La paradoja de Obi-Wan
El autor reflexiona sobre la importancia de tener un Ministerio de Ciencia, Innovaci¨®n y Universidades
La profesi¨®n del nuevo ministro de Ciencia ha dado lugar, en los primeros d¨ªas de su mandato, a simp¨¢ticas referencias espaciales. Yo usar¨¦ una cinematogr¨¢fica que, m¨¢s que humor, encierra uno de los mayores retos a los que se enfrenta el ministro. En la primera pel¨ªcula de la saga Star Wars, al comienzo de su duelo definitivo, Obi-Wan Kenobi le dice Darth Vader: ¡°Si me eliminas, me volver¨¦ m¨¢s poderoso de lo que puedas imaginar¡±. Algo parecido le ocurre al Ministerio de Ciencia, Innovaci¨®n y Universidades: su verdadero poder vendr¨ªa, parad¨®jicamente, de su paso a un segundo plano; su desaf¨ªo es ser tan poderoso como para dejar de ser protagonista. Veamos.
La creaci¨®n de un Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n solo puede ser recibida con alegr¨ªa. Que el departamento incorpore adem¨¢s las universidades, articulando las competencias propias del tri¨¢ngulo de conocimiento educaci¨®n-investigaci¨®n- empresa, es a¨²n m¨¢s positivo. Tener a la pol¨ªtica de I+D+i sentada en el consejo de ministros en Moncloa, y a un ministro asistiendo al Consejo de Competitividad en Bruselas, es siempre una buena noticia. Que la cartera recaiga adem¨¢s en un profesional prestigioso y medi¨¢tico, capaz de atraer los focos y de proyectar su mensaje a la opini¨®n p¨²blica, convierte la noticia en un acontecimiento, y como tal ha sido recibido.
Tener a la pol¨ªtica de I+D+i sentada en el consejo de ministros en Moncloa, y a un ministro asistiendo al Consejo de Competitividad en Bruselas es siempre una buena noticia
Es comprensible, claro, que haya tambi¨¦n escepticismo. Los cr¨ªticos recuerdan las dificultades que comporta la creaci¨®n un ministerio y el reto de hacerlo eficiente en el marco de una legislatura corta. Los funcionarios del ministerio y de sus organismos adscritos asisten, en sus despachos y laboratorios, a la vuelta de un departamento que ha sido montado y desmontado tres veces desde 2000 ¡ªcon sus cambios de logos y sedes ¡ª y se preguntan si esta vez ser¨¢ la definitiva. Es ya casi una fatalidad. En menos de 20 a?os la arquitectura institucional de la ciencia en la Administraci¨®n del Estado ha cambiado seis veces, algo inimaginable en los pa¨ªses de nuestro entorno y que apunta al verdadero problema de fondo: la dificultad para encontrar un dise?o pol¨ªtico y administrativo que incorpore los tres ingredientes de ¨¦xito de la pol¨ªtica de ciencia e innovaci¨®n. El primero, el liderazgo pol¨ªtico para impulsar las reformas que el sistema necesita. El segundo, la continuidad en las apuestas para que ¨¦stas tengan el impacto esperado. Y por ¨²ltimo, el equilibrio entre las funciones del ministerio ¡ªrepresentaci¨®n, decisi¨®n, negociaci¨®n pol¨ªtica¡ª y las de sus agencias y organismos de investigaci¨®n ¡ªdise?o y gesti¨®n de instrumentos, ejecuci¨®n eficiente de programas¡ª.
En el repaso a los deberes urgentes que se est¨¢n poniendo al nuevo ministro destacan algunos que est¨¢n en el coraz¨®n de este necesario equilibrio: la reducci¨®n de la carga burocr¨¢tica que afecta a universidades y organismos p¨²blicos de investigaci¨®n, la mejora en la ejecuci¨®n presupuestaria y la consolidaci¨®n y refuerzo de las dos grandes agencias de financiaci¨®n reconocidas por la Ley de la Ciencia de 2011 ¡ªla Agencia Estatal de Investigaci¨®n (AEI) y el CDTI¡ª. Y es que, mirados en detalle, estos retos tienen las dos dimensiones: la del liderazgo y la negociaci¨®n pol¨ªtica, por un lado, y la de la gesti¨®n aut¨®noma y eficiente, por otro.
Es imprescindible el liderazgo para devolver la ilusi¨®n a miles de investigadores que atraviesan una etapa de recortes y dificultades, y es clave la negociaci¨®n, con Hacienda y el resto del Gobierno, para lograr unas mejores condiciones para ejercer la investigaci¨®n en Espa?a ¡ªcomo antesala de un mejor presupuesto para 2019 que habr¨¢ que negociar, sin duda, con todo el arco parlamentario¡ª. Pero es igualmente importante que las agencias puedan desarrollar con autonom¨ªa instrumentos avanzados de apoyo a la I+D+i y que los puedan gestionar con eficacia. Lo primero exige contar con peso pol¨ªtico en el Ejecutivo, comenzando por el rango ministerial, pero lo segundo tambi¨¦n lo requiere, aunque solo sea para otorgar despu¨¦s ese poder a los gestores del plan Estatal de I+D+i ¡ªcasi todos concentrados en el nuevo Ministerio: la AEI, el CDTI y el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII)¡ª y a los organismos de investigaci¨®n, comenzando por el CSIC, que arrastran estructuras y pr¨¢cticas de gesti¨®n menos eficientes que las de sus hom¨®logos internacionales.
Esta es la paradoja de Obi-Wan: queremos que la AEI y el ISCIII tengan los recursos, la independencia y la flexibilidad de las mejores agencias europeas, y queremos que el CDTI vaya m¨¢s all¨¢ de la financiaci¨®n empresarial apostando por nuevos enfoques ¡ªinnovaci¨®n abierta, sandbox, innovaci¨®n en el sector p¨²blico¡ª. Y para todo ello necesitamos un ministerio, claro, pero con el suficiente poder para que, ganadas las batallas oportunas, pueda ceder despu¨¦s el protagonismo.
En menos de 20 a?os la arquitectura institucional de la ciencia en la Administraci¨®n del Estado ha cambiado seis veces, algo inimaginable en los pa¨ªses de nuestro entorno y que apunta al verdadero problema de fondo: la dificultad para encontrar un dise?o pol¨ªtico y administrativo que incorpore los tres ingredientes de ¨¦xito de la pol¨ªtica de ciencia e innovaci¨®n
La paradoja de Obi-Wan tiene tambi¨¦n otra lectura, tan relevante como la anterior, pero quiz¨¢ menos visible para la comunidad cient¨ªfica y universitaria. La innovaci¨®n es cada vez m¨¢s un asunto complejo y compartido, que no entiende de carteras ministeriales. De modo que una parte crucial del mandato de un ministro de innovaci¨®n queda, curiosamente, fuera del per¨ªmetro de acci¨®n de su departamento. En t¨¦rminos competenciales y socioecon¨®micos, el partido de la innovaci¨®n se juega en otros terrenos, en ¨¢mbitos que representan muchos puntos del PIB y afectan a pilares clave de nuestro bienestar. La transici¨®n energ¨¦tica pasa por las tecnolog¨ªas renovables, el futuro del mundo rural por las oportunidades que la bioeconom¨ªa ofrece a la agricultura o la pesca, la sostenibilidad de la sanidad va de la mano de la innovaci¨®n biom¨¦dica y asistencial, la competitividad de la industria y el turismo pasan por la revoluci¨®n digital ¡ªde la inteligencia artificial a la ciberseguridad¡ª, la vida en las grandes ciudades por el despliegue servicios p¨²blicos m¨¢s inteligentes y ambientalmente sostenibles.
Podr¨ªamos seguir con la lista hasta apelar a todos los ministerios y todas las administraciones del Estado. Y es que, en los ¨²ltimos a?os, estos retos p¨²blicos vienen ganando importancia en la definici¨®n de la agenda de I+D+i hasta el punto de formularse en t¨¦rminos de misiones, un t¨¦rmino de moda en Bruselas e inspirado en la carrera espacial que, sin duda, apela al nuevo ministro. Misiones para las que no cuenta solo con sus fondos de apoyo a la I+D+i, como se podr¨ªa pensar en un principio, sino sobre todo ¡ªy aqu¨ª reside su importancia¡ª con la capacidad de liderar el debate social, de alinear a responsables p¨²blicos y privados para movilizar otros fondos, de propiciar una contrataci¨®n p¨²blica favorable a la innovaci¨®n y de abogar por una regulaci¨®n m¨¢s inteligente.
Se trata, de alguna manera, de convertir a todos los ministerios¡ªde Agricultura a Sanidad, pasando por Fomento y Transici¨®n Ecol¨®gica¡ª en verdaderos ministerios de innovaci¨®n. Ese podr¨ªa ser su mejor legado y su mayor muestra de poder. Fundirse como Obi-Wan con la Fuerza y desaparecer, en un futuro muy, muy lejano, dejando a todo el Gobierno comprometido con un pa¨ªs de innovaci¨®n.
Diego Mo?ux es socio director y fundador de Science & Innovation Link Office (SILO)
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