Tomates contra la mafia del campo
Una iniciativa italiana emplea a inmigrantes bien remunerados para cultivar alimentos y luchar as¨ª contra las explotaci¨®n de las organizaciones agr¨ªcolas
Iniciativas que cambian el mundo
Este reportaje pertenece al proyecto Impact Journalism Day, que recoge historias sobre proyectos positivos que se est¨¢n llevando a cabo en todo el mundo. Medio centenar de peri¨®dicos participa en la iniciativa de la que EL PA?S forma parte. Consulta aqu¨ª las otras historias que hemos publicado:
Trabajan 12 horas al d¨ªa bajo el sol, a veces hasta morir de agotamiento. Viven hacinados en campamentos improvisados o amontonados en guetos ruinosos, un poco m¨¢s all¨¢ de los campos en donde se cultivan las mejores frutas y verduras Made in Italy. En su mayor¨ªa son temporeros extranjeros, porque la explotaci¨®n va de la mano con el fen¨®meno del tr¨¢fico de inmigrantes. Pero tambi¨¦n hay jornaleros italianos, como Paola Clemente, una mujer de 49 a?os de San Giorgio Jonico, un pueblo al sur del pa¨ªs, a quien el calor le provoc¨® la muerte mientras trabajaba en el campo por dos euros la hora.
Las reglas t¨¢citas establecidas por los reclutadores de la agromafia (la mafia del sector agr¨ªcola) son m¨¢s o menos las mismas para todos: ning¨²n contrato, un salario de entre 22 y 30 euros por d¨ªa (menos de la mitad del sueldo m¨ªnimo legal en Italia) por un trabajo a destajo absolutamente agotador, adem¨¢s de violencia, chantaje y abusos como la confiscaci¨®n de documentos, guantes de trabajo a precio de oro, y alimentos y transporte vendidos a la fuerza a los trabajadores por los mismos capataces esclavistas, bajo amenaza de despido.
Este es el infierno que los j¨®venes de SfruttaZero (Explotaci¨®nCero) quieren evitar. La organizaci¨®n produce tomates cultivados sin abuso de poder, plantados por los activistas de Diritti a Sud (Derechos en el Sur) y Solidaria, junto con un grupo de inmigrantes legalmente registrados y remunerados. Opera en el campo de Apulia, el tac¨®n del pa¨ªs, la regi¨®n m¨¢s afectada por esta plaga de empleo ilegal.
"Cultivar campos sin explotaci¨®n es posible y eso es lo que estamos haciendo", explica Rosa Vaglio, portavoz de Diritti a Sud, que lleva en el proyecto tres a?os. "Comenzamos en el verano de 2016 produciendo 2.500 frascos de salsa. El a?o pasado fabricamos casi 20.000 frascos a partir de las tierras de cultivo en Nard¨° y Bari, y este a?o habr¨¢ a¨²n m¨¢s", comenta.
Este oro rojo se vende bien en tiendas de comercio justo, en ferias y a trav¨¦s de FuoriMercato, una red nacional que opera fuera de los mercados tradicionales. La marca SfruttaZero comenz¨® a ganar notoriedad en parte gracias al premio Livatino que gan¨® en 2016, en reconocimiento a su fuerte postura antimafia.
El proyecto comenz¨® casi como un desaf¨ªo en el patio de una escuela ocupada. Se extendi¨® a tierras arrendadas legalmente en Nard¨° y al ¨¢rea de Japigia en Bari. Con fondos de la iglesia Valdense y de la Banca ?tica, se propuso convertirse en un negocio estable. "La idea naci¨® en el gueto de Nard¨°, donde viv¨ªan cientos de inmigrantes, amontonados en un barrio pobre. Sin embargo, la iniciativa no fue creada ¨²nicamente para luchar contra la explotaci¨®n de extranjeros. Queremos dignidad para todos, incluidos nosotros, los j¨®venes, oprimidos por el desempleo que asfixia a todo el sur de Italia", explica la activista. "Aqu¨ª en el sur no hay mucho trabajo, incluso para los que han estudiado. Entre nosotros hay graduados, personas con doctorados, que no pueden encontrar trabajo. Y nos enfrentamos a gente que convierte el trabajo agr¨ªcola en un abismo de sufrimiento", prosigue.
En verano de 2016 produjeron 2.500 frascos de salsa de tomate. El a?o pasado, casi 20.000
Los activistas de Diritti a Sud y Solidaria decidieron arremangarse y crear una realidad diferente, donde es posible trabajar con dignidad junto a jornaleros del otro lado del Mediterr¨¢neo. La portavoz agrega: "Para nosotros, esta salsa de tomate tiene un valor altamente simb¨®lico. Representa una uni¨®n de pueblos, y por lo tanto tratamos de producirla de manera natural. Hemos hecho cursos de agricultura natural y no usamos productos qu¨ªmicos en nuestros campos".
Los j¨®venes de SfruttaZero quieren que se reconozca su causa y han ilustrado las etiquetas de los frascos con fotos de los trabajadores que contribuyeron a la producci¨®n de la salsa. Los costes de fabricaci¨®n son mayores que los de las salsas tradicionales, por supuesto. El registro legal de los trabajadores implica m¨¢rgenes de beneficio reducidos y precios m¨¢s altos que las compa?¨ªas que recurren al empleo ilegal.
En su ¨²ltimo informe sobre agromafia y empleo ilegal, el sindicato italiano Flai Cgil realiz¨® un censo en 80 distritos agr¨ªcolas con varios grados de infiltraci¨®n de la mafia, donde las pr¨¢cticas ilegales a lo largo de la cadena de producci¨®n crean una econom¨ªa sumergida de entr 14.000 y 17.000 millones de euros. SfruttaZero es David contra Goliat.
Frente a un monstruo de este tama?o, est¨¢ claro que este peque?o negocio artesanal debe superar obst¨¢culos desalentadores. "Encontrar un campo para alquilar es dif¨ªcil. La tierra est¨¢ en su mayor¨ªa en manos de unos pocos grandes terratenientes, mientras que los lotes m¨¢s peque?os a menudo han sido abandonados porque pertenecen a familias divididas, con herederos repartidos por todo el mundo. Pero este a?o hemos logrado encontrar dos hect¨¢reas para cultivar aqu¨ª en Nard¨°: ya hemos sembrado 20.000 plantas", explica Vaglio.
Hasta ahora, la asociaci¨®n solo tiene cinco trabajadores contratados: tres italianos, un tunecino y un sudan¨¦s. Pero cuando comience la cosecha, alrededor del 10 de julio, se necesitar¨¢ mucha m¨¢s mano de obra. "El a?o pasado tuvimos 21 contratos agr¨ªcolas", dice Vaglio, quien planea contratar m¨¢s personas este a?o. Es una gota en el oc¨¦ano del medio mill¨®n de personas esclavizadas en el campo italiano, seg¨²n los c¨¢lculos de Flai Cgil. Sin embargo, es un paso en la direcci¨®n correcta.
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