El bestiario de San Ferm¨ªn, la mayor fiesta del mundo
El 6 de julio, el chupinazo de San Ferm¨ªn volver¨¢ a marcar el estallido de la madre de todas las fiestas. Un mill¨®n de personas de todo el planeta inundar¨¢n Pamplona de bullicio y color en d¨ªas y noches sin reloj. Los sanfermines recuperan el aliento tras el ¡®caso La Manada¡¯. As¨ª se gesta el mayor guateque del mundo.
AH? LOS TIENEN, impert¨¦rritos ante el paso del tiempo, renovando entre un mar blanco y rojo el ritual de cada julio: el toro bravo, los santos en capilla, el baile hasta el amanecer y los amores de una noche, la desintegraci¨®n de filtros sociales, el sudor, el fervor y el fulgor, los gigantes y los cabezudos, los churros de la calle de la Ma?ueta, los ni?os felices, el bocata de ajoarriero, los hoteles a 1.000 euros, el vino y el champ¨¢n, el olor a humanidad, la humanidad comprimida en Pamplona, Pamplona en ¨¦xtasis porque, como gritaban los m¨¢s viejos del lugar, ¡°ya queda menos pal glorioso San Ferm¨ªn¡±. El guateque m¨¢s grande del mundo.
El pr¨®ximo viernes, 6 de julio, volver¨¢ a estallar en el cielo de la vieja Iru?a el chupinazo que todo lo puede: por ejemplo, olvidarse del mundo durante nueve d¨ªas. Ser¨¢n, como siempre, los sanfermines del hedonismo. Ser¨¢n, como nunca, los sanfermines pos-Manada. Un asunto ¡ªel de los abusos sexuales cometidos por cinco hombres contra una muchacha de 18 a?os en un portal del centro de Pamplona durante las fiestas de 2016¡ª que sin duda ha pasado factura a los sanfermines, pero de cuya resoluci¨®n social (que no judicial) los pamploneses y las pamplonesas est¨¢n orgullosos, como explica la presidenta de Navarra, Uxue Barkos: ¡°Hay quien ha querido desprestigiar los sanfermines pint¨¢ndolos como una permanente bacanal. Y nunca lo fueron. Aqu¨ª, cuando ocurri¨® lo de La Manada, a nadie le dolieron prendas, y menos que nadie a los m¨¢s j¨®venes, para parar la fiesta, ocupar la calle y gritar ¡®?as¨ª, no!¡¯. Y en ese sentido pienso que Pamplona deber¨ªa ser un referente para el conjunto de la sociedad espa?ola¡±. Poco despu¨¦s, ya en un tono m¨¢s relajado y mientras abre la puerta del Sal¨®n de Consejos, la presidenta a?ade entre risas: ¡°El Gobierno de Navarra sigue funcionando en San Ferm¨ªn en medio del caos, as¨ª que yo he tenido que reunirme alguna vez en esta sala con mis consejeros¡ ?todos vestidos de blanco y rojo! Madre m¨ªa, si alguien nos sacara una foto¡¡±.
Sobre el affaire Manada y sus posibles lecturas incide el alcalde de Pamplona, Joseba Asir¨®n, desde su despacho de la Casa Consistorial: ¡°Los ataques sexistas no son un problema espec¨ªfico de Pamplona, esas cosas han pasado aqu¨ª y en el Pilar, y en la Semana Grande de Bilbao, y en la Feria de Abril, pero no se denunciaban. Hab¨ªa un manto de silencio. En Pamplona se dio un c¨®ctel positivo: una mujer que quiso denunciar, una ciudadan¨ªa que quiso movilizarse y un Ayuntamiento que estuvo a la altura de la ciudadan¨ªa¡±.
El caos. De eso sabe algo Amaia de Esteban, responsable de protocolo en el Ayuntamiento de Pamplona y la persona que gestiona a?o tras a?o la avalancha de peticiones para ver el chupinazo del d¨ªa 6 en vivo y en directo. Unas 300 personas se amontonan cada 6 de julio en los salones de la Casa Consistorial, cuyas puertas se abren a los balcones que dan a la plaza del Ayuntamiento. Y por lo tanto, a la jungla. ¡°?Pamploneses, pamplonesas, viva San Ferm¨ªn, gora San Ferm¨ªn!¡±. Y el rugido de miles de personas llegadas de todo el mundo. Y los txistularis, gaiteros y m¨²sicos de la banda municipal La Pamplonesa interpretando la Biribilketa de Gainza o el Vals de Astrain.
La Pamplonesa es la banda sonora de San Ferm¨ªn. D¨ªa y noche. En los toros y en las dianas. En las iglesias y en los templos paganos. Su presidente (y clarinetista), Jos¨¦ Andr¨¦s Palacios, afronta los 10 mejores/peores d¨ªas del a?o: ¡°Son momentos duros, de mucho estr¨¦s y de cansancio f¨ªsico y psicol¨®gico, porque nos pasamos el d¨ªa entero tocando m¨²sica no precisamente en una sala de conciertos, sino en medio de una masa de gente inmensa que est¨¢ de fiesta. Pero como pamploneses tambi¨¦n es muy agradecido¡±.
Pamplona en San Ferm¨ªn es un lugar en estado de shock. ¡°Los sanfermines ponen a prueba todos los resortes de la ciudad, son unas fiestas imposibles de embotellar, es una ciudad dimensionada para 200.000 personas que esos d¨ªas recibe a un mill¨®n¡, ?y un mill¨®n que est¨¢ todo el d¨ªa en la calle!¡±, explica Joseba Asir¨®n (Bildu), alcalde de la ciudad desde junio de 2015. Los or¨ªgenes de los sanfermines se pierden en la noche de los tiempos y, aunque hablan de ferias agr¨ªcolas y ganaderas en la Edad Media, corridas de toros en el siglo XVI y oficios religiosos desde el XIII a la gloria de san Ferm¨ªn de Amiens, no tienen demasiada base acad¨¦mica. Asir¨®n, doctor en Historia y especialista en la Navarra medieval, prefiere acudir al pasado m¨¢s reciente: ¡°Hasta 1915 Pamplona fue una ciudad de curas y militares rodeada de murallas y sin posibilidad de crecer, con un control y una censura social tremenda, y cuyas gentes necesitaban una v¨¢lvula de escape, y hasta aquellos curas y militares vieron que de vez en cuando es bueno dejar a la gente que se relaje¡±.
Hay visitantes que gastan 1.000 euros al d¨ªa. Son ¡®los mileuristas de los sanfermines¡¯
Rienda suelta, pues, al ritual festivo y al compromiso social. Tambi¨¦n rienda suelta al negocio que generan los sanfermines. Mikel Ollo, socio de la empresa Destino Navarra, es gu¨ªa tur¨ªstico y alquila balcones para ver los encierros. En 2017 gestion¨® unas 1.000 plazas, ¡°a 140 euros por persona y d¨ªa¡±. El espect¨¢culo de ver pasar los toros en directo puede durar cuatro segundos, ¡°pero el subid¨®n de adrenalina es tremendo¡±, asegura. Mikel Ollo mueve 17 balcones. Hay dos opciones: con gu¨ªa o directamente atendido por el propietario, ambos con desayuno incluido. Este empresario trabaja ya para los sanfermines de 2019. Objetivo: acomodar a un grupo de 100 empresarios australianos. ¡°No tienen problemas de presupuesto, de hecho hay bastantes visitantes que se gastan m¨¢s de 1.000 euros al d¨ªa en San Ferm¨ªn. Los llamamos ¡®los mileuristas de San Ferm¨ªn¡±, comenta entre risas.
A partir de este viernes, Mikel Ollo instalar¨¢ a 300 chinos en balcones de Pamplona. Uno de ellos le pidi¨® uno privado para ¨¦l, su esposa y sus cuatro hijos. ¡°Solo tengo uno privado, pero es para 15, y tendr¨ªas que pagar 15 plazas¡±, advirti¨® el vendedor. ¡°Perfecto¡±, contest¨® el comprador. Un productor de cine norteamericano y su familia han alquilado a trav¨¦s de ¨¦l una galer¨ªa entera de un hotel con vistas al encierro. ¡°Y el a?o pasado vino un ruso que cumpl¨ªa 50 a?os y se trajo a 50 amigos invitados. Quer¨ªa todo en exclusiva. Hasta hubo que montarles un concierto de flamenco en el hotel¡±.
Pero Ollo advierte: algo no va bien. ¡°Los pamploneses nos hemos cre¨ªdo todos muy guais y pensamos que los sanfermines se venden solos como antes, pero de eso nada. Cada vez hay que estrujarse m¨¢s la cabeza¡±. En efecto, el porcentaje de ocupaci¨®n hotelera en las fiestas de 2017 fue del 82%, muy lejos del m¨ªtico cartelito de ¡°Completo¡±. Este a?o hay a¨²n bastantes habitaciones disponibles para el segundo tramo de los sanfermines.
Las 16 pe?as de Pamplona (asociaciones culturales y deportivas, con unos 5.000 socios en total) son, entre otras cosas, las grandes protagonistas de la bacanal que durante tres horas al d¨ªa, todos los d¨ªas de las fiestas de San Ferm¨ªn, convierten la plaza de toros situada en el paseo de Hemingway en un lugar sin parang¨®n en el mundo de la juerga, y en el mundo en general. Muchos pe?istas asisten a la corrida de espaldas. Taurinos y antitaurinos conviven durante esas tardes entre risas, bailes, m¨²sica, cabreos y juergas.
El ruido es ensordecedor y no es extra?o que ¡ªen el punto cr¨ªtico de una faena de muleta¡ª retumben a lo bestia hits escasamente taurinos, tipo La chica yey¨¦, mientras en los tendidos de sol se pasan de mano en mano los centollos, los bocatas de ajoarriero y las magras con tomate, y llueve vino y harina. La plaza tiene 19.700 localidades y es la tercera m¨¢s grande del mundo, por detr¨¢s de las de Ciudad de M¨¦xico y Madrid.
?Son taurinas las pe?as de Pamplona? ?Antitaurinas? ¡°Pues hay de todo, taurinos y antitaurinos, lo mismo que hay gente de todos los partidos pol¨ªticos¡±, asegura Patxi Os¨¦s, de la pe?a La ?nica. Imanol Azcona, de Irrintzi, preside la Federaci¨®n de Pe?as de Pamplona, aut¨¦ntico lobby en la vida pamplonesa. Su an¨¢lisis de la fiesta es claro como el agua: ¡°San Ferm¨ªn es una desorganizaci¨®n controlada¡±.
Los servicios de limpieza retiran cerca de 1.000 toneladas de basura a lo largo de las fiestas
Nada ser¨ªa posible sin el brutal dispositivo de limpieza que, d¨ªa y noche, saca brillo al apocalipsis sanferminero. Su coordinador es I?aki Apeztegia, para quien lo m¨¢s complicado es mantener limpia la calle de la Estafeta para el encierro. A las cuatro de la madrugada, con esta popular zona del Casco Viejo pamplon¨¦s a¨²n en trance, sus equipos meten un cami¨®n recolector de basuras que, por las razones que uno imagina, tiene que ir protegido por Polic¨ªa Municipal y Polic¨ªa Foral. Nuevos productos de limpieza industrial y nuevos protocolos de trabajo han conseguido, poco a poco, combatir y frenar la muy tradicional, pegajosa y apestosa pel¨ªcula compuesta de bebidas alcoh¨®licas, orines y restos de comida que suele adherirse al suelo del Casco Viejo de Pamplona. Un logro hist¨®rico. Los 250 trabajadores de la limpieza retiran unas 1.000 toneladas de desechos a lo largo de las fiestas.
Uno de los centros neur¨¢lgicos de la fiesta radica en las calles de San Gregorio y de San Nicol¨¢s, dos de las grandes arterias de la parte vieja de Pamplona. En la esquina de San Gregorio con la calle de la Ciudadela se encuentra el Anaitasuna, uno de los bares m¨¢s conocidos de la ciudad. Pero el Anaita tiene la triste particularidad de estar a punto de vivir sus ¨²ltimos sanfermines. El negocio de la familia Seminario cerrar¨¢ el pr¨®ximo 15 de julio tras 38 a?os ininterrumpidos de actividad. La vor¨¢gine sanferminera con may¨²sculas se instala tambi¨¦n en los locales del Europa, en la calle de Espoz y Mina, entre la plaza del Castillo y la plaza de toros. All¨ª, la familia Idoate regenta un hotel tranquilo y un restaurante con estrella Michelin que durante los sanfermines se parece m¨¢s al camarote de los hermanos Marx, aunque te?ido de rojo y blanco.
Vicepresidente de la Asociaci¨®n de Empresarios de Hosteler¨ªa y miembro del Consejo de Turismo de Navarra, Juan Mari Idoate se autodefine como ¡°un loco de los sanfermines¡±. Sin embargo, en su visi¨®n no todo es de color de rosa: ¡°Aqu¨ª falta un plan estrat¨¦gico. Porque hay indicadores que est¨¢n en rojo, por ejemplo, el de la competencia desleal. El Ayuntamiento no puede tolerar que de repente el 5 de julio se abran 15 sitios en la calle para vender 500 cajas de coca-colas y 1.000 bocadillos¡±.
M¨¢s de 50 personas trabajan aqu¨ª a destajo. Siendo un local de alta gama, tiene un poco de fonda el Europa en sanfermines. ¡°Lo que siente la gente en estas fiestas es ¨²nico. Yo conozco a un neur¨®logo que siempre me dice que le gustar¨ªa pinchar a la gente en San Ferm¨ªn para ver lo que siente¡¡±, cuenta Juan Mari Idoate. Y su hermana Pilar, la cocinera, toda una instituci¨®n gastron¨®mica en Pamplona, le interrumpe: ¡°En esta vida hay quienes hemos nacido para hacer feliz a la gente, aunque una tenga ya 63 a?os y aunque a veces parezca que tengo 18, pero la procesi¨®n va por dentro¡±.
A dos minutos a pie desde el Europa se encuentra la Plaza de toros Monumental de Pamplona, cuya gesti¨®n recae en la Casa de Misericordia. El 100% de los beneficios de la Feria del Toro sufraga los gastos de la residencia de 550 plazas que La Meca ¡ªcomo se conoce a esta instituci¨®n¡ª tiene en Pamplona. Jos¨¦ Mari Marco es el presidente de su Comisi¨®n Taurina, encargada de gestionar los espect¨¢culos taurinos de los sanfermines. Explica as¨ª la idiosincrasia de esta feria: ¡°El concepto aqu¨ª es el de la fiesta total¡ Est¨¢ claro que no estamos en la Universidad de la Sorbona, sino en un enorme galimat¨ªas, pero es compatible que a un taurino amante del silencio de la Maestranza de Sevilla le parezca divertid¨ªsimo ir a los toros en San Ferm¨ªn. ?Que la corrida es buena? Perfecto. ?Que la corrida es mala? Pues a merendar y a bailar¡±. San Ferm¨ªn sin toros ser¨ªa inconcebible, y se antoja directamente imposible que un alcalde de la ciudad pueda meterse con la existencia de las corridas. Sin corridas no habr¨ªa encierros y sin encierros no habr¨ªa sanfermines. Incluso si el alcalde en cuesti¨®n pertenece a una formaci¨®n, como es Bildu, que est¨¢ declaradamente contra la fiesta: ¡°Yo soy taurino ocho d¨ªas al a?o, y el resto del a?o soy incapaz de ir a una corrida. Y si alguien aspiraba a que Pamplona tuviera un alcalde sin contradicciones, desde luego con Joseba Asir¨®n no acertaron¡±, explica el regidor. Pocos d¨ªas despu¨¦s de estas palabras, Asir¨®n realiz¨® unas declaraciones en Pamplona en las que admiti¨®: ¡°El debate en torno a las corridas tendr¨¢ que abordarse un d¨ªa¡±. Y a?adi¨®: ¡°No contemplo unos sanfermines sin encierros pero s¨ª sin corridas¡±, aunque descart¨® suprimirlas a corto plazo.
Durante los sanfermines, la plaza de toros de Pamplona es un circo romano. Testigo directo de todo ello es Antonio Izquierdo, el conserje de la plaza, que vive durante todo el a?o en una casita situada en el mismo patio de caballos del coso con su esposa, sus tres hijas y su perra. Una casita en el centro de Pamplona, pero aislada del mundo. Encalada y llena de flores. ¡°En San Ferm¨ªn aqu¨ª dentro hay 300 personas trabajando de 4.30 a 1.00, no hay vida: polic¨ªas, instaladores de megafon¨ªa, servicios de limpieza, ganaderos, invitados, periodistas¡ Esto no para en 24 horas¡±.
Cambio de tercio. Para los amantes de las s¨¢banas de hilo en medio del tumulto, el lujo en versi¨®n sanferminera se llama Gran Hotel La Perla. Est¨¢ en un esquinazo de la emblem¨¢tica plaza del Castillo. Quien quiera pasar los sanfermines en esta antigua pensi¨®n reconvertida en hotel de cinco estrellas (por la que pasaron Sarasate, Manolete, Hemingway, Belmonte, la infanta Isabel, Woody Allen y Antonio Ord¨®?ez), a¨²n tiene sitio. Mil euros es el peaje para poder ver los encierros desde su habitaci¨®n. El pamplon¨¦s Fernando Hualde es el recepcionista de La Perla. Lleva 41 a?os trabajando aqu¨ª (entr¨® de botones, con 15). ¡°Aqu¨ª lo que se cuida es el detalle¡±, explica en un saloncito de este hotel anclado en el tiempo, ¡°as¨ª que te puedes encontrar con un se?or que te pide una PlayStation para su hijo, y la tienes que conseguir s¨ª o s¨ª. O uno que pide que la habitaci¨®n de al lado ¡ªque tambi¨¦n ha reservado¡ª se convierta en un gimnasio. Y vas a un gimnasio, alquilas unos aparatos, retiras los muebles y los metes. Es dif¨ªcil en plenas fiestas, pero lo haces. Nadie dijo que iba a ser f¨¢cil¡±. Este profesional educado hasta la extenuaci¨®n evoca las historias de sus clientes extranjeros, ¡°como ese estadounidense que en su pa¨ªs se pone el pa?uelo rojo de San Ferm¨ªn los 365 d¨ªas del a?o, o esa familia sudafricana que tiene dividido el sal¨®n de su casa con un trozo de vallado del encierro¡±. ?Un cinco estrellas en el cogollo de la rave sanferminera? Queda claro que en Pamplona, entre el 6 y el 15 de julio, hay que estar abiertos a todo. A todo es a todo, seg¨²n el amo de llaves de La Perla: ¡°Aunque tenemos una persona que hace de filtro, estamos en un lugar donde puede entrar todo chichibirichi. Y si te entra un se?or muy bebido dici¨¦ndote que te quiere vender un submarino, no le digas ¡®d¨¦jame en paz¡¯. Ponte a negociar con ¨¦l el color del submarino, para que acabe diciendo: ¡®Jod¨¦, este est¨¢ peor que yo¡±.
Pero en cuesti¨®n de filtros, el verdadero experto se llama Xabier Ib¨¢?ez. Es el director de Seguridad Ciudadana y coordinador de un dispositivo que engloba a Polic¨ªa Municipal, Polic¨ªa Foral, Guardia Civil, Polic¨ªa Nacional, Protecci¨®n Civil, Bomberos, urgencias extrahospitalarias, Cruz Roja y DYA. ¡°El principal problema es la limpieza del trazado del encierro. Al final nosotros acotamos m¨¢s o menos el n¨²mero de personas que queremos que corran. Primero hacemos un parcheo de la gente que no est¨¢ en condiciones: corredores con mochilas, o descalzos, o ebrios, o con aparatos de v¨ªdeo¡, y luego si consideramos que hay demasiada gente achicamos espacios porque si no podr¨ªa bloquearse el recorrido del encierro¡±, detalla el superpolic¨ªa de los sanfermines, que recuerda adem¨¢s que la amenaza terrorista sigue en pie: ¡°Estamos en alerta 4 por la cuesti¨®n yihadista. Se trata de blindar las zonas de fiesta m¨¢s multitudinarias: el chupinazo, las procesiones, los fuegos artificiales, que suelen reunir a unas 50.000 personas¡¡±.
Son las ocho de la tarde en Pamplona y Miguel Araiz, Rastrojo, pisa los Corrales de Santo Domingo. Durante 45 a?os, y hasta el a?o pasado, fue pastor del encierro. Uno de los m¨¢s respetados. Es peque?o y fuerte, tiene manos de piedra, varias cicatrices recorri¨¦ndole el cuerpo y un verbo tan agreste como conciso, alguien como de otra era. Ahora le ha llegado la hora del descanso, tras cuatro d¨¦cadas y media como ¨¢ngel de la guarda de los corredores, vara en mano. Ha sacudido igual sobre los lomos y cuartos traseros de los toros que sobre el espinazo de los novatos y los patas. Cada ma?ana, en el encierro, un 55% de quienes se lanzan a la aventura lo hacen por vez primera: un amplio margen para el peligro. ¡°Nunca me arrepent¨ª de pegar. Si no ser¨ªa por la varica¡, yo desde luego preferir¨ªa un palazo de Rastrojo que una cornada¡±. A sus 67 a?os mantiene un aspecto y una forma f¨ªsica envidiables: ¡°Es que siempre he comido los guisos de mi madre o de mi mujer. Y nunca he bebido. Y nunca he fumado. Y nunca he ido con mujeres malas¡±.
Pero no solo de toros, comida, bebida y juerga nocturna est¨¢n hechas las fiestas. Durante el d¨ªa los sanfermines son familiares y tranquilos, encauzados sobre todo al disfrute de los m¨¢s peque?os, de los txikis. Y en ese mundo, las estrellas absolutas son los kilikis y los gigantes de Pamplona, aut¨¦ntica obsesi¨®n de la gente menuda que vive el San Ferm¨ªn. Mari Ganuza lleva 41 a?os conservando y cuidando estos mu?ecotes de dimensiones cicl¨®peas cuya vida se remonta a hace m¨¢s de un siglo y medio. Aunque pocos lo sospechen, Caravinagre, Verrugas y El Patata duermen durante el a?o en un inmenso y surrealista almac¨¦n municipal en el subsuelo de la estaci¨®n de autobuses de la ciudad. Estas criaturas en cart¨®n y papel de estraza son deliciosamente anacr¨®nicas, temibles y encantadoras.
¡°Se ha perdido la esencia del encierro, la gente ya no corre, compite¡± (Pitu, veterano corredor)
?Y el corredor del encierro, en toda esta historia? Ferm¨ªn Bar¨®n, popularmente conocido como Pitu, lleva 30 a?os corriendo delante de los toros. Ahora se est¨¢ bebiendo tranquilamente una cerveza en la calle de la Estafeta, pero los golpetazos, ca¨ªdas y sustos los tiene bien presentes. Con el tiempo, su visi¨®n del encierro se qued¨® sin halo rom¨¢ntico: ¡°Ha perdido su esencia. Antes cog¨ªas toro todos los d¨ªas, pero hoy es un atropello masivo. La gente no viene a correr, viene a competir¡±.
¡ª?Tienes nostalgia de aquellos encierros que ya no existen?
¡ªClaro. Pero mira, me siento parte de una tribu. Cuando corro delante de los toros me siento el ¨²ltimo mohicano.
Pitu no forma parte de esa especie de divinidad que algunos han querido ver en el hecho de correr los encierros: ¡°Tengo 48 a?os y corro desde hace 30, pero no hay que darle tanta bola. La televisi¨®n ha hecho mucho da?o. Al final, el encierro es un acto m¨¢s de los sanfermines. Y para correrlo no hace falta haber combatido en Afganist¨¢n. Lo puede correr cualquiera¡±.
San Ferm¨ªn es infinito. En ¨¦l cabe casi todo. Cabe la encantadora Mariv¨ª Esparza trasladando cada ma?ana la efigie del santo desde el Ayuntamiento hasta la hornacina de Santo Domingo, donde recibe los c¨¢nticos de los corredores del encierro (el resto del a?o lo tiene en el saloncito de su casa). Lo compraron en 1978 tres corredores, entre ellos su marido, Andoni Barba, fallecido en 1993. Lo adquirieron en una tienda de objetos religiosos de Pamplona para sustituir al santo que sol¨ªan poner las monjitas del Hospital Militar y que se hab¨ªa perdido. ¡°Llevarlo cada ma?ana hasta all¨ª me emociona, pero a la vez me provoca sentimientos encontrados¡±, reconoce.
Y caben do?a Paulina Fern¨¢ndez, tan risue?a y elegante a sus 96 a?os, y su familia, los Elizalde, sus hijos, y sus nietos, y sus sobrinos, y sus nueras y sus yernos, levantando de nuevo ¡ªritual inalterable desde hace 145 a?os¡ª la persiana de su churrer¨ªa en la calle de la Ma?ueta a las seis de la ma?ana. Aparcando durante los sanfermines sus trabajos de ginec¨®logos, profesores, abogados o ingenieros para ponerse a sudar, hacer la masa y servir cada ma?ana ¡ªcolas permanentes¡ª los mejores churros del mundo. Cabe un mundo en Pamplona, entre el 6 y el 15 de julio. Puro ¨¦xtasis. Un estruendo de pa?uelos.
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