S¨¢nchez nos ha puesto ante el espejo y estamos feos
Con la paridad, el nuevo presidente nos ha colocado un espejo en el que mirarnos. Podemos subirnos al futuro o quedar atr¨¢s
Si hay una causa que hoy merece una buena inversi¨®n de energ¨ªas por parte de organizaciones y gobiernos es la igualdad. No porque sea m¨¢s importante que otros derechos que le siguen en el cap¨ªtulo segundo de nuestra Constituci¨®n ¡ªel que enumera derechos y libertades¡ª sino porque est¨¢ penosamente socavada en nuestro universo supuestamente avanzado.
Igualdad de oportunidades, igualdad de derechos, igualdad que al fin y al cabo tiene su mayor socav¨®n en el terreno del g¨¦nero. El Gobierno de Pedro S¨¢nchez supone una espl¨¦ndida oportunidad para combatir la brecha salarial, que para Rajoy ni siquiera tocaba en el temario cuando fue preguntado; su paridad, adem¨¢s, pone un espejo a todas las organizaciones y sus formas de representaci¨®n (mesas de debate, jurados, etc¨¦tera) que a¨²n no se hayan adaptado al siglo. Despi¨¦rtense si no lo han hecho a¨²n y espabilen porque el espejo les va a decir la verdad: que estamos feos. Que la frase ¡°todos somos iguales ante la ley¡± a la que nos obliga la Constituci¨®n, as¨ª como la Ley Org¨¢nica 3/2007 que apela a poderes p¨²blicos y privados a corregir las desigualdades no son papel mojado. Que est¨¢n en vigor y que adem¨¢s hoy cobran nuevo vigor.
Zapatero convirti¨® el feminismo en pol¨ªtica de Estado y S¨¢nchez parece seguir el mismo camino: ley contra la brecha salarial, posible cambio en el C¨®digo Penal tras la sentencia de la manada (el PP ya estaba en ello, aunque no olvidemos que tuvo que corregirse tras poner el tema exclusivamente en manos de hombres...), impulso a la lucha contra la violencia de g¨¦nero y la competencia de Igualdad en manos de la vicepresidenta para forzar este enfoque en todas las acciones de Gobierno. El espejo que est¨¢ colocando S¨¢nchez ante nosotros es poderoso e ignorarlo no s¨®lo contribuye a prolongar la fealdad, y por tanto la injusticia, sino tambi¨¦n, a la mala imagen propia. Ya era hora. Figuras prestigiosas y solventes como Teresa Ribera, Mar¨ªa Jes¨²s Montero, Meritxell Batet, Nadia Calvi?o, Margarita Robles, Carmen Mont¨®n o Carmen Calvo est¨¢n a punto de formar parte del gobierno y, s¨ª, tendr¨¢n el mismo derecho que sus compa?eros a ser buenas o malas ministras.
La vida p¨²blica se est¨¢ poblando de interesantes iniciativas como la de #NoSin Mujeres, que han suscrito decenas de catedr¨¢ticos y acad¨¦micos que se negar¨¢n a formar parte de mesas de debate exclusivas de hombres, o la de #S¨ªconMujeres, que intenta visibilizar a las cient¨ªficas sociales. Las reivindicaciones de d¨¦cadas est¨¢n cristalizando repentinamente y en pocos meses con ¨¦xito, y las redes de mujeres fluyen con intercambios constantes de informaci¨®n y exigencias colectivas que antes eran individuales. En el otro lado, noticias como la de que una aceitera de Lucena (C¨®rdoba) no ha pagado atrasos a tres trabajadoras porque el convenio habla de ¡°trabajadores¡± nos coloca de golpe ante la cruda realidad. Por eso el nuevo Gobierno no significa el triunfo de la igualdad: la brecha salarial y el techo de cristal siguen siendo la realidad que aplasta a la mayor¨ªa de las mujeres. Pero ya nadie que quiera sintonizar con la actualidad puede defender su perpetuaci¨®n. La paridad es una urgencia hist¨®rica, el respeto sexual y de trato es un clamor y los hombres que se sienten amenazados por ello empiezan a quedar en rid¨ªculo. El tren de la historia est¨¢ tomando velocidad y, m¨¢s all¨¢ de que la ley nos comprometa a todos, nos corresponde a cada uno decidir si nos subimos al futuro o nos quedamos atr¨¢s.
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