Salvados de convertirse en sopa
50 perros criados en Corea del Sur para consumo humano encuentran refugio en Montreal
Cincuenta perros originarios de una granja surcoreana llegaron a Montreal el pasado 13 de junio, gracias a la colaboraci¨®n entre el cap¨ªtulo canadiense de Humane Society International (HSI) y grupos de activistas contra la crueldad animal en el pa¨ªs asi¨¢tico. De acuerdo con un comunicado de HSI, los animales iban a ser sacrificados en Boknal, una serie de fiestas veraniegas del calendario lunar donde se consume particularmente sopa elaborada con carne de perro. Los canes fueron rescatados en una granja de la provincia de Gyeonggi el 11 de junio.
Rebbeca Aldworth, directora general de HSI-Canad¨¢, se?al¨® a The Canadian Press que estos perros estaban encerrados en peque?as jaulas, sin agua y rodeados de desperdicios. ¡°Ahora est¨¢n recibiendo cuidados veterinarios, buena alimentaci¨®n, amor y atenci¨®n necesaria para su recuperaci¨®n¡±, coment¨®. Los veterinarios en Montreal atienden en un refugio los numerosos casos de infecciones oculares y cut¨¢neas, esguinces y problemas parasitarios. Eva Demianowicz, directora de las campa?as de HSI-Canad¨¢, explica a EL PA?S que estos mam¨ªferos pasar¨¢n a diversos organismos para encontrarles familias de adopci¨®n una vez que se recuperen.
Pa¨ªses como Tailandia, Filipinas y Taiwan cuentan ya con leyes que proh¨ªben el consumo de carne de perro; en Corea del Sur (como sucede tambi¨¦n en China, Vietnam e Indonesia), no hay interdicciones sobre el tema. ¡°El consumo es legal en Corea del Sur, aunque no existen reglamentaciones. Cualquiera puede abrir una granja, no hay evaluaciones sobre la salud de los animales¡±, cuenta Demianowicz, aunque precisa enseguida: ¡°El consumo de esta carne est¨¢ decayendo. Los j¨®venes la comen poco y cada vez hay m¨¢s gente que milita en organismos de protecci¨®n animal¡±.
Esta baja en la demanda ha provocado que muchos criadores piensen en productos m¨¢s rentables. ¡°Ayudamos a estas personas para que incursionen en otras actividades¡±, afirma Demianowicz. De hecho, fue el propietario mismo de la granja en la provincia de Gyeonggi quien contact¨® a activistas surcoreanos, ya que desea expandir sus cultivos de apio.
Cabe se?alar que es la decimosegunda granja en los ¨²ltimos tres a?os que entrega a sus perros. Unos 1,300 canes han llegado a Inglaterra, Estados Unidos y Canad¨¢ gracias a la iniciativa. Esta cifra se explica por dos razones: la simpat¨ªa que provocan estos animales en Occidente y la falta de espacios en los albergues surcoreanos.
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