategia, sino la magnanimidad real. Eso deb¨ªa quedar claro desde el principio no fuera que alg¨²n otro grupo decidiera usar la protesta como v¨ªa de reivindicaci¨®n. El objetivo de la medida era promover la imagen?reformista del nuevo hombre fuerte del reino, el pr¨ªncipe heredero Mohamed Bin Salm¨¢n. Como ha demostrado su mentor en el vecino Emiratos ?rabes Unidos (EAU), el jeque Mohamed Bin Zayed, promover una limitada participaci¨®n de las mujeres en el espacio p¨²blico genera grandes r¨¦ditos en Occidente.
La imagen de una mujer conduciendo en Arabia Saud¨ª no es ¡°subversiva, atrevida y, ahora, esperanzadora¡± como interpreta Vogue, menos a¨²n si se trata de una princesa en un Rolls Royce descapotable. Fue subversiva en 1990 cuando el primer grupo de saud¨ªes condujo una caravana de coches por el centro de Riad y fueron detenidas e inhabilitadas por su osad¨ªa. Ha sido atrevida desde entonces, mientras las activistas luchaban por poder ponerse detr¨¢s de un volante para ir a la universidad, al trabajo, a comprar o, simplemente, a dar una vuelta. Pero la esperanza que despert¨® el decreto real que acab¨® con la prohibici¨®n ha quedado atenuada por los hechos.
El gran cambio, la verdadera reforma, hubiera sido suprimir el ominoso sistema de tutela que supedita a la mujer a la voluntad del var¨®n, sea el padre, el marido, o en ausencia de estos, un t¨ªo paterno, e incluso un hijo aunque sea menor de edad. Las autoridades lo saben. Como saben que el gesto cosm¨¦tico de permitirles conducir (¡°aplaudir la decisi¨®n es como aplaudir a un secuestrador cuando libera a los rehenes¡±, se?alaba un opositor saud¨ª) y nombrar a un pu?ado de mujeres para puestos de visibilidad (portavoz en su Embajada en Washington, o directora de la nueva oficina de comunicaci¨®n), no ha frenado a las activistas.
Por eso, a mediados de mayo han detenido a una decena de mujeres que desde hace a?os han hecho campa?a no s¨®lo por el derecho a conducir, sino por la abolici¨®n de la tutela masculina. Las acusaciones filtradas por los medios saud¨ªes van desde ¡°contacto sospechoso con extranjeros¡± hasta ¡°traici¨®n¡±, pasando por minar ¡°la seguridad y estabilidad¡± del reino. Se trata de acusaciones muy graves que, adem¨¢s de castigarse con elevadas penas de c¨¢rcel, buscan da?ar la reputaci¨®n de las mujeres.
¡°Es todo superficial. Bajo las declaraciones ampulosas, no ha cambiado nada substancial¡±, confiaba a EL PA?S el pasado noviembre una de las ahora detenidas.
Sin restar importancia a la puerta que abre el derecho a conducir (¡°Arabia Saud¨ª no volver¨¢ a ser la misma. La lluvia empieza con una sola gota¡±, tuite¨® la activista Manal al Sharif, exiliada en Australia), la obsesi¨®n de Occidente con el asunto puede llevar a la banalizaci¨®n. Las reacciones al reportaje de Vogue Arabia apuntan en el mismo sentido. En cuanto al papel de las glamurosas princesas en la defensa de los derechos de la mujer, aunque algunas han ayudado a ampliar los l¨ªmites, la mayor¨ªa refuerzan el statu quo, tal como ha constatado la investigadora saud¨ª Hala Aldosari. No debe olvidarse que su liderazgo es fruto de su pertenencia a la familia real.
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