Un mar antiguo
El abastecimiento de agua fresca del Mediterr¨¢neo proviene del oc¨¦ano Atl¨¢ntico y se realiza a trav¨¦s del Estrecho de Gibraltar que se comporta de una manera similar a la de un embudo
Julio Cort¨¢zar, en su relato Las babas del diablo, nos present¨® una de las grandes met¨¢foras del fen¨®meno fotogr¨¢fico. Su protagonista, afincado en Par¨ªs, trabaja de traductor y en los ratos libres se dedica a tirar fotograf¨ªas.
En una de sus salidas, buscando el encuadre perfecto, el protagonista descubre a un adolescente acompa?ado por una mujer rubia. Dispuesto a no dejar pasar la oportunidad de captar la imagen, el protagonista hace la foto. Cuando llega la hora de revelarla, se dar¨¢ cuenta de que el aparente ritual ¨ªntimo esconde un juego sucio donde el adolescente ser¨¢ la v¨ªctima de un abuso.
A?os despu¨¦s, inspirado en dicho relato cortazariano, el director Michelangelo Antonioni filmar¨ªa Blow-Up, una pel¨ªcula de culto donde un fot¨®grafo retrata furtivamente a una pareja en un parque. Cuando en la pel¨ªcula de Antonioni, el fot¨®grafo regresa a su laboratorio y se dispone a revelar las fotograf¨ªas, descubre asombrado los indicios de un asesinato. A medida que va ampliando las im¨¢genes, sus dudas se convierten en certezas.
Algo parecido le ocurrir¨ªa al buzo franc¨¦s Henri Cosquer, en 1985, cuando practicaba submarinismo frente a las costas de Marsella y una gruta se abri¨® ante sus ojos. Una vez en tierra firme, al ir a revelar las fotos submarinas que acababa de tomar, Henri Cosquer se quedar¨ªa asombrado con la evidencia que mostraba una de las im¨¢genes. Eran las huellas de una mano de tres dedos y que aparec¨ªa pintada mediante la t¨¦cnica primitiva del estarcido, esto es, utilizando la mano como plantilla sobre la pared. Decidido a descubrir los secretos que escond¨ªa aquella gruta, Henri Cosquer volvi¨® de nuevo a sumergirse en las profundidades marinas.
Seg¨²n los indicios, en en el Paleol¨ªtico Superior, la zona sumergida era una tierra de hierbas bajas y matorrales y la cueva se encontraba al fondo de un barranco. Siguiendo el recorrido de sus pinturas, todo indicaba que hubo dos etapas decorativas. Se calcul¨® que la primera etapa se correspond¨ªa con el Gravetiense y las huellas de las manos ser¨ªan expresiones de este tiempo mientras que la mayor parte de las representaciones de figuras de animales ser¨ªan posteriores y se corresponder¨ªan con el periodo del Paleol¨ªtico Superior denominado Solutrense.
Con todo, lo que ahora nos interesa revelar es que, por entonces, en los tiempos en los que la cueva a¨²n no estaba sumergida y era habitable, el nivel del mar Mediterr¨¢neo se manten¨ªa a muchos metros por debajo de su nivel actual y la costa se adentraba kil¨®metros en las aguas, lo que nos lleva a asegurar que el Mediterr¨¢neo es un mar antiguo sujeto a m¨²ltiples variaciones.
El abastecimiento de agua fresca del Mediterr¨¢neo proviene del oc¨¦ano Atl¨¢ntico y se realiza a trav¨¦s del Estrecho de Gibraltar que se comporta de una manera similar a la de un embudo, pongamos por caso, de tal manera que, cuando el embudo est¨¢ taponado, el nivel del mar Mediterr¨¢neo baja. Los estudios sit¨²an el proceso de desecaci¨®n durante el Mioceno tard¨ªo, cuando posiblemente el Estrecho de Gibraltar se cerr¨®, cortando el aporte de agua atl¨¢ntica. Sin la contribuci¨®n de las aguas atl¨¢nticas, el Mediterr¨¢neo se fue vaciando. Finalmente, la presi¨®n del Atl¨¢ntico abrir¨ªa el dique de nuevo y de esta manera, el Mediterr¨¢neo se empez¨® a abastecer de las aguas frescas del oce¨¢no. Con dicho aporte de agua se restaurar¨ªa el nivel del mar.
El mismo derecho que la naturaleza ejerce sobre las aguas, hay veces que, a los humanos, se nos presenta como azar. Julio Cort¨¢zar, cuya intuici¨®n rozaba estas cosas, se emple¨® a fondo en contarlas manteniendo el misterio en cada p¨¢rrafo, dej¨¢ndose enredar por el hilo invisible que rodea todo objeto no sujeto a calculo alguno.
Por tales asuntos, un buen d¨ªa de hace ya algunos a?os, el buzo Henri Cosquer se top¨® con una gruta abierta a su imaginaci¨®n mientras hac¨ªa submarinismo. Acept¨® la invitaci¨®n de la naturaleza y tras recorrer el largo pasillo lleg¨® a una gran cueva donde se puso a tomar fotos. Pero no ser¨ªa hasta que pis¨® tierra firme, cuando al ir a revelar las fotograf¨ªas, Henri Cosquer descubri¨® las pinturas que nuestros antepasados realizaron en aquellos tiempos en los que el agua fresca del Atl¨¢ntico no hab¨ªa conquistado de nuevo las tierras mediterr¨¢neas.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento
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